A la luz de los acontecimientos que se van sucediendo en los últimos tiempos relacionados con importantes temas geopolíticos, cambios climáticos hasta en la Antártida, esa tierra de nadie y de todos –próxima a modificar su estatus–
y con el acelerado crecimiento de la región austral como una zona más que codiciada del Atlántico Sur, nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur dejaron de ser “ese montón de tierra helada allí abajo” como, se dice, manifestó el presidente Reagan cuando Estados Unidos debió salir en apoyo de las fuerzas de Gran Bretaña durante la guerra de 1982. A partir de la finalización de la guerra, las Islas Malvinas se han convertido en una fortaleza extranjera, con proyección hacia un amplio espacio de esos codiciados mares del sur que, además de sus riquezas, unen estratégicamente los continentes a través de los espacios marítimos que bañan nuestro litoral.
Los asuntos diplomáticos y los temas de seguridad deberían estar pues en manos de políticos y estrategas a la altura de las circunstancias. Pero vemos cómo nuestro gobierno no solo no avanza con políticas serias y soluciones, sino que retrocede denunciando acuerdos con ligereza o promoviendo inversiones y ayuda de países que han puesto su mira en nuestro país, como la China, desaprensiva saqueadora de nuestra pesca e impulsora de proyectos peligrosos para nuestra soberanía, como la base de Neuquén, a la que ni el gobierno argentino tiene acceso.
¿Será por eso que nuestro ministro de Economía nos rebautizó como Argenchina?
Sofía Laferrère de Pinedo
DNI 0.495.590”
Publicado en La Nación