República Argentina: 3:35:18am

Carta de lectores publicado en www.lanacion.com.ar

El 2 de abril recordamos la gesta de Malvinas. Recibieron un justo homenaje los militares de todas las jerarquías que se batieron heroicamente desde sus puestos de combate o donde les tocara actuar.

Cómo no recordar a la primera víctima, el capitán Giachino, a Seineldín y a sus comandos, y a todos los que defendieron a nuestra patria aunque sus nombres permanezcan en el anonimato, salvo para sus familia-res y amigos. Pero a mi juicio hay un héroe que no ha tenido el reconocimiento que merece como protagonista en la causa de Malvinas. Me refiero al almirante Carlos Busser, quien dirigiera el desembarco del 2 de abril, con quien tuve el privilegio de trabajar varios años después, estando ya retirado, y la dicha de poder conversar con él en numerosas oportunidades, de ser confidente en muchas anécdotas de su vida, incluido el heroico desembarco en las islas irredentas. Siempre con una humildad ejemplar. Siempre elogiando y ponderan-do a sus subordinados y a quienes estuvieron cerca suyo en la epopeya. Jamás lo escuché vanagloriarse en lo personal de nada de lo realizado. Se me eriza la piel cuando me confesó que se despidió el 30 de marzo de 1982 de su cónyuge, en el más sigiloso silencio acerca de lo que se avecinaba, y con la convicción de que era muy probable no volver a verla. Como viene sucediendo en nuestra querida Patria, murió en prisión domiciliaria, en un modesto departamento en la cuadra de la Iglesia de las Victorias, donde aparecía de incógnito para recibir a Jesús Sacramentado en la Eucaristía y volver a su rutina de detenido. No puedo olvidar la última conversación que tuve tiempo después de su arresto, y ante mi pregunta ingenua: “¿Como quiere que me vaya? Prisión domiciliaria por una causa en la que ni siquiera estuve en el lugar, y viendo morir a mi querida mujer que está con el mal de Alzheimer”.

Almirante Busser: sigo rezando por usted.

César González Guerrico

DNI 11.675.918


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