Señor director:
El pasado día 6 de setiembre, el prestigioso matutino bajo su conducción publicó una Carta del lector Juan José de Guzmán, por la cual (al margen de algunas consideraciones sobre los Juicios a las Juntas militares de 1985 y sus secuelas fílmicas, que no vienen al caso en lo referido a la presente, sin perjuicio de lo cual acoto que no comparto las opiniones vertidas) se coloca en tela de juicio un acto de homenaje realizado esta semana en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires a instancias de la Doctora Victoria Villarruel, actualmente candidata a Vicepresidente de la Nación como todos saben, a las víctimas del terrorismo marxista en nuestro país.
El cuestionamiento nace para el autor de la Carta en la supuesta falta de oportunidad para poner a la luz la temática de las víctimas del terrorismo subversivo de los 70, en atención a los graves (y reales) problemas que plantea la coyuntura actual en nuestro país.
Al respecto, me parece que surgen necesarias tres reflexiones:
a) La impulsora de la iniciativa, Victoria Villarruel, es hace años presidente de una ONG enfocada a la temática de las víctimas del terrorismo. Dicho Centro que ha sido en muchísimos casos una de las pocas voces que han tenido, en su defensa, quienes padecieron la agresión terrorista. No es una postura oportunista la de la impulsora del homenaje, sino una actitud consecuente con años de lucha con todas las puertas cerradas -públicas, privadas o mediáticas - en el mejor de los casos .
b) Nunca es inoportuno o extemporáneo, por otro lado, reparar una injusticia flagrante perpetrada por nuestros dirigentes, con quienes fueron víctimas de las bandas terroristas, los cuales jamás fueron reparados o indemnizados. No fueron siquiera destinatarios de un pedido de perdón que los partidos políticos, indudablemente, les deben.
Porque la tragedia se desencadenó con la mayor virulencia sobre nuestro país (y con cruel ensañamiento con sus víctimas directas) con las leyes de mayo de 1973 (en estos casos la impunidad parece más llevadera) impulsadas por el gobierno de Cámpora y el peronismo gobernante, es verdad; pero que contó también con el unánime apoyo de la clase política de entonces sin excepciones. Pueden leerse al respecto los diarios de sesiones del Congreso en esos días. Y ello, a sabiendas que los beneficiados con la impunidad saldrían a retomar sus actividades; así lo indicaban sus consignas antes de la sanción de las leyes y así lo confirmaron sus actos luego de promulgadas y ejecutadas.
c) Concluyendo, la furiosa oposición a un homenaje que solamente alcanza a víctimas del accionar criminal de estas organizaciones no es lo tempestivo o no del mismo. Lo que desata la ira quienes se han opuesto violentamente al mismo es una vez más, la caída del relato y la exposición de la verdad.
Porque (aunque no sea la finalidad perseguida directamente) la existencia de víctimas del terrorismo implica, la existencia de victimarios.
Alejo A. Liendo.
DNI 20.536.730.
Publicado en La Prensa