Los terroristas, fuertemente armados, se dieron a la fuga no sin antes matar a un policía y herir gravemente a otro, para refugiarse cerca de Capilla del Rosario. Perseguidos y rodeados por efectivos militares y policiales, luego de un prolongado combate fueron abatidos y reducidos. Intervino la Justicia federal y en 1987 condenó a los detenidos por el intento de copamiento, sin adoptar temperamento procesal alguno respecto de las fuerzas legales. Con el gobierno K, las cosas cambiaron y un tribunal federal de Catamarca, integrado por los jueces Juan C. Reynaga, Gabriel E. Casas y Carlos I. Jiménez Montilla, condenó a prisión perpetua a los militares Jorge E. Acosta, Mario Nakagama y Carlos E. Carrizo Salvadores, a quienes imputaron las muertes de Capilla del Rosario. Gracias a Dios, el recurso de Casación de sus defensas fue resuelto por los señores jueces Eduardo Rafael Riggi y Liliana Catucci, quienes, dejando en minoría a la ultra-K Ana María Figueroa, absolvieron y liberaron a los condenados. El voto del Dr. Riggi da cuenta del escandaloso comportamiento del tribunal catamarqueño, al que calificó de antojadizo y arbitrario, aclarando que el plan sistemático de aniquilamiento previo al golpe militar del 76 existió solo en la deformada imaginación de los jueces condenadores: no había ninguna prueba que sustentara su fallo, agregando que su descripción del contexto histórico fue un preconcepto que solo encontró apoyatura en la subjetividad de esos jueces.
Argentinos, aplaudamos a los doctores Catucci y Riggi, y preguntémonos cómo retribuimos a nuestros soldados por haberse jugado la vida en defensa de la patria y la injusta prisión sufrida; y a la par, cómo puede seguir hoy habiendo jueces como los del TOF de Catamarca y la doctora Figueroa.
Enrique Munilla
DNI 4.433.538