República Argentina: 6:16:53pm

 

“La Presidenta estaba fiada de la información que le venía repitiendo la SIDE. O la rebautizada SI (Secretaría de Inteligencia). Su jefe es un viejo conocido de ella, el patagónico adoptivo Héctor Icazuriaga. Aunque los hilos del sistema suele manejarlos un ex amigo de Néstor Kirchner, el segundo en la estructura, Francisco Larcher. No estaría claro si fue Icazuriaga, Larcher o ambos quienes causaron con sus datos la desorientación presidencial. El hombre que la sacó del equívoco fue el titular de la Cámara de Diputados. “Cristina, Massa va como candidato”, la anotició Julián Domínguez en el anochecer de ese viernes (anterior al cierre de listas). “No es así. ¿Y vos cómo sabés?”, interrogó la mandataria.
“Porque hablé con Sergio. Acabo de cortar con él”, transmitió Domínguez.
En la pormenorizada reconstrucción de tales entretelones, Van der Kooy dijo que “la Presidenta estuvo envuelta en un largo rato de ira. Pero antes de terminar encumbrando a Martín Insaurralde, el jefe municipal de Lomas de Zamora, en la lista bonaerense se ocupó de acomodar ciertas cosas con su clásico estilo de revancha. Privó a Domínguez de incidir en el armado de listas en su tierra, Chacabuco. Ese diálogo con Massa lo habría condenado. Trazó también una cruz sobre la Secretaría de Inteligencia. No por su amigo Icazuriaga. Sí, en cambio, por Larcher”.
Inmediatamente, el columnista prosiguió:
“Alguien le sopló a Cristina que ese topo de Inteligencia sería contertulio periódico de Massa.
“El disgusto serviría, en parte, para explicar dos de sus determinaciones posteriores. La primera: el cambio en la cúpula de las Fuerzas Armadas donde, la señal llamativa, resultó la designación del general César Milani como nuevo jefe del Ejército. Hasta el ascenso, timoneaba la Jefatura 2 de Inteligencia de la fuerza. Sobre Milani pesan acusaciones varias, como haber simpatizado con los levantamientos carapintadas de los 80. Pero fue protegido y escaló mientras Nilda Garré se desempeñó como ministra de Defensa. No tuvo nunca adecuada sintonía con Arturo Puricelli. Eso ayudaría a fundamentar el desplazamiento del ex gobernador de Santa Cruz al Ministerio de Seguridad y su reemplazo por Agustín Rossi. Milani declaró al asumir su vocación de colocar al Ejército “al servicio del proyecto del Gobierno”.
“Rossi se entusiasmó enseguida con la posibilidad de reeditar el Operativo Dorrego de comienzos de los 70, cuando jóvenes de la JP y militares realizaron tareas sociales conjuntas en el interior. El ex diputado parece un nostálgico de la historia que le contaron”, ironizó el columnista quien inmediatamente fue al meollo de la cuestión:
“La trepada de Milani, sin embargo, poco tendría que ver con esos planes.
Cristina estaría dispuesta a que el aparato de Inteligencia del Ejército ocupe, en los hechos, el lugar de la SI.
“¿También para la inteligencia interna? ¿No está prohibida esa actividad por la Ley de Defensa de la Democracia? La Presidenta no parece reparar, en este trance político crucial, ni en las leyes ni en sus límites”, sentenció el analista entre otras consideraciones.


 

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