República Argentina: 11:25:40am

POR MAURICIO ORTÍN * publicado en www.laprensa.com.ar

El video difundido por el gobierno nacional el 24 de marzo pasado, referido al mismo día, pero de 1976, desencadenó diversos efectos. Entre otros, la aparición de los ecuánimes.

El fugaz spot que tuvo como protagonistas a Juan Bautista “Tata” Yofre, María Fernanda Viola y Luis Labraña ha sido objeto de la crítica de algunos periodistas por la supuesta falta de ecuanimidad en la que incurre.

Mariano Yezze dijo, por ejemplo, que hay que mirar adelante, salir de la grieta y no llevar el péndulo al otro extremo; Luis Novaresio, además de hacerle una crítica de orden estético, observó que en el video no se hace mención al golpe de Estado y, por ende, tampoco se lo repudia. Pablo Mendelevich, por su parte, acusó al gobierno de “construir un relato espejo, que esconde o que excusa, con más soslayo que negación explícita, la represión ilegal planificada y ejecutada por los militares” y, agregó, que la corrección del relato de los derechos humanos que hace el Gobierno sesga la verdad y lo hace caer en la parcialidad más equívoca.

Los tres, a su modo, reparan en el uso político que hizo de los derechos humanos el kirchnerismo pero, al mismo tiempo y por el video de 12 minutos del gobierno de Milei, le endilgan a éste último ejecutar una operación idéntica desde el otro extremo.

Los ecuánimes no objetan la principal tesis del relato kirchnerista y de la izquierda, según la cual el gobierno militar que comenzó el 24 de marzo de 1976 derrocó al gobierno constitucional con el objeto de aplicar una política económica liberal entreguista acompañada del inevitable plan genocida para eliminar a aquellos que se opusieran a la misma. Para nada. La asumen como cierta.

Lo que desaprueban es el uso espurio y la prostitución de la causa convirtiendo a las ONG de Madres de Plaza de Mayo y otras vinculadas a los derechos humanos en organizaciones clientelares al servicio del gobierno de los Kirchner.

Es decir que tanto los kirchneristas como los ecuánimes comparten la visión global de lo ocurrido en la década del 70; esto es, que no hubo guerra y sí en cambio, genocidio. Por ello, se oponen al video del gobierno con el cuento de la ecuanimidad.

Juan Bautista “Tata” Yofre, con el respaldo de documentación, ha escrito más de una decena de libros que dan unavisión objetiva de los 70. Es, lejos, quién más ha hecho por la verdad histórica. Luis Labraña, un protagonista de los hechos, aniquila la mentira de los 30.000 desaparecidos y sostiene que fue una guerra. María Fernanda Viola, que vio cómo asesinaban a su padre y a su hermana y fue herida gravemente, contó que para ella y sus víctimas los derechos humanos pasaron de largo olímpicamente.

Los homicidas de semejante atrocidad, en cambio, recibieron las indemnizaciones del Estado y, como si fuera poco, se presentaron como víctimas-querellantes contra los policías que los atraparon y el juez que los condenó. Y esos policías fueron condenados como criminales de lesa humanidad. Los “ecuánimes”, mutis por el foro.

La vicepresidente Victoria Villarruel, por denunciar en solitario la falta de ecuanimidad del Estado para con las víctimas del terrorismo montonero y erpiano, es hostigada sistemáticamente con los calificativos de “negacionista” y “defensora de genocidas. Es que la Secretaría de Derechos Humanos, desde Néstor Kirchner hasta aquí (Macri, incluido), solo reconoce como víctimas de crímenes de lesa humanidad a los erpianos y montoneros abatidos o apresados.

Uno que tomó nota de esta realidad es el diputado del Frente de izquierda Gabriel Solano. A una pregunta de Eduardo Feinmann, Solano respondió: “¿Es delito de lesa humanidad poner una bomba en un colegio o cine?” Respondió: “Depende quien la ponga.”

El kirchnerismo, con los partidos de izquierda y los ex terroristas, inventaron el relato del “genocidio” para borrar de la memoria a la guerra; la que, en los ’70, los subversivos reivindicaban en sus revistas y en sus atentados criminales. A fieros guerrilleros tipo Che Guevara el relato K los convirtió en jóvenes idealistas defensores de la democracia.

Miles de millones de dólares del erario público se malgastaron en ello. Hebe de Bonafini recibió dinero para hacer la universidad del relato; también para hacer casas para los pobres.

La Secretaría de Derechos de la Nación se convirtió en el “ministerio de la Verdad”. Se financiaron ONG de H.I.J.O.S., películas, congresos, libros, revistas, actos de victimización terroristas y de repudio a militares. Las inmensas instalaciones de la ESMA fueron puestas al servicio de la “Memoria”. Se adaptaron, con la supervisión del ex jefe de Inteligencia de Montoneros Horacio Verbitsky, los planes de Estudio de los niveles primario, secundario y terciario de todo el país.

Se derribaron símbolos públicos en los que se homenajeaba a caídos en la guerra contra la subversión: el busto del Capitán Humberto Viola en la ciudad de Tucumán, el monumento al “Combate de Manchalá” en Salta, el cuadro del juez Jorge Quiroga en la Cámara del Crimen de la Capital Federal, entre otros.

En abierta contradicción, calles, plazas y estaciones de subte fueron bautizados con nombres de asesinos como el de Rodolfo Walsh. No se escuchó a nadie pedir ecuanimidad.

La única manifestación del gobierno de Mauricio Macri, hereje al dogma establecido, digna de ser citada, fue la proferida por el secretario de Cultura de CABA, Darío Lopérfido, quién afirmó la verdad de que el número de 30.000 desaparecidos era falso. Como no podía ser de otra manera, fue eyectado fulminantemente del cargo. Mas, lo verdaderamente grave de los efectos del relato K ha sido su impacto en la Justicia. Ello porque los jueces y fiscales federales tomaron lo del “genocidio” como una verdad revelada y, lo de la guerra, como una “fake news” de los “negacionistas”.

Así se procesa, calumnia y condena a pudrirse en cárceles a miles de militares, policías, empresarios, etc. Los querellantes, por lo general, son aquellos que en los ’70 querían exterminarlos con las armas.

Todo el aparato judicial de la nación está a su servicio. No se ve a “los ecuánimes” pidiendo igual trato para con los criminales terroristas de Montoneros y el ERP. Eso sí, para los 12 fugaces minutos del video oficial del 24 de marzo ¡Ecuanimidad ya!

*Miembro del Centro de Estudios en Historia, Política y Derechos Humanos de Salta


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