República Argentina: 8:55:43pm

Cuando en noviembre de 2017 se corroboró el naufragio del submarino ARA San Juan, no pasaron horas para que salieran los expertos y especialistas de café analizando causas y culpables.

Días atrás, ante el luctuoso y triste accidente del camión del Regimiento de Caballería de Exploración de Montaña 4, micrófonos y pantallas ardieron con opiniones de quienes sin conocer el contexto en el que viven las unidades del Ejército Argentino expusieron hipótesis y sentaron argumentos vacíos de fundamentos serios apoyados más en el conocimiento intuitivo que en la investigación. Todo se reduce a buscar causas y responsables inmediatos, nadie profundiza la causa primera y profunda del motivo de estos accidentes que ocurren en los ejercicios y en la rutina de las actividades militares. Desde 1983, las Fuerzas Armadas han sido ignoradas y sometidas a un castigo financiero que las ha llevado a una degradación operativa lastimosa. Muchos de sus vehículos tienen más de 40 años, su armamento es en su gran mayoría de los años 80, a la noche un cuartel está en la oscuridad más absoluta ya que no hay partida suficiente para mantener los servicios, el vestuario de los soldados es viejo y gastado, la comida de nuestros soldados escasea y muchas veces falta, los ejercicios en el terreno son reducidos, no hay combustible y la munición es poca. Aún no se ha producido un accidente causado por el desgaste del material, en especial los tubos de cañones y morteros. Todos conocen estas circunstancias, pero el soldado cumple y trabaja aun con el riesgo que sabe que corre. Su disciplina y subordinación lo obligan a hacerlo, no puede ser de otra manera. Entonces, ¿dónde está la responsabilidad de estos sucesos que una vez que ocurren levantan un mar de opiniones y una investigación que siempre termina en manos de una Justicia Civil que nada entiende de lo que es la milicia y que siempre termina castigando al que está más lejano en la escala de decisiones? La responsabilidad es sin duda de quienes determinan la política de defensa y militar, de aquellos que en los últimos cuarenta años se han empecinado en castigar a las FF.AA. con la finalidad de guardarlas en un ropero como algo que se debe tener pero no importa si sirve, un adorno que nadie sabe qué hacer con él. Mientras la defensa es solamente un nombre de un ministerio donde se coloca al amigo que no se sabe con qué cargo premiar. Los gobiernos inventan ministerios inútiles con presupuestos mayúsculos y ejércitos de ñoquis. Es de esperar que jamás se necesiten a las Fuerzas Armadas en su papel de brazo armado del Estado, será ese el momento en el cual habrá llantos y rechinar de dientes.

Florencio Olmos

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Publicado en la Nación

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