República Argentina: 6:31:09pm

Arturo Larrarube perdió a su padre en 1975, durante la Democracia gobernada por María Estela Martínez de Perón, por un atentado del Ejército Revolucionario del ERP. Por primera vez, este lunes tuvo un homenaje oficial en la legislatura porteña junto a otras víctimas. Su palabra y la de Victoria Villarruel.

Legislatura porteña. Afuera, un puñado de manifestantes de izquierda era contenido por la policía. Algunos de los presentes intentaron ir un paso más allá de avivar cánticos alejados de la consigna del día y, superando lo permitido por la Ley, fueron consecuentemente detenidos por los efectivos. Adentro, familiares, vecinos, funcionarios y periodistas se prestaban a dar inicio a un homenaje a las víctimas del terrorismo.

La efervescencia exterior tiene que ver con dos factores: con este acto se rompió la hegemonía de la memoria selectiva sobre la historia nacional y, ese mismo evento, se da en pleno proceso electoral que definirá al próximo presidente de la Nación. Como si esto último no fuera motivo suficiente para que la política se adueñe de la escena, la promotora del encuentro es Victoria Villarruel, la candidata a vicepresidente de Javier Milei, el preferido en las urnas.

En medio de la tensión, El Litoral pudo hablar con Arturo Larrabure, hijo del Coronel Argentino del Valle Larrabure que el Papa Francisco busca beatificar por su martirio en mano de guerrilleros del ERP. Un repaso por sus palabras.

¿Puede resumir la historia de su padre?

Sí, mi padre era un militar, pero además era ingeniero. Se había especializado en el tema pólvoras y explosivos. Su destino era en una fábrica militar. Era subdirector de la fábrica y una noche de sábado, un grupo fuertemente armado, denominado ERP, ataca la fábrica militar de pólvoras y explosivos y ataca el regimiento 17 de infantería, el aerotransportado. La noche en que es sustraído mi padre yo me encontraba a escasos 50 metros de donde se desarrollaba todo eso. Tenía 15 años. Esa noche hubo heridos, hubo secuestrados y hubo muertos. Hubo un combate feroz. El Ejército Revolucionario del Pueblo estaba todo vestido de uniforme de combate, como militares. Fue realmente algo que no pensábamos que podía existir y cuando te toca en carne propia te das cuenta que nadie estaba exento de esa violencia. A partir de ese momento mi padre desaparece de la faz de la tierra, no se le encuentra por ningún lado, se lo busca y durante más de un año en condiciones infrahumanas de cautiverio soporta las peores las peores torturas físicas y psicológicas. Cuando aparece su cuerpo tiene 48 kilos menos de peso, pero se sostiene gracias a su fe, a rezar y entonar el Himno Nacional Argentino. Fue un soldado cabal, digno, que no vendió sus conocimientos; porque en determinado momento el ERP le ofrece recuperar su libertad a cambio de trabajar para el terrorismo. Él dice que no, que prefería la muerte. Así que orgulloso de mi padre, orgulloso de la Argentina y orgulloso de que hoy las víctimas del terrorismo podamos ser escuchados.

¿Cómo siguió su vida a partir de ese momento?

Se hace muy difícil porque nosotros, los hijos, nos transformamos en padres de mi madre. Mi madre quedó muy mal y a partir de ese momento todo se dio vuelta. Pero pensá que éramos adolescentes. Mi hermana tenía 18 y yo 15, pero bueno.

¿Qué siente hoy?

Bueno, es la primera vez que las víctimas del terrorismo tenemos un acto de esta naturaleza. Hasta ahora, nosotros hemos sido los desaparecidos de la historia pública. No figurábamos, no había homenajes, porque este es un homenaje público ante la legislatura, ante los diputados, ante los legisladores. La verdad, no estamos acostumbrados. Estamos acostumbrados a que de alguna manera ni los legisladores ni la población argentina no tiene memoria. Cuando se jactan de hablar de derechos humanos, de memoria, de verdad, de justicia, cuando se ignora una parte de los damnificados, indudablemente este es un país que no tiene ni verdad, ni memoria, ni justicia. Nosotros venimos y convocamos a la historia. Venimos a contar lo que le pasó a nuestros familiares allá, hace muchos años, en plena Democracia, cuando la Argentina fue atacada. Todas las instituciones de la patria fueron atacadas.

¿De qué manera se comportó el Estado con ustedes desde aquel momento hasta ahora?

El Estado se portó bastante mal porque, de alguna manera, cuando gobernaba Isabel Martínez de Perón, se produce una alternativa de canje. Isabel dice que no, no la recibe a mi madre y se aborta el proceso de recuperación de libertad de mi padre, que pedían a cambio de cinco terroristas presos, juzgados y condenados por la Cámara Federal. Porque no se olviden que el 25 de mayo del 73’ no sólo se abren las cárceles, sino que se suprime toda la legislación antiterrorista que existía en el país. Isabel fue una presidenta que no tuvo lo que tenía que tener en ese momento y no nos recibió. Inclusive me acabo de enterar en estos días que durante tres meses no le querían pagar el sueldo a mi padre porque decían que no estaba trabajando. No se puede creer.

Que hoy políticamente se está hablando del tema como se habla, que exista este tipo de actos que hasta hace pocos meses nada más era casi un tema tabú. ¿Qué significa?

Significa que las víctimas del terrorismo estamos ocupando el lugar que nunca tendríamos que haber perdido. Creo que esto es mérito de la doctora Victoria Villarruel, que desde hace tantos años viene luchando por todas las víctimas del terrorismo.

¿Qué piensa de todo el proceso de justicia que se ha desarrollado hasta ahora en Argentina respecto a las víctimas de la represión durante la dictadura?

Creo que hay muchos procesos que no son realmente veraces. Hay mucha mentira, hay mucho negocio, hay un negocio con el tema de los derechos humanos que ha salido a la luz. Hay libros ya escritos, hay cosas que han surgido. Ustedes recordarán que Hebe de Bonafini tenía una empresa de construcción y se descubrió que era también un negociado. Me parece que en esto hay que ser muy cautos y creo que la doctora Villarruel hace bien, si llegara a ser vicepresidenta, en realmente controlar si realmente es lógico pagarle indemnizaciones a personas que ni siquiera fueron combatientes; otros que murieron en enfrentamientos y algunos que fueron asesinados por ellos mismos.

Bryan J. Mayer

Publicado en El Litoral (www.elitoral.com )

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