Artículo especial Por José Luis Miliá
Hubo un momento en el que los argentinos creyeron que la guerra que los atormentaba, una guerra sucia y desgraciada, colateral de la guerra fría- donde el eje de la acción bélica era la bomba, la huelga revolucionaria o el asesinato por la espalda en cualquier esquina del país, pero también el asalto a cuarteles y el bosque tucumano como remedo de un Vietnam autóctono- había terminado. Era tanto el deseo que así fuera que no se les ocurrió pensar que generalmente las expresiones de deseo casi nunca se cumplen.