Entre 1973 y 1974, el Ejército Revolucionario del Pueblo lanzó sus peores ataques, aún cuando Argentina estaba en democracia. La decisión de crear una “guerrilla rural” que hasta Fidel Castro tildó de delirante. Los crímenes de 10 oficiales del Ejército y el martirio y asesinato del coronel Jorge Ibarzábal y el mayor Larrabure.
En el invierno de 1973 el Buró Político (BP) del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) abandonó el Gran Buenos Aires y se estableció en Córdoba y ahí permaneció hasta entrado el verano del ‘74. El motivo de tal decisión, según Luis Mattini, fue que Córdoba “era la región más proletaria del país, unido a la necesidad de que la dirección del Partido debía estar allí donde estuviera el centro de la vida política nacional y experimentar la sana presión proletaria”. Era una verdad a medias. Córdoba como centro geográfico de la Argentina ahorraba tiempo para los desplazamientos clandestinos de los miembros del Buró Político (BP) y, además, allí en Córdoba los jefes del PRT se sentían más protegidos por una infraestructura de complicidades que en Buenos Aires no tenían: Desde estamentos de la administración provincial hasta sectores del sindicalismo clasista que hacían la vista gorda. Por eso el presidente Juan Domingo Perón, entre otros motivos, va a intervenir al Ejecutivo provincial.
Aún, en reducidos ámbitos académicos, es recordado el ácido diálogo entre Perón y el gobernador Ricardo Obregón Cano:
Perón: Doctor, tenga cuidado con los infiltrados.
Obregón: No se preocupe, general, los izquierdistas están bien vigilados y se portan bien.
Perón: Me refiero a que no se vaya a infiltrar algún peronista en el gobierno.
Pero existía, además, otro objetivo para Santucho: desde 1973 quería pasar a otro nivel de la escalada del conflicto y eso significaba crear un foco guerrillero rural que permitiera en el futuro declarar una “zona liberada”. Ese foco iba a estar en Tucumán.
Era tan disparatado el proyecto que ni siquiera Fidel Castro se atrevió mínimamente a apoyarlo y la gestión de Mattini, de enero de 1974, en La Habana, fracasó. Para la época, el ERP venía de dos fracasos. El primero fue cuando intentó copar el Comando de Sanidad (septiembre de 1973) y el segundo con el abortado asalto al Regimiento de Caballería de Tanques 10 «Húsares de Pueyrredón» y al Grupo de Artillería Blindado 1 «Coronel Martiniano Chilavert» en Azul, provincia de Buenos Aires (enero de 1974), donde asesinan al coronel Arturo Camilo Gay, a su esposa, y secuestran al coronel Jorge Ibarzábal. Oportunidad en que el Presidente calificó a los terroristas de “reducido número de sicópatas” a los que habría que “exterminar”. La respuesta interna del comandante Mario Roberto Santucho fue que había constituido “una derrota militar pero un éxito político”. En Estrella Roja del 4 de marzo de 1974 se publicó una conferencia de prensa de los miembros de la conducción del PRT-ERP, Enrique Haroldo Gorriarán Merlo, José Manuel Carrizo y el “Gringo” Menna en la que se intentó explicar las causas de la muerte de la señora del coronel Gay. Para ellos la culpa había sido de los militares. En el mismo ejemplar se editó un largo artículo sobre el “canje de prisioneros y respeto a los combatientes” durante la Guerra de la Independencia de América Latina firmado por todas las organizaciones de la Junta Coordinadora Revolucionaria. Desde el 19 de enero hasta el 19 de noviembre de 1974 Ibarzábal permaneció en una “cárcel del pueblo” antes de ser ejecutado. Solo pudo comunicarse con su familia con la condición de que hiciera mención al pedido de canje de prisioneros.
En febrero de 1974, Santucho decidió realizar una conferencia de prensa y se invitó al “Buenos Aires Herald”, el diario perretista “El Mundo” y algunas agencias y medios extranjeros. Como no podía ser de otro modo participó la agencia de noticias castrista “Prensa Latina”. En la ocasión, “Robi” informó sobre la creación de la Junta Coordinadora Revolucionaria (Tupamaros de Uruguay; MLN de Bolivia, MIR chileno y el PRT-ERP) que enloquecería los últimos meses de vida de Perón y a los argentinos con asesinatos, robos extorsivos y asaltos. Entre su anuncio y el fallecimiento de Perón, el jefe del PRT-ERP tomó la decisión de ir a Tucumán y comenzar el entrenamiento de la guerrilla rural. Su ecuación era muy simple: “Si Vietnam pudo, nosotros también”, con la vista puesta en una “zona liberada” para demandar reconocimiento internacional. Este proyecto se inscribía dentro del concepto anunciado por Mario Roberto Santucho en el Comité Central Ampliado, que se desarrolló en enero de 1974. Mientras tanto el Ejército los observaba y criticaba la prudencia del gobierno.
El 16 de mayo de 1974, en la base aérea de Morón, el presidente argentino se encontró con el titular de facto de Chile, Augusto Pinochet. El jueves 6 de junio se conoció la creación del Comité de Seguridad que presidiría el propio Perón, los ministros de Interior, Defensa, Justicia y los comandantes generales de las FFAA. El decreto 1732 designaba como secretario de Seguridad al general de brigada Alberto Samuel Cáceres Anasagasti. Para ese entonces las organizaciones armadas hacía rato que hablaban de “guerra”. Los decretos que dieron vida al nuevo organismo fueron firmados por el presidente de la Nación antes de delegar el mando, el día 5, en el Aeroparque Metropolitano y emprender su viaje a Paraguay. La finalidad del nuevo organismo era coordinar toda la lucha en el interior y exterior como consecuencia de la generalización de la actividad terrorista en el Cono Sur.
Tras el fallecimiento de Perón y luego de varios hechos de violencia de un lado y otro, el ERP comenzó a operar, luego de establecer un principio de infraestructura tendiente a constituir el futuro ejército regular. El 11 de agosto de 1974, Santucho y Juan Manuel Carrizo (a) “El Manco” o “El Legendario”, responsable de las escuelas de cuadros, ordenan que el ERP ataque de manera simultánea dos objetivos militares. La “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez” al mando de Hugo Irurzún, “capitán Santiago”, intentó copar el Regimiento de Infantería 17 de Catamarca y la “Compañía Decididos de Córdoba”, bajo el mando del jefe de la compañía Juan Eliseo Ledesma, “capitán Pedro”, tomó por asalto la Fábrica de Explosivos de Villa María, Córdoba, con la ayuda del soldador entregador Mario Pettigiani. Durante la lucha robaron una importante cantidad de armamentos y fue secuestrado el subdirector, mayor Argentino del Valle Larrabure y el capitán Roberto A. García (horas más tarde encontrado herido en un camino de Córdoba), y gran cantidad de armamentos. “Nadie puede ya dudarlo. La guerra civil revolucionaria se ha generalizado en la Argentina. De un lado el ejército opresor, del otro bando las fuerzas guerrilleras (...) con la simpatía y el apoyo cada vez más activo de las masas obreras y populares”, dijo el ERP a través de su órgano “Estrella Roja”.
Como veremos, tras el secuestro el mayor Larrabure pasaría un poco más de un año en una “cárcel del pueblo” hasta que su cuerpo lacerado apareció en un baldío de Rosario el 23 de agosto de 1975.
En el ataque de Catamarca fueron fusilados 16 guerrilleros. Dos de ellos eran uruguayos que pertenecían a Tupamaros y, como tales, combatientes de la Junta Coordinadora Revolucionaria. Los restos de Dardo Betanccourt y Hugo Cacciavillani fueron enterrados en Uruguay. A partir de estos hechos, como acto de “represalia”, el ERP comenzó a asesinar oficiales del Ejército. Entre el 25 de septiembre y diciembre de 1974, fueron muertos 10 oficiales de los 16 estipulados. El mensuario “Cuestionario” (Año II, Nº 21) los enumeró: Jorge Grassi; Luis Brzic; Miguel Ángel Paiva; Jaime Gimeno; Juan Carlos Gambandé; José Gardón; Néstor López; Roberto Carbajo; Jorge Ibarzábal y Humberto Viola (asesinado junto a su hija de 3 años, María Cristina).
El 19 de noviembre de 1974, el Buró Político del PRT nombra “oficialmente” el comandante en jefe del ERP, y le otorgó el grado correspondiente a Mario Roberto Santucho (sin nombre de guerra, aunque firmaba “Roby” o “Carlos”), y también designa “oficialmente”, con el grado de capitán, a “Pedro” Juan Eliseo Ledesma como jefe del estado mayor central (planificaría el ataque en Monte Chingolo en diciembre de 1975 pero cae preso unos pocos días antes).
Mientras el PRT-ERP ajusta sus cuadros para lo que habrá de hacer, el mayor Larrabure seguía en una “cárcel del pueblo”. No estuvo en un solo lugar, por cuestiones de seguridad (de ellos) fue cambiado de sótano a sótano, lugares oscuros e insalubres. A mitad de 1975 pudo hacer llegar una misiva con la misma condición que se le fijó en el pasado al coronel Ibarzábal. Que hable del canje de prisioneros. Esta vez se hacía mención a terroristas detenidos cuando asaltaron el Comando de Sanidad en 1973. La misiva decía así: “18 de junio de 1975. Yo, mayor Argentino Larrabure se me pide que me informe que se lleva a cabo una negociación por parte del Ejército Argentino y el ERP por la cual se cambiará al suscripto por 5 (cinco) integrantes del ERP (Invernizzi, Gómez, Juárez, De Benedetti y Ponce de León). Argentino Larrabure Mayor.”
El 12 de julio de 1975 la familia recibió su última carta. Su hijo Arturo observará que “su letra era más chica, más apretada […] Demasiados meses de encierro en situaciones anormales y, aun así, escribía que no estaba mal. Hasta dónde querían llegar. Como hijo y ante tanta desesperación, deseaba un desenlace que acabara con tanta angustia. Anhelaba que lo liberaran”.
Luego, Arturo cuenta que “el 11 de agosto de 1975, sin respuestas de parte de los guerrilleros, mi madre, mi hermana y yo escribimos la última solicitada. Dudo que se la hayan hecho llegar. Me queda el sabor de haber realizado todo lo que a nuestro poco alcance estaba. Su vida no dependía de nosotros. Tan sólo de Dios y de las asesinas manos de sus captores, carceleros sin piedad, sin corazón y responsables de llevar a nuestro pueblo al peor baño de sangre de la historia argentina entre hermanos. Éste era nuestro dramático llamado: “Buenos Aires, 11 de agosto de 1975 “Al teniente coronel don Argentino del Valle Larrabure “A un año de tu secuestro te comunicamos que nos encontramos bien y con la misma fe que tú sobrellevas ese injusto cautiverio. Nosotros rogamos al Señor por tu pronto regreso. Besos y abrazos. Marisu, María Susana y Arturo.”
El familiar de un secuestrado que compartió con Larrabure tiempos de encierro pero que salvo su vida dirá: “El 19 de agosto de 1975, el industrial que ocupaba la celda contigua a la de Larrabure, sin saber de quién se trataba, oyó durante largos ratos una voz entrecortada por accesos de tos, que rezaba. Hacia el atardecer, según supuso, oyó que ese mismo compañero de encierro, en voz muy alta, si bien con evidentes problemas respiratorios o de garganta, cantaba el Himno Nacional. Luego hubo ruidos distintos, que no pudo interpretar, y finalmente un silencio largo como si el ocupante de la celda vecina hubiera sido evacuado”.
La respuesta del PRT-ERP a la familia Larrabure sería dejar su cadáver en un descampado, tal como informó la Policía: “Siendo las 15:30 horas de hoy (por ayer sábado 23 de agosto), por un aviso telefónico anónimo se hace saber a la seccional 18°, que en un camino vecinal frente a la estación El Gaucho, ex Hume, altura Ovidio Lagos al 7000, totalmente descampado y en las afueras de Rosario, se hallaba ‘un bulto cuyo hallazgo sería de sumo interés para la policía’”. Constituido el personal policial, comprobó que efectivamente, en dicho lugar y sobre el lado este del camino se hallaba un envoltorio de poliéster, tamaño grande y atado con una soga y sobre el mismo una tarjeta de identificación de cuenta bancaria del Banco de la Nación Argentina a nombre de Argentino Larrabure. Personal policial abrió el bulto, comprobándose que sobre un colchón de poliéster y tapado con una sábana y una frazada y en posición de cúbito ventral se encontraba el cuerpo sin vida de una persona de sexo masculino vestido de traje pijama y un pulóver y el que al parecer fue sometido a un proceso de congelamiento para conservar su estado. El cadáver presentaba señales de violencia alrededor de su cuello, al parecer de ahorcamiento. Posteriormente fue reconocido como el mayor Argentino del Valle Larrabure, quien se desempeñaba como segundo jefe de la Fábrica Militar de Villa María”. El médico de policía examinó su cadáver e informó que su deceso data de más de 48 horas. El cadáver se encontraba en estado de congelamiento, por lo que se supone que hasta momentos antes había sido guardado en una heladera o trasladado hasta ese sitio en algún camión frigorífico”.
Por Juan Bautista Tata Yofre
Publicado en Infobae