República Argentina: 12:43:37am

Señor director:

En los 70 se vivían tiempos oscuros. Eran tiempos de guerra entre grupos armados de guerrilla y paramilitares. La población era ajena a lo que ocurría a su alrededor.

En la Superintendencia de Seguridad Federal había un comedor al que concurrían administrativos del cuerpo de policía y al cual podían acceder también civiles. El viernes 2 de julio de 1976, el pelotón “Sergio Puiggrós” del Ejército Montonero publica una solicitada en la cual informan que, aprovechando una falla en el dispositivo de vigilancia y control de la Superintendencia de Seguridad Federal, colocaron un artefacto explosivo del tipo “vietnamita” (con explosivos y perdigones, de gran onda expansiva y poder de daño). José María Salgado fue quien puso la bomba. La dejó y huyó, esperando el ansiado momento. Eran las 13.20. En un segundo dejaron de latir el corazón de 23 personas y hubo 101 heridos, los cuales fueron falleciendo en el transcurso de estos cuarenta años. Los perdigones impactaron en forma invisible en cada uno de los familiares y amigos de los seres queridos que perecieron en esa atroz explosión. Este atentado fue olvidado, tapado y pisoteado por todo gobierno e inclusive por los militares y montoneros. Estos últimos, que esperaban tener éxito, habían matado personas comunes. En el año 2022 salió a luz el libro “Masacre en el Comedor” de Ceferino Reato. Fue la primera vez que los familiares de este aberrante atentado descubrimos que no estábamos solos y nos empezamos a conocer. Rodolfo Walsh fue el jefe que ideó el atentado. Una estación del subte E lleva su nombre. Dicha estación está ubicada a doce cuadras del lugar donde se cometió el atentado.  Los ideólogos del ataque cobran subsidios. Es por eso que los familiares decimos presente. Por nuestros seres queridos que no pueden hablar, que no se pueden defender y por los familiares que nunca tuvieron derechos pero si la obligación de callar. Por todo esto, reclamamos que saquen el nombre de Walsh de la estación de subte E. Y pedimos a la justicia que dicho acto terrorista sea reconocido como un acto de “lesa humanidad”. Pero, además, que se coloque una placa recordatoria con los nombres de las personas fallecidas y heridas en este aberrante atentado.

 

Alejandra Cepeda

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Publicado en La Prensa

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