Por Ricardo Runza (publicado en Clarín el miércoles 25 sept)
Se la han otorgado amplias facultades de administración y control presupuestario a la nueva Secretaría de Inteligencia del Estado. El formato adoptado la transforma en una especie de mega ministerio.
El Benchmarking es una técnica que toma como punto de referencia para un cambio organizacional un modelo elegido como paradigma. Si bien el Decreto de Necesidad y Urgencia 614/2024 no lo cita en sus Considerandos, algunos defensores de la nueva Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) dijeron que su creación se basaba en la aplicación del modelo norteamericano y por tal motivo el nuevo organismo se constituía con cuatro agencias desconcentradas: el Servicio de Inteligencia Argentino (SIA), la Agencia de Seguridad Nacional (ASN), la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC) y la División de Asuntos Internos (DAI). Por lo visto, en el gobierno argentino hay muchos que no conocen el Sector Seguridad de los EE.UU.
Increíblemente, en el Decreto se mal redefinió la inteligencia nacional como actividad, sin considerar la seguridad internacional que sea de interés del país (tanto regional como global), sin nombrar la seguridad nacional y olvidándose de la seguridad institucional.
Peligrosamente le quita a los órganos de inteligencia la obligación de informar al Poder Judicial y/o al Ministerio Publico Fiscal competente “si en el marco de sus actuaciones obtienen información que resulte de interés a las investigaciones judiciales o criminales o se detecten nuevas líneas de investigación a partir de las existentes”. “Podrán” no es lo mismo que “deberán”.
También redefine el sistema de inteligencia nacional con esta nueva SIDE más las ya existentes Dirección Nacional de Inteligencia Criminal y Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar. Sin mencionar los órganos de inteligencia de las fuerzas armadas y de seguridad como así tampoco los órganos de inteligencia penitenciaria, financiera, aduanera y fiscal que existen en el Estado nacional.
Otorga amplias facultades de administración y control presupuestario a la nueva SIDE. Casi un autogobierno. El formato adoptado la transforma en una especie de “Ministerio de la Inteligencia” y sus organismos desconcentrados como si fueran las fuerzas armadas de la inteligencia con su propio servicio de administración financiera, es decir tal como ocurre en los Ministerios de Defensa y de Seguridad (Interior) con sus respectivas fuerzas. Con una diferencia: el secreto de la ejecución del gasto asignado. Aquí la desconcentración de organismos parece ser una maniobra clara para entorpecer el control institucional.
A la SIA le encargan la producción de inteligencia exterior. A la ASN le encargan “la producción de inteligencia referida a las amenazas susceptibles de afectar los derechos y garantías de los habitantes” del país y el “funcionamiento de las instituciones del sistema representativo, republicano y federal” de nuestro Estado.
Controversialmente le asignan funciones que ya tienen asignadas la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal y las fuerzas del Ministerio de Seguridad (Interior). A la AFC le otorgan competencia sobre la ciberdelincuencia, las infraestructuras críticas y objetivos de valor estratégicos tecnológicos y de la información. Competencia que también tienen otros órganos similares de los Ministerios de Defensa, Seguridad y Economía.
Se crea algo para hacer lo que otros ya hacen y que han invertido millones para ello. Finalmente, la DAI se encargará de las auditorías, investigaciones, inspecciones y revisiones. Quien sea cabeza de esto es más poderoso que el Secretario. Debería depender del Congreso pero en vez de eso se lo pone en este estatus todopoderoso.
En esta norma se establece que el Presidente podrá convocar un consejo interministerial de inteligencia. Una especie de Consejo similar a los de Defensa Nacional y de Seguridad (Interior). No muy eficaces por cierto. ¡Cómo cuesta aprender!
El desbarajuste se completa con los Directores que cobrarán como Secretarios de Estado pero tendrán una duración de cinco (5) años. Es decir, un gobierno puede dejarle al siguiente los jefes de la inteligencia inamovibles por un año como mínimo. No pasa eso con los jefes de las fuerzas armadas ni de seguridad. Sus designaciones tampoco pasan ningún filtro de control legislativo. Un disparate.
El decreto solicita la creación de una Fiscalía especializada en Inteligencia. En tiempos de austeridad declamada, aquí no se hace más que crear organismos innecesarios, cargos y gastos.
La desconexión que promociona esta norma se refleja en el organigrama. Porque al estar la SIDE a nivel de dependencia directa del Presidente y el Secretario de Estrategia Nacional por debajo del Jefe de Gabinete de Ministros quien ejecuta está por arriba de quien debiera indicar que debe ejecutar. Es indudable concluir que el interés que guió este engendro no fue la seguridad nacional del país.
La CIA estadounidense es un servicio de inteligencia exterior de naturaleza civil del gobierno federal de ese país. Tendría unos 20.000 empleados y un presupuesto anual de unos US$15.000 millones. La NSA depende del Ministerio de Defensa de los EE.UU. y no hace lo que el órgano argentino bajo similar acrónimo en español tiene previsto hacer.
Tendría unos 30.000 empleados y unos US$10.000 millones de presupuesto. Ambos son órganos desconcentrados. Su envergadura lo justifica. Toda la SIDE es más modesta. Necesitamos cambios en inteligencia, pero no éste.
Hay que tener sensatez. Alguien abusó de la buena fe y de la ignorancia (en este tema) del Presidente de la Nación, que no tiene quien pueda alertarlo cuando se genera una desmesura inconducente como ésta para la seguridad nacional del país.
Ricardo Runza es Ingeniero, Magíster en Defensa.