Eran tiempos de un autoritarismo que reducía la libertad de manifestarse y hasta de pensar a un mínimo. En tiempos más cercanos, otros dictadores han ejercido su potestad de ejercer la censura, muchas veces sin limitación alguna. Nuestro país ha vivido épocas de restricción de las libertades, sin embargo ya en el siglo XXI el mundo presencia un afianzamiento de las libertades individuales, salvo claro está en países donde gobierna el populismo, como el kirchnerista. En el Congreso nacional se iba a presentar el libro La estafa con los desaparecidos, de José D’Angelo Rodríguez, con la moderación del diputado Assefff y el doctor Rosendo Fraga. La presidenta de La Cámara de Diputados, Cecilia Moreau, a instancias de organismos de derechos humanos, suspendió el acto porque según ella “afecta a los valores democráticos e históricos que la sociedad argentina ha tomado como propios”. El libro en cuestión no es “negacionista”, según lo califican aquellos que se creen dueños de verdad histórica, no ataca la democracia y menos la historia, descubre el gran negociado que se ha llevado a cabo a través de maniobras dolosas con desaparecidos que no lo fueron y familias que han cobrado indemnizaciones indebidas. La verdad molesta y la mejor forma de acallarla es prohibiendo su difusión y distorsionando los fundamentos de esa medida autoritaria. Hemos vuelto a los tiempos de Domiciano.
Florencio Olmos
DNI 5.941.080
Publicada en La Nación