Se refiere así a la crueldad de juzgadores inmisericordes que no trepidan en mandar a la muerte a inocentes gracias a los cuales, y a no dudarlo, ellos hoy pueden ser jueces. Los años pasan, uno envejece y a veces se cansa de seguir gritando en el desierto. Sin embargo, cuando volvemos a mirar estos casos del pasado que hoy siguen destruyendo tantas vidas, las alertas vuelven a espolear el alma. ¿Cómo es posible que jueces moralmente cuestionados desde hace tanto tiempo sean capaces de perpetrar semejante atropello a la justicia, la vida y la dignidad? Hace varias décadas, cuando era un inexperto abogado con el pecado de ser joven, les decía a mis defendidos: “¡No se angustien, si ustedes son inocentes la verdad saldrá a la luz y todo se habrá terminado!”. ¡Hoy soy yo el que percibe un angustioso temblor cada vez que mis clientes inocentes les dicen la verdad a los jueces! ¡Y no creo que sea solo debido a mi edad! ¿Podrán dormir los casadores (¿o “cazadores”?) Hornos y Borinsky luego de haber mandado a morir en las mazmorras a un señor de 85 años de edad, canceroso, sordo y ciego, por un hecho en el cual no intervino y que habría ocurrido hace más de medio siglo? Si realmente duermen, les pido me hagan conocer el nombre de la medicación que toman, porque yo no puedo hacerlo, y eso que no soy juez.
Francisco García Santillán
DNI 10.661.522