República Argentina: 5:22:04pm

No cabe duda que de la unión sexual de un varón y una mujer solo es posible que se genere un individuo semejante a sus progenitores y distinto a todos los demás, también humano.

¡He aquí la paradoja! diferente de cualquier otro ejemplar e igual a todos en dignidad. Dos situaciones recientes nos muestran que algunas veces no todos lo ven claro. Parafraseando a George Orwell podemos decir que ¡Todos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros!

Víctimas sin derechos

Hace 40 años, se impuso un relato, una forma parcial de contar la violencia de los años 70 en nuestro país: que hubo matanzas, torturas y desapariciones de un solo lado. Se habló de la juventud idealista y no de bandas terroristas que conformaron un verdadero ejército que combatió contra las fuerzas armadas y de seguridad del Estado argentino, que pusieron bombas, secuestraron y acribillaron a civiles, militares, fuerzas de seguridad, niños, ancianos, religiosos, etc.

Cualquier civil o uniformado que hubiera muerto y no perteneciera a las organizaciones terroristas de izquierda, no existió en el relato impuesto desde 1983 para acá. Décadas escuchando una sola versión de lo acontecido. Nunca un reconocimiento de parte de la izquierda, ni de los llamados defensores de los Derechos Humanos. Pasaron los gobiernos y jamás se les hizo un homenaje oficial. Ni qué hablar de resarcimientos económicos ni de recordarlos con un monumento como se hizo con las otras víctimas.

Es imposible llegar a la verdad de lo sucedido, cuando deliberadamente se niega al otro, a los afectados por el accionar subversivo. Argentina vivió en estado de guerra. No nos lo contaron, lo vivimos durante nuestra adolescencia.

No nos olvidemos que un gobierno constitucional dio la orden de aniquilamiento del accionar subversivo en 1975: “ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país”, firmado por Luder, en ejercicio del Poder Ejecutivo. El lunes pasado se realizó un merecido y emotivo homenaje a las víctimas del terrorismo subversivo, en el Salón Dorado de la Legislatura porteña.

El acto fue promovido por la diputada nacional por La Libertad Avanza y candidata a Vicepresidente de la Nación, Victoria Villarruel con la colaboración de la legisladora por la Ciudad por el mismo partido Lucía Montenegro.

Además de las mencionadas también hicieron uso de la palabra la Sra. Lorenza Ferrari, madre de Laura Ferrari, asesinada a los 18 años en 1975 por un coche bomba; Graciela Saraspe, hija de Héctor, que fue asesinado por terroristas en Tucumán por auxiliar a un policía herido en 1974 y Arturo Larrabure, hijo del Cnel. Argentino del Valle Larrabure que estuvo secuestrado en condiciones infrahumanas durante algo más de un año y que fue ejecutado por sus captores. Durante su secuestro, Larrabure pidió en una carta dirigida a su familia que “no odien a nadie”. “Perdonar nos salvó el alma”, afirmó su hijo. El Cnel. Larrabure ha sido nombrado Siervo de Dios y está en proceso de beatificación y canonización.

Luego de las emotivas exposiciones de los familiares de las víctimas, hizo uso de la palabra Victoria Villarruel, que con un contundente mensaje recordó el sufrimiento y el olvido de las víctimas, mencionó el negacionismo y la violencia de los movimientos de izquierda que rodeaban la legislatura y cerró con un claro mensaje: “¡Ya no les tenemos miedo!”. (…)

Por Carlos Ialorenzi y Myriam Mitrece

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Publicado en La Prensa (www.laprensa.com.ar )

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