República Argentina: 9:58:39pm

Por Miguel Ángel Troitiño publicado en www.laprensa.com.ar

Durante los 192 años de conflicto por el Atlántico Sur con el Reino Unido, hemos sabido mantener vivo el reclamo de nuestros derechos ante los principales organismos internacionales, siendo auténtica y patriótica la motivación de la sociedad argentina hacia ese espacio robado a nuestra soberanía.

Sin embargo, esta descripción responde sólo al análisis de nuestra emotividad. Cuando abordamos la racionalidad de nuestros actos en el tiempo, lamentablemente debemos concluir que hemos demostrado una falta de continuidad y de coherencia que nos condena a no haber logrado ningún resultado positivo hasta la fecha, respecto de nuestro reclamo.

LA IMPORTANCIA

En la Convención Constituyente del 18 de agosto de 1994, se incorporó la Cláusula Transitoria Primera a la Constitución, en la que la República Argentina plasmó la declaración de sus derechos soberanos sobre nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes.

Lo que se hizo en ese acto, no es ni más ni menos que definir formalmente un Objetivo Estratégico Nacional (OEN). En este caso, relacionado con la Soberanía Nacional. Pero, evidentemente, no fue suficiente porque no sólo no se ha logrado cambiar nada, sino que el escenario demuestra una tendencia negativa respecto de la posición argentina.

Posturas intransigentes, otras excesivamente permisivas, de seducción, la guerra misma, la nada misma, nos encuentra en los últimos 43 años alternando actitudes de competencia o cooperación que, en ninguno de los casos, aseguró la continuidad necesaria de gestión para lograr resultados concretos en el tiempo. Es una clara evidencia que confirma que no existe una Política de Estado.

LA SOLUCION INTEGRAL

No debemos confundir un Objetivo Estratégico Nacional, que responde al qué queremos, de una Política de Estado, que responde al cómo lo hacemos. Si definido el primero, lo cual es fundamental, no diseñamos y desarrollamos el segundo, todo se traduce en una constante declamación, inspirada en la historia y los valores que fortalecen y mantienen vivo el tema, pero nada más.

En el nivel estratégico y en el escenario geopolítico, no se definen los conflictos a través de inspiraciones patrióticas y reclamos justos. Ni siquiera el camino legal asegura hacer justicia. No existen países amigos y, me atrevo a decir, tampoco países enemigos, salvo al momento de definir a dos países en guerra.

Los países actúan por intereses, a través de los cuales definen su identidad y se expresan ante el mundo. Sus acciones no son improvisadas, ocasionales, ni responden a la ideología particular de un liderazgo ocasional. Responden a una Estrategia Nacional consensuada, legalizada y aprobada por sus Instituciones.

PIRAMIDE DE PENSAMIENTO

La Argentina tiene un déficit notable en el desarrollo de su Estrategia Nacional. Si pensamos en una pirámide de pensamiento, el vértice lo ocupa nuestra Constitución Nacional, la cual expresa la filosofía estratégica de la Nación.

En la base de esa pirámide, encontramos las Políticas de Gobierno. Aquellas que define cada administración y que expresan el cómo realizará su gestión política durante sus 4 años de gobierno. Ellas satisfacen las demandas ideológicas de su electorado y buscan asegurar el éxito de la próxima confrontación electoral.

Y en la franja central de esa pirámide, podríamos representar a la Estrategia Nacional. Aquella que interpreta el espíritu y los enunciados de la Constitución Nacional, los operacionaliza a nivel estratégico y establece una guía, un camino general con límites, las Políticas de Estado, dirigidas a cumplir con los OEN que el país determine.

Pero si esto no está bien definido, los gobiernos de turno, al momento de elaborar sus políticas, no tendrán límites ni objetivos impuestos, por lo que harán prevalecer sus intereses ideológicos y electorales. Esta carencia no asegura ninguna continuidad y coherencia en las políticas de nuestro país.

Malvinas no constituye una Política de Estado. Sólo se observan algunas Políticas Particulares, en especial las desarrolladas por los Ministerios de Defensa y Relaciones Exteriores, que la consideran, pero sus aportes pierden fuerza ante la ausencia de una política superior que las integre a otras. En ello, el déficit que subyace es la falta de integración de los esfuerzos para lograr objetivos.

Esto último descubre un problema mayor: la ausencia de desarrollo de Políticas de Estado a nivel Estratégico Nacional en casi todas las áreas de interés del país. Desarrollo que exige una concepción de diseño integral en donde dichas políticas confluyan hacia uno o más OEN, como el definido respecto de Malvinas.

UNA PROPUESTA

En términos prácticos, es necesaria la creación de un Plan Integral de Futuro que, desarrollado a nivel Estratégico Nacional, defina las Áreas de Interés Estratégico de la República Argentina. Establecidas éstas, preguntarnos qué queremos, dándonos como respuesta los OEN a lograr.

En particular, respecto a dar cumplimiento a la Cláusula Transitoria Primera a la Constitución Nacional, podría ser respondido a partir de los siguientes OEN:

A) Objetivo Estratégico: “Lograr el control soberano del sector sudoeste del Océano Atlántico Sur”.

Basado en las siguientes líneas de acción:

1 - Ejercer el control de las vías de comunicación marítimas y la seguridad náutica del sector sudoeste del Atlántico Sur.

2 - Asegurar el control y liderazgo de la actividad económica en el sector sudoeste del Atlántico Sur.

3 - Desarrollar infraestructura portuaria que conecte la producción terrestre a las vías de comunicación marítima para exportar nuestros productos al mundo.

4 - Recuperar la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y los espacios marítimos comprendidos.

B) Objetivo Estratégico: “Crear las condiciones para confirmar nuestras pretensiones soberanas sobre la Antártida”.

Basado en las siguientes líneas de acción:

1 - Desarrollar y fortalecer la presencia argentina en la Antártida.

2 - Desarrollar y liderar el sostén logístico antártico internacional.

Establecidos los OEN, deberíamos definir el camino entre nuestro presente y el cumplimiento de los mismos, es decir, diseñar las Políticas de Estado.

COMPETIR CON LONDRES

Analizada la situación actual de las Islas Malvinas, resulta fundamental discriminar el valor estratégico que le permite al Reino Unido controlar los pasos bioceánicos y la proyección de sus pretensiones soberanas sobre la Antártida, de aquel otro basado en los recursos naturales que ofrecen los espacios marítimos adyacentes.

Respecto al primero, la línea de acción referida al control de las vías de comunicación marítimas y la seguridad náutica, busca competirle y neutralizar su desarrollo. Es allí donde la Defensa tiene un protagonismo, materializado en su despliegue preventivo, disuasorio, de protección y control de objetivos de interés estratégico y de toda actividad desarrollada en el mar y en los espacios terrestres, espaciales y cibernéticos.

El efecto no tiene que ser una escalada, sino que debería ser la demostración en hechos del interés estratégico por la región, dejando claro el convencimiento por lo que se cree propio y dispuesto a recuperarse.

Es importante entender qué constituye el sustento económico de los habitantes de las Islas Malvinas. En tal sentido, el crecimiento hasta lograr el liderazgo económico en el área de interés, sumado al desarrollo de infraestructura logística/portuaria debería ser la respuesta.

En este caso, incidir sobre las industrias pesqueras e hidrocarburíferas sería esencial, desarrollando políticas que generen competitividad y seduzcan y, en definitiva, atraigan la inversión, al punto de lograr que terceros países decidan elegir la propuesta argentina, por ser la más conveniente a sus intereses.

Esto neutralizaría el desarrollo de un punto de apoyo en Malvinas para sostener las actividades antárticas internacionales, tanto logísticas como turísticas, generando por un lado un efecto muy negativo a la economía local y, por el otro y como consecuencia del primero, el inevitable excesivo desembolso económico del Reino Unido para sostener su enclave.

AUTOPISTA MARITIMA

En definitiva, la recuperación de la soberanía se concretará parcialmente, a medida que las acciones definidas generen sus efectos y totalmente, como consecuencia de la persistencia de los efectos en el tiempo.

Todo ello, sostenido a partir de una acción consensuada que ligue al Gobierno Nacional con los gobiernos provinciales patagónicos. El concepto de Autopista Marítima debe diseñar los puntos de apoyo, de exportación al mundo, de sostén logístico y desarrollo industrial que, basados en las costas desde Chubut a Tierra del Fuego, gestionen eficazmente todo lo que pase en el sector sudoeste del Atlántico Sur y su proyección hacia la Antártida.

Lo expresado, son algunas medidas de nivel estratégico que, integradas a las de otras áreas de interés, y diseñadas e implementadas a largo plazo, orientarían las acciones de las Políticas de Gobierno, asegurándose la necesaria continuidad que permita el cumplimiento de los efectos deseados.

En particular, el efecto deseado a lograr sobre Londres es que decida negociar condiciones para terminar con el conflicto del Atlántico Sur.

EL PODER DEFINE

Es importante entender que los conflictos entre países se dirimen en el nivel estratégico, desde donde se desprenden las acciones contribuyentes en otros niveles. No existen amigos ni enemigos, ni ideología partidaria, ni favores. Existen sólo intereses. En el escenario geopolítico, el poder define.

Hoy, respecto a Malvinas, la relación de poder actual entre el Reino Unidos y Argentina es la que motiva que el primero no acepte sentarse a negociar. No lo hace, y ni siquiera teme por no hacerlo, porque los efectos negativos de esa postura son intrascendentes.

Argentina, debe desarrollar poder. Esto no lo consigue una Política de Gobierno exitosa, ni varias. Sólo lo logra una Estrategia Nacional sólida, con objetivos claros y creíbles a largo plazo, con Políticas de Estado diseñadas para su logro.

La solución de Malvinas está vinculada a hacer de Argentina una potencia mundial. Si no se piensa en grande, si la dirigencia no entiende la necesidad de pensar el futuro, entonces nada cambiará y nuestros adversarios aprovecharán y disfrutarán de nuestra incapacidad.

 


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