Hasta ahora las penurias eran para los retirados quienes, al dejar el servicio activo y en particular aquéllos que no habían promovido medidas cautelares, pasaban a cobrar la tercera parte de sus pares en actividad.
Pero todo parece haberse revertido drásticamente tras el decreto presidencial que blanquea los haberes, formalizando las nuevas escalas a partir del primero de agosto. Los nuevos valores, sujetos ahora a la implacable guadaña impositiva, hacen que en no pocos casos, en particular en los mandos superiores, se llegue a la amarga conclusión de que el remedio prometido desde la Casa Rosada termina siendo peor que la enfermedad.