Para una sociedad, invertir en defensa sería como gastar en un seguro para la casa o el auto: no se percibe el daño que evita hasta que este se produce. Vivimos en un mundo que experimenta una peligrosa escalada de conflictos bélicos y sufre el cambio climático. Hemos sido testigos de la vocación de servicio, eficiencia y compromiso de nuestras Fuerzas Armadas ante emergencias de este tipo en todo el territorio, como también de su valiosa actuación en pandemia.