Sin nada que lo ameritara le confirió, virtualmente, dotes de “Rambo”; capaz de convertirse –él solo– en una amenaza para la seguridad venezolana. Este atropello se suma a las penurias que sufren los recluidos en nuestra embajada en Caracas. Se les niega la posibilidad de emigrar y, mientras aguardan ese momento, se los obliga a padecer penosas condiciones de supervivencia. En tanto, la mayoría de los Estados, como así también diversos organismos internacionales, se muestran indiferentes; laxos, a la hora de articular fórmulas de rescate. Algo similar ocurre con los progresistas/kirchneristas, acostumbrados a plantear sus quejas –únicamente– cuando la víctima pertenece a sus filas.
Alejandro De Muro
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