Mario Firmenich, único miembro fundador sobreviviente de Montoneros, ahora requerido para que rinda cuenta del sangriento atentado en la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal
A Mario Eduardo Firmenich, 22 años, lo mandaron afuera de la casa para que golpease una morsa con una llave inglesa. El ruido era para disimular los disparos de pistola con los que asesinaron al general Pedro Eugenio Aramburu, con sus manos atadas a su espalda, en el sótano de una estancia en Timote, en Carlos Tejedor, en el oeste bonaerense.
Años después Firmenich diría que al militar lo trataron bien y que lo habían matado porque había sido una decisión del pueblo, que era una cuestión de atender un clamor popular. Y como las críticas le llovieron a mares, aclararía que había sido un clamor pero del pueblo peronista.
Este jefe montonero, que asegura que nunca lo mataron porque sus compañeros pusieron énfasis en protegerlo, es hijo de un ingeniero y de una maestra y nació en el barrio de Floresta el 24 de enero de 1948. Hizo la primaria en Ramos Mejía y la secundaria en el Colegio Nacional de Buenos Aires, del que egresó en 1966 y se anotó en la Facultad de Agronomía de la UBA.
El secuestro y muerte del ex presidente de la dictadura de 1955, Pedro Eugenio Aramburu, fue la presentación en sociedad de Montoneros
Integró el grupo fundador de la organización terrorista Montoneros, junto a Fernando Abal Medina, Carlos Ramus, Emilio Maza, Carlos Capuano Martínez y Norma Arrostito, entre otros.
Para ellos, el peronismo era el camino hacia la revolución y en su ideario convivían ideas del catolicismo progresista con socialistas de izquierda. Firmenich encontró ideas en la trayectoria política de John William Cooke y en el profesor y teórico marxista Régis Debray.
Sus inicios en la militancia habían sido en la Juventud Estudiantil Católica, donde se relacionó con Carlos Mugica, un cura que trabajaba en la villa 31, de Retiro, y de gran influencia en su pensamiento. Mugica sería asesinado el 11 de mayo de 1974 por la Triple A o algunos sostienen que por los propios montoneros.
La organización se dio a conocer cuando el 29 de mayo de 1970 secuestró y asesinó al general Pedro Eugenio Aramburu, luego de someterlo a un “juicio popular” en los sótanos de una estancia del oeste bonaerense.
Para ellos, el asesinato de Aramburu no solo fue porque había sido uno de los responsables de la caída del gobierno de Perón o del ocultamiento del cadáver de Evita, sino que fue una respuesta a la impunidad de la oligarquía y al bando liberal, ya que al hecho pretendieron darle una trascendencia histórica relacionada a una defensa del revisionismo.
En septiembre de ese año Abal Medina y Ramus fueron abatidos en la pizzería La Rueda de William Morris. Y cuando en julio de 1971 fue muerto José Sabino Navarro, Firmenich quedó como cabeza de la organización. Nacía el comandante Pepe.
En sus inicios Montoneros estaba integrado por un puñado de hombres y tres años después llegaría al centenar, gracias a que adhirieron otras organizaciones armadas menores. Luego alcanzarían, según los historiadores, a tres mil miembros.
Declarados peronistas, los guerrilleros entonces contaron con el tácito beneplácito de Perón, exiliado en España. Sin embargo, cuando regresó al país luego de 17 años y luego con Héctor Cámpora en el gobierno, intentó sin suerte desactivar a las organizaciones armadas. Pero el país estaba sumido en un espiral imparable de violencia y de muerte.
Ya no hubo vuelta atrás:
Ya no hubo vuelta atrás: los montoneros se van de la Plaza de Mayo luego de ser duramente criticados por Perón
El ex presidente no podía creer lo que sucedió entonces en Ezeiza en su regreso definitivo, cuando la derecha liderada por José López Rega y el coronel Jorge Osinde, a cargo de la custodia del multitudinario acto, se tirotearon con la Juventud Peronista y los Montoneros, ya que ambas facciones pugnaban por ocupar el primer lugar frente al palco. Por lo menos 13 muertos y un centenar de heridos fue el saldo de esa lamentable jornada.
Los violentos episodios en el aeropuerto fueron una muestra palpable de la división en el peronismo y Perón, quien creía que su presencia en el país sería prenda suficiente para calmar a unos y otros, terminó culpándolo a Cámpora, cuyo gobierno se había volcado a la izquierda, y lo hizo renunciar, luego de un cortísimo período de 49 días en el cargo. Luego de un interinato de Raúl Lastiri, se celebraron elecciones en la que resultó ganador la fórmula integrada por Perón y su esposa Isabel.
Los montoneros veían con buenos ojos una fórmula compartida Perón-Balbín, como se trabajó en silencio en ciertos sectores que calculaban que el general viviría poco y que necesitarían a un político de experiencia para hacerse cargo del gobierno.
Su hijo dilecto: Rucci, secretario
Su hijo dilecto: Rucci, secretario general de la CGT, sería asesinado por montoneros dos días después de que Perón ganase las elecciones presidenciales de 1973
Perón -que no mucho tiempo atrás había hablado de “la juventud maravillosa”- no quería saber nada con las organizaciones terroristas, pero no sabía cómo pararlas. La organización Montoneros, para mandarle un mensaje, asesinó dos días después de las elecciones, el 25 de septiembre de 1973 a José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT, cumpliendo la promesa de lo que cantaban en los actos de “Rucci, traidor, a vos te va a pasar lo que le pasó a Vandor”. Perón, en el velatorio, dijo que le habían matado a un hijo, que esas balas habían sido para él, y que le “habían cortado las patas”. Firmenich, tiempo después admitiría que había sido un error político.
Cuando Perón elevó al Congreso un proyecto de legislación antisubversiva, los diputados peronistas de izquierda se negaron a votarla. Los legisladores renunciaron y la dirección de Montoneros se alejó del gobierno, mientras nadie podía parar la ola de violencia, asesinatos, atentados y copamientos de unidades militares.
El secuestro de los hermanos Born le redituó un millonario rescate a la organización terrorista
Perón había cortado el diálogo con ellos, y entonces los montoneros acudieron al líder radical Ricardo Balbín, de trato permanente con el anciano presidente, para que intercediese, gestión que no rindió ningún fruto.
Mientras tanto en febrero de 1974 Firmenich -a esa altura un jefe que no toleraba que se discutiesen sus órdenes- fue detenido por la Policía Federal por estar armado y llevar documentos falsos, pero días después fue liberado por orden del propio Jefe de la Policía, lo que le valió un proceso en su contra.
El quiebre final con la organización fue durante el acto del Día del Trabajador en Plaza de Mayo. Ese 1 de mayo de 1974, detrás de un vidrio blindado -un escenario impensado en la liturgia peronista en el balcón de la Rosada- Perón se refirió a los montoneros como “estúpidos” e “imberbes”, y mitad de la plaza quedó vacía cuando éstos se retiraron.
Ya con Isabel Perón en el gobierno, dos semanas después de la muerte de Perón, un comando montonero asesinó al radical Arturo Mor Roig, mientras almorzaba en San Justo. Mor Roig había sido ministro del Interior en la presidencia de Alejandro Agustín Lanusse y durante su gestión había tenido lugar la evasión y muerte de guerrilleros en Trelew. Firmenich aseguraría que había sido una idea de un grupo aislado y no una decisión orgánica. Sin embargo, reivindicó el asesinato del jefe de la Policía Federal comisario Alberto Villar y su esposa, cuando colocaron una bomba en el yate en el que paseaban por el Tigre.
Arturo Mor Roig ya estaba retirado de la actividad política y, a pesar de su pasado como funcionario y legislador, había sacado un crédito para comprarse un departamento. Lo asesinaron mientras comía en San Justo
Haría falta otra nota para enumerar en detalle otros hechos, como los asesinatos del empresario Francisco Soldati y de Miguel Padilla, subsecretario de Planeamiento, el robo de armas de cuarteles policiales y de comisarías, el rescate de los presos del Buen Pastor o la voladura del Golf Club de Tucumán. O la bomba en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal, de julio de 1976.
Montoneros decidió el 6 de septiembre de ese año pasar a la clandestinidad y la organización volvería a tener notoriedad días después cuando secuestró a los hermanos Juan y Jorge Born, operativo del que participó Rodolfo Galimberti, jefe de la Columna Norte. La organización cobró un millonario rescate, que aún hoy es tema de debate ya que no se sabe con certeza cuál fue su destino y en qué fue empleado.
En 1975 fueron declarados ilegales por el gobierno, y no sirvió que se presentasen a elecciones en Misiones con el rótulo de Partido Peronista Auténtico.
Firmenich admitiría que ellos sabían que se venía un golpe militar y que tendrían muchos militantes muertos. Caída Isabel, cuando en un operativo estuvo por ser capturado, decidió escapar del país para salvar su vida. Vivió en Italia, México y Cuba.
Muchos de los militantes montoneros, sin conducción, cayeron bajo el aparato represivo militar, que provocó miles de desapariciones y diversas violaciones a los derechos humanos.
Montoneros intentó una reorganización y aprovecharon el mundial de fútbol de 1978, que se jugaba en Argentina, para desarrollar una campaña de propaganda en Europa. También el jefe montonero evaluó una operación que hiciera caer al gobierno de Videla y que fuera reemplazado por uno de la organización.
En 1980 idearon la operación “Guardamuebles”, cuando 13 montoneros ingresaron al país con el apoyo de otros dos desde Brasil. En menos de un mes todos fueron muertos.
Al año siguiente, planearon la llamada “Contraofensiva”, ya que Firmenich era de la disparatada idea de que un puñado de militantes insurrectos bastarían para que las masas se encolumnasen detrás de ellos para terminar con la dictadura militar.
Alcanzó a exiliarse y luego de ser indultado, se radicó en Europa desde donde opinaba de la realidad política y económica del país
Pero no previeron que la organización estaba infiltrada por la inteligencia y los 1600 militantes que enviaron a esta trágica operación, terminaron muertos y desaparecidos. Martin Andersen, corresponsal de The Washington Post en nuestro país durante la dictadura, aseguró en un libro que Firmenich en realidad era informante de los militares y él habría estado relacionado con la caída de de los militantes.
Cuando se anunciaron las elecciones presidenciales de 1983, los montoneros tuvieron en el catamarqueño Vicente Leónidas Saadi a su precandidato y La Voz, el diario donde difundían su ideario. Con el reinicio de la actividad política, muchos montoneros se sumaron al justicialismo.
El 13 de febrero de 1984 Firmenich fue detenido en Brasil por la solicitud de extradición que formuló el gobierno constitucional de Raúl Alfonsín. Fue extraditado y condenado a 30 años de prisión por homicidio y secuestro, junto con Fernando Vaca Narvaja y Roberto Perdía.
Gracias al decreto 2742 del 29 de diciembre de 1990, firmado por Carlos Menem, en el que lo indultaba fue liberado. Alejado de la política, se recibió de licenciado en Economía en la UBA en febrero de 1996 -había empezado en el centro universitario de Villa Devoto- con el mejor promedio de su promoción, aunque no recibió el diploma de honor como se acostumbra por la campaña llevada adelante por el centro estudiantil. Los memoriosos recuerdan que en las clases los estudiantes le hacían el vacío alrededor, sentándose alejados de él. “Nos irrita su sola presencia, nosotros no lo indultamos”, decían. El, por las dudas, iba siempre acompañado. Se radicó en Barcelona, donde se doctoró en Economía y se dedicó a la docencia.
Estaba casado con María Elpidia Martínez Agüero, quien estuvo presa varios años durante la dictadura. De una familia tradicional de Córdoba, estaba emparentada con el ex vicepresidente del Alfonsín, el radical Víctor Martínez. Tienen cinco hijos.
En mayo de 1995, en momentos en que el general Martín Balza puso en agenda la cuestión de la autocrítica sobre lo hecho durante la dictadura, participó del programa Tiempo Nuevo, conducido por Bernardo Neustadt, donde afirmó que todos habían sido responsables, tanto militares como guerrilleros de la violencia que se vivió, y aplaudió la iniciativa del entonces Jefe del Ejército.
Al año siguiente presentó en La Matanza su propuesta política, a la que definió como “una corriente de opinión”, en el que cuestionaba al modelo menemista -votó al presidente en 1995- aunque defendía las privatizaciones y la convertibilidad.
En 2001 envió, desde Barcelona, un documento que tituló “Bases políticas para la refundación del Movimiento Peronista Montonero”, que lo elaboró como una propuesta alternativa al modelo de entonces, que hizo mucho menos ruido que esa llave inglesa sobre la morsa para acallar la impunidad de una primera muerte a la que le seguirían miles.