La directiva, que afecta a agencias como el GCHQ, las principales agencias de espionaje y diversas ramas de inteligencia del Ministerio de Defensa del Reino Unido, impide expresamente la transmisión de información de alta seguridad, anteriormente conocida bajo la abreviatura “Rel UKR”, a las autoridades ucranianas.
Desde el inicio del conflicto hace tres años, el Reino Unido, junto con otros aliados de seguridad occidentales como Australia y Nueva Zelanda, había compartido esta inteligencia, considerada crucial para el apoyo a Ucrania.
Sin el apoyo militar de Estados Unidos, la guerra entra en su etapa final
La decisión de Washington ha llevado a que los socios de inteligencia estadounidenses, incluidos los del Reino Unido, vean revocada su autoridad para transmitir dicha información. “Estados Unidos controlará estrictamente la distribución de su inteligencia a Ucrania a través de agencias con sede en Kiev”, declaró un experto en inteligencia militar británico, subrayando que esta medida era lo que se esperaba ante la creciente presión para limitar el flujo de información hacia Kiev.
Un alto funcionario ucraniano comentó al Financial Times que “tenemos dos o tres meses. Después de eso, la posición será muy difícil para nosotros”, advirtiendo que, aunque no se producirá un colapso total, Ucrania se verá obligada a retirarse de algunas áreas más rápidamente.
Los críticos sugieren que este congelamiento podría prolongar el conflicto al incentivar al Kremlin a explotar las menguantes existencias de armas y municiones de Kiev para lanzar una nueva ofensiva territorial, especialmente considerando que Rusia ocupa actualmente aproximadamente una quinta parte de Ucrania, incluidas las provincias orientales y Crimea.
Aunque Europa podría, en teoría, duplicar su apoyo utilizando activos rusos congelados para financiar nuevas armas, la tecnología de alta tecnología proporcionada por Estados Unidos, incluyendo los sistemas de defensa aérea Patriot, sigue siendo esencial para que Ucrania defienda sus cielos contra los continuos bombardeos rusos.
La medida ha provocado reacciones de pesar entre los aliados de la OTAN. La ministra de Asuntos Exteriores de Finlandia, Elina Valtonen, expresó a un grupo de expertos en Londres: “Necesitamos a los estadounidenses militarmente”, mientras que el primer ministro británico, Keir Starmer, criticó la decisión comparándola con abandonar a Ucrania ante la amenaza rusa, lo que, según Starmer, equivale a “aceptar que su agresor gane”.