Por Rafael P. Palomo publicado en www.republica.com
Europa tiene una última bala para evitar una humillación ante Rusia: el cambio de liderazgo en la mayor potencia europea.
Por qué importa. Trump está determinado en cumplir su promesa de poner un fin rápido al conflicto en Ucrania. Esto significa acceder a las condiciones rusas para un cese al fuego, más no a las de Ucrania. EE. UU. tiene la sartén por el mango, ya que han sido ellos quienes han financiado, en su mayoría, la defensa ucraniana los últimos tres años.
Para Europa, es inaceptable una concesión territorial del agredido a un agresor.
La UE decidió aceptar el sostén financiero de la Administración Biden, sin estar dispuestos a igualar el esfuerzo en materia económica ni humana — con tropas—.
En esta prolongada guerra, Rusia y Ucrania han puesto los muertos; EE. UU. ha puesto el dinero, y Bruselas ha observado expectante, acto del que ahora se arrepienten.
En perspectiva. Friedrich Merz, posible futuro primer ministro alemán, tiene clara su prioridad; no es la economía, como tampoco hacerle frente a AfD; el principal punto en agenda es Ucrania. Hace meses que Bruselas despertó —10 años tarde— sobre el riesgo de no tener una política de defensa propia.
Tras tres años desde la invasión y más de 10 desde la anexión de Crimea, Europa ha “descubierto” que necesita independencia militar.
Para EE. UU., la hemorragia de recursos invertidos en Ucrania debe terminar; para Europa, también, pero bajo condiciones que garanticen la seguridad europea.
La parálisis política previa a las elecciones en Alemania había atado las manos de Bruselas; ahora, Europa corre contra el casi finalizado reloj de arena de Trump.
Entre líneas. Alemania es la primera economía europea. Aparte de ser la potencia manufacturera de Europa, es el principal financiador de la UE. Con la victoria de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) en Alemania, Ursula von der Leyen —presidenta de la Comisión Europea— tendrá, probablemente, un primer ministro de su partido al mando del país con mayor influencia dentro del Parlamento Europeo (PE).
La mayoría del Partido Popular Europeo (PPE) en el PE se verá reforzada por el liderazgo de Merz, quien ha alineado sus declaraciones con la postura del PPE ante Trump.
Fuentes del PPE declararon a República que la prioridad de la eurobancada es aumentar el gasto militar y determinar una política militar independiente de los lineamientos de EE. UU.
El abandono de Trump ha promovido una Europa unida, pero con un déficit militar imposible de compensar a tiempo.
Visto y no visto. El tiempo apremia y Bruselas urge a Merz a formar gobierno en Alemania. La leve mayoría de la CDU, y su negativa para formar una coalición con la AfD, probablemente obligue a Merz a formar una alianza con los socialdemócratas.
Pero Europa no tiene tiempo ni paciencia. El PPE necesita un gobierno conformado y estable en Alemania para poder tomar decisiones.
La política doméstica alemana se verá condicionada por los intereses inmediatos de la UE.
España anunció una donación de € 100M para Ucrania; Von der Leyen anunció que la UE aportaría con € 3200M, pero compromisos como el aumento del gasto militar al 3 % en la eurozona requieren de un liderazgo alemán estable.
En el radar. Mientras Europa ordena su casa, EE. UU. sigue avanzando su propio plan de paz. Líderes, como Emmanuel Macron, han logrado apaciguar la relación con Trump y Zelenski se ha comprometido a un acuerdo que le de acceso a EE. UU. a minerales estratégicos de Ucrania.
Todos estos esfuerzos serán en vano si la UE no puede presentarle a Trump un plan estratégico lo suficientemente atractivo como para retrasar el fin del conflicto.
Europa ha logrado incluirse en la mesa de negociación de la que EE. UU. le había apartado, pero su voz y voto siguen sin igualar los de Putin.
El futuro del conflicto y de la defensa Europea depende de un gobierno alemán que todavía no se ha conformado.