En la nota publicada el 4 de octubre, el Dr. Gil Lavedra señala la perplejidad que le causa que se traigan a la agenda pública los hechos ocurridos en los años 70 y se hable ahora de “guerra”.
Lo que causa perplejidad es su falta de memoria. Usted, doctor, fue uno de los jueces que firmaron la sentencia de condena a los comandantes dedicando numerosas páginas al accionar terroristas de las organizaciones guerrilleras. Allí se afirmó que “... la subversión terrorista puso una condición sin la cual los hechos que hoy son objeto de juzgamiento posiblemente no se hubieran producido”, que “… constituyó una agresión contra la sociedad argentina y el Estado, emprendida sin derecho…”, que “... el objetivo último de esta actividad fue la toma del poder político por parte de las organizaciones terroristas...”, que “… el fenómeno terrorista en la República Argentina… se correspondió con el concepto de guerra revolucionaria.”.
Somos los ciudadanos los que preguntamos: ¿qué compromiso es el que se está tratando de honrar al borrar con el codo lo que se firmó con la mano? No es “ahora” que se trae el tema a la agenda. Ya no puede ignorarse que a partir de un pacto espurio entre la corrupción y la ideología hace 20 años que los tribunales federales, mientras crecen la corrupción y el narcotráfico, ocupan su agenda en hechos de hace medio siglo, claro está que para condenar a unos y mantener la impunidad de otros también responsables de secuestros, torturas, homicidios, robos y tantos otros aberrantes delitos cuyas víctimas no se quieren recordar, porque hacerlo es recordar a sus victimarios.
María Laura Olea
DNI 13.968.163
Publicado en La Nación