República Argentina: 8:43:31pm

Por Santiago Rivas publicado por www.pucara.org

Hace pocos días, varios medios se hicieron eco de las declaraciones del presidente argentino, Javier Milei, citando el ranking del Global Fire Power para indicar que la Argentina era la 23º potencia mundial.

Más allá del error en la cita, ya que el ranking pone a la Argentina en el 33º lugar y no en el 23º, es preciso analizar qué tan cierto es dicho ranking y qué es lo que realmente mide. Muchas de las críticas a las declaraciones del presidente se enfocaron solamente en el estado de las Fuerzas Armadas de la Argentina, que sigue siendo bastante crítico y están lejos de ser las 23º o 33º más poderosas del mundo. Sin embargo, dichas críticas parten de una falta de comprensión de lo que mide el índice Global Fire Power de 2025, lo cual les quita todo su valor.

El primer punto que se debe tener en cuenta es que los rankings siempre son bastante inexactos, ya que se basan en información de fuentes abiertas, donde los datos son nominales (por ejemplo, cantidad de personal, cantidad de aviones o buques) pero no profundizan en detalles como el estado de ese material, si es moderno o no, el equipamiento y armamento asociado, ni otras cuestiones que ningún país divulga, como el grado de alistamiento y entrenamiento, la motivación del personal y muchas otras cuestiones que hacen a la capacidad real. Esto no solo vale para la Argentina, sino para todos los demás países que aparecen en el índice.

Es preciso tener en cuenta también que la mayoría de los países divulga datos irreales o exagerados del estado de su defensa, simplemente porque la narrativa es parte de la disuasión. En muchos casos se puede ver que la dotación de equipamiento toma en cuenta las cantidades incorporadas, a veces décadas atrás, sin informar las cantidades dadas de baja o fuera de servicio por tiempos prolongados y canibalizadas. En algunos de los artículos que han analizado este índice, por ejemplo, se han hecho comparaciones con países de la región citando cantidades de equipamiento que son erradas o material que directamente está fuera de servicio o dado de baja.

Por otro lado, en cuanto al material, toma las cantidades de inventario y les reduce el 20%, que es el porcentaje de material que, en condiciones óptimas, estaría en mantenimiento, pero no mide la indisponibilidad de material por falta de repuestos y presupuesto, ni el nivel de confiabilidad de esos medios. Tampoco toma en cuenta la soportabilidad en términos de acopios para hacer frente a un conflicto, medidos en cantidad, calidad y stock por tiempo de operación, como es el equipo individual de combate, repuestos, insumos, munición, misiles, raciones, etc.

El índice tampoco mide el nivel de adiestramiento y da por sentado que todos los países tienen un nivel óptimo, cuando en los hechos esto es muy variable.

Si bien eso le resta exactitud y, por ende, calidad, a este índice, es preciso entender que eso aplica a todos los países y no solamente a la Argentina. En la actualidad, la totalidad de los países de América Latina está atravesando por situaciones muy complicadas en su capacidad de defensa, debido a los crecientes recortes presupuestarios, situación que hoy está siendo cada vez más grave en países como Brasil, Chile y Colombia, donde los gobiernos vienen recortando fondos y limitando las capacidades de sus fuerzas de manera considerable.

Planteado esto, es importante analizar qué es lo que realmente mide el índice Global Fire Power, donde se destaca que el índice no mide solo la capacidad militar nominal, sino la capacidad de una nación de sostener una guerra, yendo mucho más allá de lo militar para ir también a otros factores que hacen a una nación en armas: Recursos naturales, recursos humanos y recursos financieros, infraestructura y muchas otras cuestiones. Por ejemplo, toma en cuenta la población de un país, cuántos de ellos están disponibles para servir militarmente y cuánto es el personal en reserva. También incluye cuestiones como la producción de petróleo, gas y carbón, las redes de caminos, vías férreas, puertos y aeropuertos, la superficie del país, kilómetros de costas y aguas territoriales, ríos navegables, kilómetros de fronteras, reservas de divisas, nivel de endeudamiento.

En este sentido, hay valores, como la superficie, líneas de costas, población y otros, que son ponderados y no son afectados por situaciones coyunturales del país. Otros factores que toma en cuenta el índice no pertenecen al ámbito de la defensa, pero sí a la situación del país, como las reservas de divisas, endeudamiento o producción de energía.

Además, toma en cuenta la producción de productos, tanto materias primas como productos industrializados, para determinar la capacidad de un estado de abastecer un esfuerzo de guerra prolongado, tanto con alimentos como con equipamiento, no solo por contar con la industria para hacerlo como con las materias primas para poder producir. En esto toma en cuenta la industria civil que puede tener un uso dual para producir equipamiento militar.

La logística es en la defensa tal vez el factor más olvidado, pero tanto o más relevante como la capacidad de combate que tienen las unidades que están en el frente. Si el soldado se queda sin comida, sin munición o sin equipamiento, no puede combatir. Y una nación que no puede brindar esos insumos, tiene su capacidad de combate limitada. Hay que tomar en cuenta también que el índice Global Fire Power no toma en cuenta la participación de los países en alianzas como la OTAN, sino el poder de ese país por sí solo. Por eso países como Holanda o Dinamarca, que pertenecen a la OTAN y tienen una gran capacidad militar, están en puestos inferiores en el ranking, debido a que tienen muchos menos recursos naturales para hacer frente a un conflicto actuando solos, por lo que su logística se vería comprometida rápidamente. También, su reducido tamaño les juega en contra, por carecer de profundidad estratégica y que todos sus centros de poder estarían rápidamente al alcance de cualquier arma enemiga, como fue el caso cuando fueron invadidas por Alemania en la 2º Guerra Mundial.

La capacidad de un país para sostener una guerra y proveer al frente de los recursos humanos, equipamiento, munición, insumos médicos y demás, así como sus redes de transporte para hacer llegar los insumos al frente, es un aspecto fundamental que muchas veces no es tenida en cuenta por quienes analizan la defensa. Este punto se pudo ver claramente en la invasión rusa a Ucrania, donde la toma de Kiev así como de todo el norte del país por parte de Rusia se vio frenada por la incapacidad rusa de abastecer adecuadamente al frente, lo que llevó a la derrota de sus fuerzas y la retirada para enfocarse en el Donbas, en donde las líneas logísticas no solo eran menores, sino que los rusos podían emplear el ferrocarril que está conectado a la red de ferrocarriles rusa. Ucrania, por su lado, demostró hoy una capacidad de resiliencia muy grande al transformar su capacidad industrial civil en una industria bélica que hoy produce casi la mitad del material empleado en el frente, cuando al comienzo de la guerra tenían una capacidad ínfima para abastecer a sus tropas. Eso se logró gracias a la capacidad del país en recursos humanos, industria y recursos naturales para poder generar esa producción.

El índice Global Fire Power también toma en cuenta la geografía como factor a ponderar, porque es importante por varias cuestiones: por un lado está la profundidad estratégica, que permite a un país tener capacidad para replegar sus fuerzas o mantener activos fuera del alcance del enemigo. Por ejemplo, Chile no tiene profundidad estratégica con Argentina, pero sí con Perú. Los países muy pequeños no tienen profundidad estratégica y sus posibilidades de hacer un repliegue son escasas o nulas, mientras que muchas veces todos sus puntos vitales están al alcance de las armas enemigas.

La geografía también pesa en cuestiones que hacen a la facilidad de defender un territorio, como, por ejemplo, una línea de costa muy larga o una frontera muy larga con un único país hacen más difícil la defensa porque obligan a dispersar fuerzas. También el tipo de terreno, como montañas, desiertos, grandes ríos difíciles de cruzar o pantanos, que pueden facilitar o no la defensa. Lo mismo aplica para el clima de cada país, ya que influye de manera directa en las operaciones militares, como ya aprendieron bien las fuerzas de Napoleón y las de Hitler al invadir Rusia.

Esos factores son tenidos en cuenta porque hacen a la capacidad de la nación para movilizarse y sostener un conflicto en el largo plazo. Por ejemplo, el índice también toma en cuenta cuántas personas podrían movilizarse en un año de conflicto, en el segundo año, tercer año y así sucesivamente. También toma en cuenta el poder de compra que tiene la nación, porque es la capacidad que puede llegar a tener para comprar equipamiento o invertir en producción propia ante un conflicto.

Algunas críticas al ranking publicadas en uno de los artículos que ha tocado el tema han planteado que la Argentina no podría estar por encima de “Corea del Norte, una potencia nuclear; Noruega, Holanda, Finlandia, Bélgica y Portugal, que integran la OTAN, e, incluso, por encima de Colombia, claramente el segundo mayor instrumento militar en Sudamérica”. Sin embargo, esas críticas no toman en cuenta que esos países tienen una posición inferior a la Argentina en muchos de los aspectos tratados por el ranking: Corea del Norte es un país menor, con menos recursos naturales y una economía en pésimo estado, por lo que su capacidad de sostener una guerra prolongada sin asistencia de otros estados es bastante limitada. Lo mismo con los países de Europa que se citan, dado su reducido tamaño y la escasez de recursos naturales que les imposibilitaría sostener una guerra si no pueden abastecerse en el exterior, por ejemplo, si tuvieran un bloqueo. Como se indicó más arriba, el ranking no toma en cuenta la pertenencia a alianzas, por lo que el hecho de que integran la OTAN no es tenido en cuenta. Países como Bélgica y Holanda, por ejemplo, tienen escasísimos recursos naturales y todos los países de Europa son más chicos que la Argentina.

Con respecto a la comparación con Colombia, las críticas miran solo el instrumento militar y no el conjunto de todo lo que hace al poder de una nación, tal como mide el índice. Colombia tiene mayores fuerzas armadas, mejor adiestradas y equipadas, con experiencia en combate, pero también tiene menos recursos naturales, menor desarrollo industrial, es un país menor con una geografía muy compleja, una red de transporte más pobre, graves conflictos sociales y otros factores que le restan en este ranking.

Por todo esto es preciso considerar que, por un lado, el ranking, como todos los que existen midiendo cuestiones de defensa, tiene poco valor real porque hay mucha información que es imposible de medir y ponderar, como son los grados de alistamiento, motivación, etc., pero, por otro lado, es preciso entender qué es lo que realmente mide y por qué ubica a la Argentina en la posición 33º a pesar de la mala situación de sus Fuerzas Armadas. Muy posiblemente, la valuación que hace el ranking no esté errada al ubicar a la Argentina en la posición 33º, basándose en los factores que pondera, a pesar de que eso diga poco sobre cómo le puede ir al país en un conflicto.