Por Gabriel Camilli * publicado en www.laprensa.com.ar
La batalla de la Vuelta de Obligado se produjo el 20 de noviembre de 1845, en aguas del río Paraná.
Luego de un bloqueo a los puertos argentinos, desde la Banda Oriental –hoy Uruguay– la flota anglofrancesa se preparaba para invadir el territorio por los ríos en su afán de dominar el litoral y el Paraguay y así conectar toda la región con su aliado brasileño.
Fue el 20 de noviembre de 1845 cuando las escuadras invasoras de las naciones, en aquel tiempo más poderosas de la tierra, entraron hostilmente por el río Paraná. Allí se libró una gesta porque hubo algunos valientes criollos, a cuyo mando estaba el general Lucio Norberto Mansilla, que establecieron en las orillas del río unas baterías y prepararon la defensa. Eran pocos cañones, no más de veinte. Y cañones de poco alcance frente a los cañones poderosos de la escuadra europea. Y sobre el río, una serie de barcazas y lanchones sobre las cuales tremolaba la bandera argentina. Esas barcazas estaban unidas simbólicamente por cadenas.
Estas cadenas eran como un símbolo de una realidad más profunda, como un signo que estaba diciendo: "Aquí defendemos la integridad de la Patria ¡Aquí defendemos la virginidad de la Patria! ¡De aquí no se pasa! Esto es nuestro, es terreno nuestro, esta tierra es nuestra".
Y heroicamente durante muchas horas esos criollos sostuvieron y soportaron los cañones de largo alcance y el impulso y el ataque de las escuadras extranjeras. Finalente el enemigo pudo pasar.
RECONOCIMIENTO DE LA SOBERANIA
Muchas veces se quieren minimizar los hechos grandes de la Patria, algunos nos hablan todavía de la derrota de Obligado.
Es cierto, fue una derrota, una derrota parcial, porque el enemigo pudo dominar solamente, como escribe Lucio Mansilla, el terreno hasta donde alcanzó su metralla. Porque en las orillas del río estaban los criollos y estaba la infantería y la caballería criolla que no dejaba desembarcar al enemigo, le quitaban los abastecimientos, si bien la flota podía navegar, sus tropas no podían pisar el territorio de la Patria y cuando lo intentaban recibían duros golpes como en Punta Quebracho o El Tonelero.
El conflicto terminó precisamente con el reconocimiento de la soberanía argentina, se ganó en el plano de la estrategia y de la alta política, se ganó con otro símbolo: “Los cañonazos de la escuadra extranjera rindiendo honores a nuestra bandera”.
En una fecha como esta no seríamos justos con la verdad histórica si no reivindicásemos al conductor de la gesta en el sentido político e histórico del término. La personalidad del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas se agiganta y lo que antes ha sido el palpitar de un pueblo y los descubrimientos de la verdadera historia a manos de grandes investigadores como Adolfo Saldías, Julio Irazusta, Carlos Ibarguren, Ernesto Palacio o Vicente Sierra, hoy es certeza en la cultura cívica y hasta en buena parte de la actual historiografía. Por eso subrayo que el 20 de noviembre es el Día de la Soberanía Nacional y es también una ocasión dorada para rendir homenaje y aprender del ejemplo patrio de ese gran argentino.
No podemos olvidar que hubo doce años de correspondencia entre el General San Martín y Don Juan Manuel, que hoy obran como testimonio y prueba del apoyo del Gran Capitán a la gesta de la Cuenca del Plata, vaya un ejemplo: "Boulogne-sur- Mer, 2 de noviembre de 1848. Excmo. Sr. Capitán general D. Juan Manuel de Rosas. Mi respetable general y amigo: A pesar de la distancia que me separa de nuestra patria, usted me hará la justicia de creer que sus triunfos son un gran consuelo a mi achacosa vejez. Así es que he tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción es tanto más completa cuanto el honor del país, no ha tenido nada que sufrir, y por el contrario presenta a todos los nuevos Estados Americanos, un modelo que seguir y más cuando éste está apoyado en la justicia. No vaya usted a creer por lo que dejo expuesto, el que jamás he dudado que nuestra patria tuviese que avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo usted a sus destinos; por el contrario, más bien he creído no tirase usted demasiado la cuerda de las negociaciones seguidas cuando se trataba del honor nacional. Esta opinión demostrará a usted, mi apreciable general, que al escribirle, lo hago con la franqueza de mi carácter y la que merece el que yo he formado del de usted. Por tales acontecimientos reciba usted y nuestra patria mis más sinceras enhorabuenas".
Y San Martín, cierra la carta: "Que goce usted la mejor salud, que el acierto presida en todo lo que emprenda, son los votos de este su apasionado amigo y compatriota. José de San Martín".
AMOR A LA PATRIA
Era un enfrentamiento desigual, pero era un enfrentamiento en el cual por nuestra parte había un amor grande a la Patria, y había un coraje en esos criollos que estaban decididos a jugarse enteros para defender lo que era nuestro. Algo que en nuestra historia varias veces se ha dado. De alguna manera podemos comparar ese enfrentamiento desigual a aquel de nuestros héroes de las Malvinas, a aquellos pilotos que con sus aviones contra todos los cálculos técnicos y contra todas las posibilidades humanas, se lanzaban contra las fragatas inglesas, pero no con espíritu de suicidas, sino precisamente con espíritu de héroes, con espíritu de argentinos, con espíritu de aquellos que amaban a la Patria por encima de su vida. Aquellos soldados del Ejército y de la Armada que en la turba malvinera en una relación de poder de combate inferior mostraron arrojo y heroísmo a raudales. Es bueno recordarlo.
Es bueno recordar este heroísmo, este desinterés, esta entrega generosa, esta entrega de la vida. Es bueno recordarlo cuando a ese heroísmo quieren olvidarlo, cuando a ese heroísmo quieren enterrarlo, cuando a aquellos que dieron la vida por la Patria quieren dejarlos en el entierro, en el pasado, o en el olvido, cuando para esas gestas grandes solamente existe el silencio, el desprecio o la burla. Nosotros les decimos: ¡No los vamos a olvidar! ¡No permitiremos que los olviden!
SIGNIFICADO ACTUAL DE NUESTRAS GESTAS PATRIAS
En el actual contexto de terribles presiones globalistas, que buscan disolver las identidades nacionales, las verdades filosóficas y las verdades reveladas de nuestra identidad, para confundir y esquilmar a los pueblos, nos enseña Patricio Randle (QEPD), en su libro ‘Soberanía global’, que el ataque a las soberanías nacionales se ha descompuesto en diferentes partes: “La parte de la desterritorialización (la creencia de que la electrónica en el territorio es responsable de su valor esencial); prosiguiendo hacia la consecuencia obligada: la desnacionalización (o supuesto de que las naciones han desaparecido ante un eventual y futuro gobierno global); analizar la tenacidad con la que se concentra la economía global (fuera de la cual no parece haber salvación); verificando las tendencias hacia la unificación de las relaciones internacionales (fuera de la cual no habrá política posible) y finalmente buscando una definición del globalismo como modo de pensamiento (¿una filosofía o una ideología?). El problema es que la situación se simplifica, dejando todos sus intereses y resultados palpitantes un poco menos propensos a causar alguna dificultad que a un análisis exhaustivo. Del mismo surgen temas tan diversos como las raíces de la territorialidad, la percepción del espacio o el origen del Estado moderno hasta la democracia actual pasando por la erosión de la soberanía y el papel de los Estados Unidos en el mundo que viene, entre otros. Mientras tanto, los personeros de la globalización con argumentos estrictamente económicos -si no financieros- defienden su vínculo con el argumento básico de que la demolición de todas las barreras y controles del comercio internacional conducirá a una mayor actividad y, en consecuencia, a una mayor prosperidad universal”.
CREENCIA GENERALIZADA
Existe toda una corriente filosófica y de ella una creencia generalizada de que las cosas no tienen sentido en sí mismas, que nada tiene significación y que es tan sólo un rasgo de subjetividad el atribuírselo. Según este pensamiento la historia carece de dirección y la vida de cada persona es puramente contingente: puede ser de una manera o al revés. La idea predominante (entre los globalizadores) es que no hay destino, ni vocación, ni mucho menos Providencia. De igual modo prevalece una idea generalizada, una mentalidad, una omisión voluntaria de todo sentimiento, dirección y significado de las cosas. Entre ellos, también el territorio, al cual se lo mira como un mero recipiente, un espacio a llenar. Nada de terra patrum, nada de territorialidad, nada de patria, nada de unidad de destino. Sólo un soporte donde apoyarse y que puedes utilizar, sólo una tierra fértil para explorar, sólo recursos naturales. En todos los casos, un territorio que no hay porque considerar como patrimonio heredado, espacio que no es negociable y que hay que defender. Así vaciado de sentido trascendente el territorio, la terra patrum, se convierte en un bien que el gobierno de turno a cargo del estado puede ceder, vender o permutar libremente. Total ¿qué significado intrínseco guarda el territorio nacional?
Debemos estar atentos a aquellos que nos dicen: “Tenemos que ser universales, hay que amar a toda la humanidad y amar a la Patria es un egoísmo, es como si nos dijeran que porque amamos a la propia familia y a los hijos, a la esposa o a nuestros padres, tenemos que odiar la familia de los demás. No. Solamente quien es capaz de amar a la propia familia, es capaz de comprender y de respetar el amor que el otro tiene por su familia. Solamente el que es capaz de amar a la Patria, es capaz de comprender y de respetar el amor que el otro tiene por su propia Patria”.
Juan Pablo II, cuando era arzobispo de Polonia, escribe las siguientes palabras: “No nos desarraiguemos de nuestro pasado, no dejemos que éste nos sea arrancado del alma, es éste el contenido de nuestra identidad de hoy. Queremos que nuestros jóvenes conozcan toda la verdad sobre la historia de la Nación, queremos que la herencia de la cultura polaca, sin desviación de ninguna clase, sea transmitida siempre a las nuevas generaciones de polacos. Una nación vive de la verdad sobre sí misma, tiene derecho a la verdad sobre sí misma, y sobre todo, tiene derecho de esperarla de quienes educan, de quienes están al frente de las instituciones pre- escolares, escolares y universitarias. Esta es la sustancia de nuestra oración por la Patria que nosotros deducimos de todo nuestro pasado. No puede construirse el futuro más que sobre este fundamento. No se puede forjar el alma del joven polaco si se lo arranca de este suelo profundo y milenario. En efecto, dejado de saber quién es y qué es se convierte en presa fácil de las propias debilidades. Por esta razón nosotros elevamos una oración por el futuro de Nuestra Patria, porque la amamos. Que nadie se atreva a poner en tela de juicio nuestro amor a la Patria. Que nadie se atreva”.
EL DERECHO DE UN PUEBLO
Nuestra tarea: tenemos en nuestro corazón el orgullo de contribuir (con nuestra labor de servicio en las FF.AA. y en ELEVAN) a la restauración intelectual y académica del pensamiento nacional. El pensamiento nacional que defiende el suelo y el subsuelo, el mar y el espacio aéreo de la Patria, sí, pero sobre todo defiende al pueblo que lo habita y a la cultura y la fe que lo enaltece y dignifica. Por ello reivindicamos a los grandes pensadores nacionales centrados en el concepto de la soberanía y la libertad de acción de los pueblos.
Defendemos la soberanía nacional, la integridad territorial, la proyección marítima y los intereses materiales y espirituales de la Patria, que son los del pueblo argentino todo. Nuestra identificación con el pensamiento nacional es nuestra decisión de luchar por los intereses del país, que están a la vista.
No pertenecemos ni perteneceremos jamás a círculos oscuros que se amparan en la noche para ver el daño que producirán durante el día. Esos grupúsculos han atacado siempre a las verdaderas tradiciones nacionales y han jugado siempre en contra de los intereses de la Patria y del Pueblo.
Hoy 20 de noviembre, este día festivo, repitamos una vez más: La soberanía de la Patria, es el derecho que tiene un pueblo sobre su tierra, el derecho que tiene un pueblo sobre su historia, el derecho que tiene un pueblo sobre sus instituciones, el derecho que tiene un pueblo sobre sus dominios. Esa soberanía de la Patria es por la cual tenemos que trabajar y luchar, y también tenemos que rezar a Dios, porque un pueblo necesita de una tierra para vivir, para respirar, para crecer y para desarrollarse, para cumplir la misión se le ha dado en la historia.
*Cnl My (R) - Director del Instituto ELEVAN.