República Argentina: 3:33:44am

 


Por Nicolás Lantos

A los 53 años, Agustín Rossi desempeña por primera vez un rol ejecutivo. Ya en funciones como ministro de Defensa, recibe a Página/12 en su flamante despacho en el Edificio Libertador. Allí cuenta de sus planes para la cartera que le confió Cristina Fernández de Kirchner y dice que sintió “que había una muestra de confianza enorme de la Presidenta para invitarme a que la acompañe en su gabinete”. Rossi insiste en definirse como un funcionario militante, destaca la “idea de la construcción colectiva” que comparten los kirchneristas y advierte que “es difícil de entender el sueño colectivo para aquellos que sólo tienen aspiraciones individuales”.

Comentan en su entorno que Rossi es incapaz de disimular su carácter cuando está mal humor: por eso le dicen “el Chivo”. El ministro de Defensa, sin embargo, luce sonriente y relajado. Su estado de ánimo desmiente a quienes interpretaron su salida de la presidencia del bloque de diputados del Frente para la Victoria como un paso en falso y él también: “Al contrario”, espanta esa idea con una mano como si fuese un mosquito. “Sentí que había una muestra de confianza enorme de la Presidenta para invitarme a que la acompañe en su gabinete.”

El Ministerio de Defensa es el último paso de una carrera política que Rossi comenzó en el PJ de Rosario, partido al que representó como concejal a fines de la década del ’80 y luego a partir de 2002. En el ínterin, desencantado con el rumbo político del país, decidió retirarse a la actividad privada, ejerciendo como ingeniero. En 2005, a instancias de Néstor Kirchner, fue candidato a diputado nacional, ingresó a la Cámara baja y comenzó a presidir el bloque oficialista, labor que cumplió durante siete años y medio, con un record que pondría verde de la envidia a cualquier campeón de boxeo: una sola votación perdida en todo este tiempo, aquella del 82 por ciento móvil para las jubilaciones, durante los dos años que el kirchnerismo perdió la mayoría en manos del conglomerado opositor. El termo y el mate que él mismo ceba durante toda la entrevista es el que usaba en su despacho en el Congreso.

Autodefinido como funcionario militante, Rossi llega al Ministerio de Defensa acompañado por la imagen del Ejército colaborando, codo a codo con militantes políticos y sociales y organizaciones civiles tras el temporal que azotó la ciudad de La Plata, en abril, y que la misma presidenta Cristina Fernández de Kirchner recordó en pasajes importantes de sus intervenciones públicas desde entonces. En sus primeros días al frente del ministerio, Rossi habló de una “nueva etapa” para el área y de “tender puentes” entre las Fuerzas Armadas y la sociedad.

–¿Cuál es el significado de esas definiciones?

–La primera medida tomada por decisión de la Presidenta tras mi designación fue la creación de dos nuevas secretarías: una, la Secretaría de Coordinación Militar de Asistencia en Emergencias, es la que ocupa María Cecilia Rodríguez, que tiene la mirada puesta fundamentalmente en la emergencia y tiene a su cargo diseñar cómo tiene que ser la participación de las Fuerzas Armadas ante situaciones de este tipo. La otra, la Secretaría de Ciencia, Investigación y Desarrollo, con Santiago Rodríguez, es básicamente una secretaría de producción para la defensa. Con el reingreso de Fabricaciones Militares, sumado al astillero Tandanor, a la Fábrica Argentina de Aviones, hace a una cantidad de recursos que nosotros tenemos que potenciar, jerarquizándolos, visibilizándolos y potenciándolos. Por eso hablo de nueva etapa, porque le daremos prioridad a ese perfil que se complementa perfectamente con todo lo bueno que se viene haciendo en esta área durante las gestiones de Nilda Garré y Arturo Puricelli. El sentido que queremos darle a esta gestión surge desde estas nuevas secretarías porque son dos lugares donde la sociedad puede tener una mirada mas completa sobre el rol de que deben tener las Fuerzas Armadas en un país de paz. Ese es de alguna manera el desafío.

–Hace dos semanas, todavía en el Congreso, defendiendo la ley de exteriorización de capitales, usted se definió como un militante antes que como un diputado. ¿Cómo se traslada esa definición a su nuevo rol?

–Yo en ese discurso estaba diciendo que hay algunas cosas que a veces no se entienden de nuestro espacio político, como el tema de la épica. Es difícil entender la épica para aquellos que no tienen épica, o el sueño colectivo para aquellos que solo tienen aspiraciones individuales: nosotros nos concebimos como parte de una construcción colectiva. En ese marco, reivindiqué que nuestro rol de militantes es previo a las distintas funciones que en cada momento y en distintas circunstancias uno pueda ocupar. Yo me siento un militante político de este proyecto y siempre dije que iba a estar en el lugar que en que la Presidenta considerara que tenía que estar. La Presidenta pensó que en esta etapa yo debía estar aquí en el Ministerio de Defensa y lo voy a hacer con las mismas ganas, con la misma convicción y con el mismo esfuerzo que puse en los siete años y medio que estuve al frente del bloque. Esto es lo que estoy haciendo. Pero la sensación que yo tengo, además, es que esto que me pasa en términos personales no es algo solamente mío. Sé que la mayoría de los militantes que componemos el Frente para la Victoria tiene esa misma mirada, esa misma concepción, que tiene que ver con esta idea de la construcción colectiva, de defender valores, de defender convicciones. De eso se construye nuestro espacio político.

–No parece estar viviéndolo como un “freezer” al que lo metieron para despejar la interna santafesina, como plantearon públicamente algunas figuras de la oposición...

–Para nada. Esa idea tiene que ver con una tendencia a ver las decisiones políticas desde el punto de vista de la mezquindad, con una mirada muy coyuntural, muy chiquita. Nadie elige a un colaborador para un cargo tan importante solamente para resolver otras cuestiones subalternas. Me parece que es una mirada muy primaria. La verdad es que yo sentí exactamente lo contrario. Sentí que había un reconocimiento, una muestra de confianza enorme de la Presidenta para invitarme a que la acompañe en su gabinete. Eso para mí es decisivo a la hora de pensar la política y pensarme como parte de este proyecto político así que inmediatamente que la Presidenta me lo dijo, empecé a pensar cómo va a ser mi trabajo acá y lo hice con mucha alegría. Cualquier otra lectura es muy chiquita o directamente intencionada.

–La designación de Santiago y María Cecilia Rodríguez fue interpretada por algunos medios como una avanzada de La Cámpora en el Ministerio de Defensa...

–Tanto Santiago como Cecilia son excelentes cuadros políticos, excelentes militantes que han demostrado una enorme eficiencia en cada una de sus tareas anteriores. Cecilia empezó en el Ministerio de Desarrollo Social, estuvo en Relaciones con la Comunidad en el Ministerio de Seguridad, es una especialista en todo lo que es la acción de las distintas agencias del Estado en los momentos donde se da una situación así. Su aporte es indispensable, con experiencia concreta. Uno no puede hablar de emergencia desde la teoría, uno tiene que hacerlo desde la práctica y desde la gestión. Y Santiago viene de ser interventor de Fabricaciones Militares, tiene una gestión excelente allí, conocida por todos los que están en el tema, y tiene experiencia en la relación con las fuerzas. Yo creo que los dos van a aportar muchísimo a la gestión y eso explica sus roles.

–El Ministerio de Defensa, en los últimos meses, se vio expuesto ante situaciones adversas, como la vivida por la Fragata Libertad, el hundimiento del Santísima Trinidad, las denuncias acerca de la Campaña Antártica. ¿Hay planes específicos para evitar otros problemas parecidos?

–Sabemos cuál es la situación de coyuntura política hoy en la Argentina. Hay un grupo de medios que tienen una mirada contraria al gobierno argentino y que intentan llevar adelante una campaña de desprestigio, de desgaste de la gestión y fundamentalmente de la figura de la Presidenta. Yo no me engaño: nosotros sabemos lo que está pasando. Ya sucedió en la Argentina en otros períodos y con otros gobiernos nacionales, populares y democráticos que siempre se los ha intentado atacar y desgastar desde determinados lugares. Nosotros ante eso tenemos que responder con la gestión, respondiendo a cada situación que pueda generarse, tratando de que la gestión sea lo más eficiente posible. Cuando uno gobierna tiene una responsabilidad primaria, que es la gestión. Sobre eso vamos a poner todo nuestro esfuerzo. Nos preocupamos por la gestión y no por lo que algún medio de comunicación pueda llegar a decir.

–¿Cuál será la política de su ministerio respecto de los juicios de lesa humanidad por crímenes cometidos durante la última dictadura militar?

–Esta es una etapa en donde todo lo que son los juicios por delitos de lesa humanidad está en manos de la Justicia. Nosotros tenemos clara nuestra posición sobre esta cuestión, que es Memoria, Verdad y Justicia. Esas son nuestras consignas y van a seguir estando presentes en cada cosa que se haga desde este ministerio y desde este gobierno. Es una política de Estado del Estado argentino.

 

Más Leídas