Se ha hecho justicia con la entrega del premio Oscar a la mejor película internacional Sin novedad en el frente. La película Argentina 1985, también candidata al premio, se presenta desde un principio con apariencia de documental, influyen el tema y la calidad interpretativa de los artistas, pero hay un sutil y sesgado enfoque.
Nada mejor que transcribir la opinión del columnista Pablo Sirvén, que lo sintetiza con brillante claridad: “Si los jurados además de apreciar la película googlearan las repercusiones locales, se habrán encontrado con todo tipo de controversias: si se ningunea la figura de Raúl Alfonsín, si se maltrata la memoria de Antonio Tróccoli, si no resultó injusto omitir la labor de la Conadep y si no debió incluirse, de alguna manera, que antes de aquel juicio hubo un accionar sangriento de guerrillas armadas que era imprescindible combatir (aunque no a costa de violar sistemáticamente los derechos humanos de culpables e inocentes, como sucedió). Para los amantes de lo políticamente correcto, poner distancia y no involucrarse con esas polémicas pudo ser algo imprescindible que los decidió a darle el Oscar a una producción más ecuménica como Sin novedad en el frente”.
Norberto C. Baladía
DNI 4.819.942
Publicada en La Nación