Sin declaración de guerra, ocurrieron la antigua invasión inglesa de las islas, su recuperación el 2 de abril de 1982 y la nueva invasión inglesa. Sin declaración de guerra, hubo cruentas batallas en tierra, mar y cielos de las islas y sus alrededores, con importantes pérdidas humanas y materiales.
Una campaña militar entre dos países se llama guerra; un acto político que no necesita formalidades. ¿Cómo explicar que no fue una guerra sino una mera campaña militar a los excombatientes de ambos países que sobrevivieron –aun con graves secuelas–, a la memoria de los que allá quedaron y sus familiares, y a los ciudadanos de uno y otro lado aunque no participaran del conflicto? Para muestra bastan tres botones: el ataque a Pearl Harbor no fue precedido por una declaración de guerra, pero dio comienzo a la intervención de Japón en la Segunda Guerra Mundial. La invasión de EE.UU. a Vietnam no fue precedida por una declaración formal previa. La sentencia de la causa Nº 13 en que se juzgó a los comandantes del Proceso Militar declaró expresamente que la lucha contra las organizaciones subversivas de los 70 fue una guerra, aunque no fuera declarada. El acto bélico mismo constituye la declaración de guerra, pese a que Margaret Thatcher pretendiera lo contrario y, no obstante, ordenó el hundimiento del ARA General Belgrano fuera del área del conflicto, y el ataque a las islas, que, gracias a Dios, empezó y terminó allí, sin trascender a nuestro territorio continental.
Enrique Munilla
DNI 4.433.538