La Cámara Nacional Electoral recibió un pedido del Centro de Excombatientes de Islas Malvinas (Cecim) de La Plata mediante el cual solicitaban que se le requiriera a Victoria Villarruel una declaración sobre sus visitas al expresidente Jorge Rafael Videla.
La intención es lograr su proscripción y la quita de su derecho a ser candidata al cargo de vicepresidenta de la Nación. Villarruel ha adquirido un mayor conocimiento público por su actual candidatura, no obstante, desde hace varios años ya había tomado notoriedad en la conducción del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), una entidad dedicada a bregar por el reconocimiento de las víctimas ocasionadas por las organizaciones terroristas de los años 70. Toda la actuación de esa entidad estuvo dirigida a reivindicar a esas víctimas, al entender que los sucesivos gobiernos no lo habían hecho. En todas sus conferencias y presentaciones, tanto en nuestro país como en el exterior, Villarruel puso en claro lo que pretendía reivindicar. Más allá de lo que ella pudiera pensar sobre la actuación de las Fuerzas Armadas, se cuidó de justificarlas en sus excesos y delitos en la lucha antisubversiva.
Es coautora del libro Los otros muertos. Las víctimas civiles del terrorismo guerrillero de los 70, que describe con detalle la evolución del terrorismo sobre la base de una profunda revisión histórica de la actuación de Montoneros, del ERP y de otras unidades armadas. No solo debió investigar archivos de prensa, sino también entrevistar a quienes fueron actores de aquella verdadera guerra civil. Lo hizo con guerrilleros, políticos y también con militares y policías, muchos en prisión. Entre ellos, visitó al expresidente Videla, hecho que nunca consideró necesario ocultar. Tampoco debería ocultarlo si la visita a un preso lo fuera por cualquier otra razón. Sin embargo, en el relato oficial de los 70 eso se encuadra en lo pecaminoso.
La memoria parcial y la falsa categorización de ángeles y demonios no admiten siquiera un acto de conciencia que pueda poner en duda el relato. Ha servido al kirchnerismo, entre otras cosas, para adquirir fueros con el propósito de cubrir la peor corrupción vista en nuestro país.
La prevención del Celtyv de reclamar el reconocimiento de las víctimas y no de justificar los procedimientos utilizados en la lucha antisubversiva fue mantenida por Villarruel en esta etapa de actuación en la política. Siguen siendo perfectamente comprensibles sus críticas por la asimetría en el tratamiento de las víctimas ocasionadas por las organizaciones terroristas en comparación con el que se dio a las que pertenecieron a sus filas. No hay motivo para dirigir una crítica moral a quien solicita un trato equivalente a las víctimas de uno u otro lado. ¿Cómo puede condenarse a alguien por objetar que quienes eligieron la violencia armada contra el Estado hayan recibido enormes indemnizaciones y reconocimientos honoríficos, mientras que a sus víctimas se las ha olvidado y hasta despreciado? Sin embargo, con la mayor exposición pública de Villarruel han surgido críticas que se acentuaron luego de que ella organizó un acto público en la sede de la Legislatura porteña. La falsa creencia de que se es dueño de la capacidad de condenar a quienes no adhieran al relato de un solo demonio se evidenció en los ataques que Agustín Rossi y Nicolás del Caño volcaron sobre Villarruel en el debate televisivo entre los candidatos a la vicepresidencia de la Nación.
Se supone que el pedido recibido por la Cámara Nacional Electoral será rechazado. De lo contrario, se estaría arrasando con la libertad de pensar.
Publicado por LA NACION