La crisis del Mar Negro puso finalmente en la escena mundial, una de las características distintivas de la presidencia de Vladimir Putín, tras el fin de la Guerra Fría: el "renacimiento", de las Fuerzas Armadas rusas, lo que le vale un dolor de cabeza al presidente Barack Obama, acusado por la oposición republicana de no haber advertido este proceso en forma directamente proporcional con la disminución del presupuesto militar estadounidense. En efecto, 20 años después de la caída del Muro de Berlín, y recompuesta su economía, Rusia, de acuerdo a observadores occidentales, ha encarado ” la transformación de su estructura militar en un plan progresivo anual que se extenderá, en principio, hasta el 2020.
La meta: un millón de soldados, 2300 nuevos tanques, 1200 aviones y helicópteros y 50 nuevas naves de superficie además de 28 submarinos y 100 satelites estratégicos de monitoreo, táctica y conducción Ello ha puesto en alerta a Occidente, en particular a Estados Unidos obligado ahora a replantear su cuestionado programa de Defensa Aunque recién tras la tensión en esa regi{on el grueso de la opinión pública toma cuenta de ello, los especialistas militares occidentales siempre tuvieron presente lo que Putín destacó en varias oportunidades ante el parlamento de su país: la ” militar de Rusia, como ejército convencional, hacía necesaria la implementación de un programa disuasivo en el marco de lo que definió tanto como presiones externas como internas en función de las escisiones que se dieron a partir del fin de otrora Unión Soviética.