Mientras los combates entre las milicias prorrusas y las tropas ucranianas entraron en una nueva semana de acciones de gran intensidad, Moscú, esgrimiendo argumentos de la Directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) Christine Lagarde, acusó a la Junta Gobernante de Kiev de marchar “contra su propio pueblo”.
Lo hizo a partir de que Lagarde reconoció que la economía de Ucrania estaría en crisis terminal si Rusia no le presta ayuda financiera, toda vez que es materialmente imposible –en el marco de la crisis internacional- atender excluyentemente las necesidades de Kiev.
Para los analistas internacionales, una vez más, el costado económico y sus consecuencias, se convierten en la verdadera Espada de Damocles al calor de los combates.
Esto es consecuencia, de acuerdo a los mismos analistas, de que el pasado primero primero de mayo el FMI acordó con Ucrania un crédito de 17 mil millones de dólares en los límites del programa de estabilización stand by.
Pero, según esos observadores, una de las condiciones para la concesión del crédito fue la renuncia de la ejecución de los programas sociales y el aumento de las tarifas de los servicios municipales, algo acostumbrado (por otra parte conocido en la Argentina) cuando el organismo crediticio internacional fija sus estrictas condiciones para abrir el grifo financiero.