Con una cierta irreverencia que me permite la edad y con la autoridad moral de haber ejercido la magistratura con honor hasta el castigo de haber sido echada por ello (por decreto, sin jury de enjuiciamiento), y volver al car go -concurso mediante- después de muchos años, me dirijo a los jueces federales para hacerles algunos reproches sin otro ánimo que la búsqueda de vuestra rectitud perdida en una significativa cantidad de ustedes.