República Argentina: 1:56:48pm

Por Rosendo Fraga publicado en www.infobae.com

La alianza militar liderada por EEUU pasó de prepararse para una guerra con Rusia, a contemplar la posibilidad de un conflicto militar global con Rusia, China, Irán y Corea del Norte al mismo tiempo

El 75° aniversario de la OTAN, que se conmemoró el 4 de abril, encuentra a esta alianza militar en un momento de dificultades e incertidumbre hacia adelante.

El balance a los tres cuartos de siglo muestra que sus éxitos hoy están en entredicho por la realidad. Es indiscutible que la alianza militar entre Estados Unidos y Europa ha permitido el periodo de paz más prolongado en este continente de los últimos siglos. Pero esto hacia el futuro está en debate.

La misma OTAN ha planteado que crece el riesgo de guerra en Europa, partiendo de la base de que un triunfo de Rusia en la guerra de Ucrania -que ha sido advertido hasta por el propio Volodimir Zelensky- puede preceder a nuevas invasiones, comenzando por las ex repúblicas soviéticas, y poniendo en riesgo también a Europa Oriental.

Las manifestaciones provenientes de la alianza militar reconocen que se enfrenta el mayor riesgo de guerra con Rusia desde la disolución de la URSS a comienzos de los años noventa. Por su parte, el presidente ucraniano manifestó simultáneamente que su país puede ser derrotado si no recibe urgentemente la asistencia militar por sesenta mil millones de dólares que el Congreso estadounidense sigue reteniendo.

En un intento por atenuar el descontento ucraniano, Washington dio un pequeño gesto: dispuso entregar a Ucrania el armamento para una brigada que Irán había enviado a los rebeldes hutíes y que había sido capturado, lo que representaría algo así como el 1% de la ayuda retenida. Hasta dónde el temor a una guerra con Rusia es real o está originado en una presión para que Estados Unidos se mantenga en la OTAN aunque triunfe Trump, es algo que demostrarán los hechos.

Ese mismo día, el presidente ruso Vladimir Putin advirtió sobre el riesgo de un “choque directo” con la OTAN. Según Dimitri Peskov, vocero del Kremlin, “las relaciones prácticamente han derivado ahora a un nivel de confrontación directa”. En los últimos días, el gobierno ruso ha rechazado los comentarios de algunos líderes europeos, en especial del presidente francés, Emmanuel Macron, contemplando la posibilidad de que se desplieguen tropas de la OTAN en territorio ucraniano. Para la visión rusa, “la OTAN continúa demostrando su esencia, ya que fue concebida como una alianza, configurada, creada y dirigida por Estados Unidos como un instrumento de confrontación, especialmente del continente europeo”. En la misma visión, “el momento actual no contribuye en ningún caso a la seguridad, predictibilidad y estabilidad de la seguridad del continente. Al contrario, es un factor desestabilizador”.

Cabe señalar que la alianza militar occidental, coincidiendo con el 75° aniversario de su creación, está realizando el ejercicio militar más grande desde la caída del Muro, y lo hace en la región del Ártico, es decir en su flanco norte. Participan decenas de miles de efectivos de más de la mitad de los treinta y dos miembros de la OTAN y contemplan a Rusia como el enemigo hipotético. Putin parece consciente de que están aflorando divisiones dentro de la alianza atlántica. Turquía y Hungría, a los que se ha sumado Eslovaquia, no comparten que sea inexorable la guerra con Rusia y no se muestran dispuestos a escalar el conflicto. Un problema para esta alianza militar que requiere unanimidad para la toma de decisiones.

El Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, manifestó en la ceremonia del aniversario que un eje de “potencias autoritarias” trabaja cada vez más estrechamente contra las democracias occidentales. De acuerdo a su óptica, una derrota ucraniana ya no solo aumenta el riesgo de una guerra europea precipitada por Rusia, sino de un conflicto global. Stoltenberg, ex Jefe de Gobierno noruego, agregó en una entrevista periodística, que el mundo es ahora “mucho más peligroso, mucho más impredecible y mucho más violento”. Manifestó que China está sosteniendo la economía de guerra rusa, lo que hace que la influencia de Beijing sobre ella aumente. También dijo que el régimen de Putin está proporcionando tecnología a Irán y Corea del Norte, a cambio de municiones y equipo militar. Argumentó que por eso la OTAN tiene que trabajar con otros países, más allá de su geografía -como Japón y Corea del Sur-, para hacer frente a esta alianza más fuerte de potencias autoritarias. Concretamente, dibujó un eje militar Rusia-China-Irán-Corea del Norte como el enemigo global. Nunca la autoridad ejecutiva de la OTAN había planteado públicamente un concepto de estas características.

Stoltenberg sostuvo además que es urgente otorgar más apoyo a Ucrania, tanto financiero como militar, pero admitió que Ucrania debería hacer concesiones para alcanzar una negociación, algo que hasta ahora el presidente Zelensky sigue rechazando. También manifestó que Ucrania no integrará la OTAN por ahora y que la eventual incorporación se haría en “el muy largo plazo”, lo que en los hechos aleja la posibilidad de que la OTAN entre en guerra por este país.

Frente al fantasma del retorno de Trump, la alianza militar occidental intenta afianzarse. Para ello Stoltenberg planteó la necesidad de garantizar hacia el futuro el apoyo militar a Ucrania. Se habló de un plan de veinte mil millones de dólares para el esfuerzo militar de este país, a ser otorgados en cuotas anuales de dos mil millones durante los próximos diez años. Pero si ello fuese aprobado, sería asumir que la guerra puede continuar a largo plazo. En este mismo sentido, la OTAN quiere transferir a su ámbito de decisiones a las facultades que tiene el Grupo de Contacto de Rammstein, conducido por el Jefe del Pentágono y los ministros de Defensa de los treinta y dos miembros de la OTAN y una veintena de aliados extra zona de África, Asia y Oceanía. Este Grupo coordina y lleva adelante el apoyo militar a Ucrania fuera de la órbita de la alianza militar occidental. Trasladarlo a ella limitaría el poder directo de Estados Unidos en un eventual gobierno de Trump.

Cabe señalar que el borrador del equipo de defensa del candidato republicano contempla dos niveles. Los países de la alianza que no alcancen un gasto de defensa del 2% del PBI, perderían la garantía del artículo 5° del Tratado, por el cual todos los miembros defienden a otro que sea atacado por un país extra zona. La propuesta plantea que si gana Trump, se comunicaría con los presidentes de Rusia y Ucrania para convocarlos al día siguiente a conversaciones de paz. Concretamente, un asesor del ex presidente, escudado en el anonimato, dijo a un periodista: “Si Ucrania quiere seguir recibiendo ayuda, tiene que sentarse y negociar, y si Rusia no quiere que le demos enormes cantidades de nuevo apoyo a Ucrania, entonces tiene que sentarse y negociar también”, y agregó que “eso no significa dar a Ucrania o a Putin todo lo que quieran”. No es la posición que actualmente mantiene la Administración Bioden y la OTAN.

Pero la posibilidad de que Europa pueda librar una guerra exitosa frente a Rusia sin la participación de Estados Unidos es muy limitada. Cuatro días después, el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, sostuvo que ese era “un gran día para la OTAN y la capacidad defensiva de la alianza”. Lo hizo al despedir a la avanzada de la brigada permanente que Alemania tiene previsto desplegar gradualmente en Lituania hasta 2027, con el fin de fortalecer el flanco oriental.

El ministro dijo que era un “día importante para la brigada y también para la Bundeswehr (el ejército) y las Fuerzas Armadas alemanas”, ya que por primera vez comienzan a desplegar de manera permanente una unidad fuera de Alemania, siendo su mayor despliegue en el exterior desde que se sumó a la OTAN. El contingente que partió era de sólo veinte hombres, a los que adjudicó un “verdadero espíritu pionero”. El inspector del Ejército, el teniente general Alphonse Mais, destacó que a sólo tres meses del acuerdo firmado entre Lituania y Alemania, los primeros soldados ya estaban en camino.

Para fin de este año se prevé que el despliegue alcance los ciento cincuenta hombres. La brigada se reorganizará en Lituania con el nombre de Panzerbrigade 45, que entrará oficialmente en servicio en 2025, fecha a partir de la cual se irán desplegando hasta finales de 2027 el resto de las fuerzas de la brigada -unos cuatro mil ochocientos hombres- a medida que esté disponible la infraestructura necesaria. Se trata de un ejemplo concreto sobre las limitaciones que enfrenta la OTAN para aumentar su despliegue en forma rápida ante un eventual conflicto con Rusia, más allá de sus intenciones.

Quizás lo más relevante del 75° aniversario de la OTAN es que pasó de prepararse para una guerra con Rusia, a contemplar la posibilidad de un conflicto militar global con Rusia, China, Irán y Corea del Norte al mismo tiempo.

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