Por:
Manuel Alfieri
El coronel José Luis García se convirtió en una referencia imprescindible a la hora de hablar de uno de los temas que más discusiones generó en estos días: la Guerra de Malvinas. Conocedor como pocos del conflicto armado que mantuvieron la Argentina y Gran Bretaña entre abril y junio de 1982, García fue, además, asesor del teniente general Benjamín Rattenbach, uno de los autores del informe que la presidenta Cristina Fernández decidió desclasificar formalmente el miércoles pasado.
En diálogo con Tiempo Argentino, el coronel –que debió finalizar abruptamente su carrera militar por sublevarse contra la dictadura de Agustín Lanusse– sostuvo que los fragmentos del Informe Rattenbach hasta ahora difundidos son, exclusivamente, el resultado de lo que el gobierno militar “quiso que se conociera”. Además, reveló la existencia de un informe paralelo, elaborado individualmente por el teniente general Rattenbach, en el que se encuentra la información “principal, lo más importante y fundamental”.
“No olvidemos que Rattenbach fue separado de la comisión que estaba elaborando el informe. Cuando se fue, él hizo un pequeño informe personal, sintético, de todo lo que había hecho, con la información más importante. Una copia la elevó, y otra se la quedó él. Esa copia, en donde estaba todo, alguien la debe tener”, afirmó.
–¿Usted dice que ese informe sintético, que elaboró el teniente general Rattenbach antes de abandonar la comisión es distinto al que se conoce en la actualidad?
–Claro. La copia definitiva del informe, lo que se conoce, es lo que termina la Junta Militar con el resto de la comisión. Los integrantes de la comisión eran parte del Proceso, salvo Rattenbach, que era el único que aportaba seriedad. Entonces, cuando él vio que querían introducir modificaciones que iban al fondo de la cosa, es cuando dice: “No, hay cosas con las que no estoy de acuerdo en lo que respecta al informe final y esto es lo que yo informo por mi cuenta única.” Y entregó su informe sintético. Yo sé que él se quedó con una copia de ese informe particular. Esa copia en algún lado está.
–¿Cree posible encontrar esa copia?
–Quizás en la desclasificación encuentren el original, esa síntesis con los principales contenidos. Yo espero que sí. La presencia del coronel Rattenbach (hijo) en la comisión que formó la presidenta Cristina Fernández, a mí me sirve como una guía de que algo más él debe conocer. Porque el coronel debería tener ese conocimiento.
–¿Y qué cosas decía ese informe sintético que tanto preocupaba a los militares?
–Ah, eso yo no lo sé. No lo vi. Se imagina que esas cosas el teniente general Ra-ttenbach no se las mostraba a nadie. Mi incógnita es dónde está ese informe.
–¿Cómo sabe de la existencia de ese informe?
–Cuando Rattenbach rompe con el resto de los integrantes de la comisión, lo dice públicamente: “Yo voy a elevar un informe con mi pensamiento en forma sintética y ustedes manden el informe que se les antoje.” Entonces él se va de la comisión. Así que no es secreto que él ha hecho un informe sintético. Yo repito y hago una reflexión: la presidenta recibe al coronel Rattenbach en privado y después lo lleva a su lado, lo pone a su derecha, lo hace integrar la comisión. No sé si me explico.
–Usted insinúa que quizás el coronel Rattenbach tenga conocimiento sobre el informe sintético que elaboró su padre.
–Yo no quiero decir nada. Esas son conjeturas. Si mi compañero lo conoce o no lo conoce, si él habló con la presidenta de esto o no habló, no lo sé. Pero es muy significativo que Cristina lo haya puesto en la comisión y lo haya sentado a su derecha. La dictadura conservó hasta los documentos más terribles, que incluso comprometían a los altos mandos militares.
–¿Cree que quizás el informe sintético de Rattenbach todavía se conserve en algún archivo?
–No sé lo que habrán hecho. No sé si estará dentro del secreto, en el Tesoro, donde se guardan las cosas secretas. Lo que guardó ahí la dictadura sólo lo sabe la dictadura.
–¿Hubo aprietes o amenazas al teniente general Rattenbach en el momento de la elaboración del informe?
–Recién cuando muere el general, a su tercera viuda le llega una delegación militar a buscar el informe. Ella no tenía idea. La apretaron un poco, pero la señora era de gran entereza como su marido y no se dejó menguar. Hay versiones de que ese informe estaba en una caja fuerte, otros dicen que lo mandó a Alemania. Son versiones, pero las versiones siempre se originan en algún dato cierto. Y el dato cierto es que existió un informe sintético.
–¿Por qué es importante la desclasificación del Informe Rattenbach?
–El Informe Rattenbach cumple un rol fundamental, porque ahí se evidencia cómo el llamado Proceso también hizo daño con esto. Los militares tenían una estrategia diferente a la que después se usó para recuperar las Islas Malvinas. El curso de acción tomó un nombre de encubrimiento que se llamó “toco y me voy”.
–¿Qué significa eso?
–Recuperar las islas en un golpe de mano lo menos sangriento posible para no alterar a nadie. De hecho, no hubo víctimas del lado inglés y sólo una del argentino, en ese primer momento. Y una vez recuperadas las islas, retirarse, dejar una pequeña guarnición. Eso obligaba a la estrategia permanente de la Argentina, que era llevar a Inglaterra a discutir soberanía en un ámbito internacional. Pero le hicimos el juego a Inglaterra a través de un cambio de política súbita.
–¿Eso llevó a la improvisación?
–Claro. Fueron a buscar soldados a regiones de climas calurosos para ir a combatir en una región de temperaturas extremas como el Atlántico Sur. Gente que no tenía la menor idea de cómo combatir en esos lugares, armamento no apto para la cuestión, falta de apoyo aéreo completo. Se hizo todo lo contrario del manual estratégico con un solo fin: justificar la permanencia de esa dictadura y perpetuarla en el tiempo mediante el empleo no solamente de las fuerzas militares que no estaban aptas para eso, sino del apoyo del pueblo argentino que creyó realmente, de buena fe, que eso se iba a manifestar así. Además, pensaban locamente que los Estados Unidos apoyaría a la dictadura porque estaba al servicio de su política en América Central, que era adiestrar mediante unidades especiales de inteligencia efectivos de Guatemala, El Salvador, Honduras, en las técnicas del combate contra un enemigo interior que con tanto “éxito” habían arrasado en la Argentina.
–¿En qué detalles se vio improvisación?
–Yo era profesor en la Escuela Superior de Guerra. Todos los coroneles que iban a ascender a generales estaban en ese curso. El día de la invasión estaba dando clases, y en eso aparece el director de la escuela y dice: “Permítame profesor, voy a dirigir la palabra a los señores coroneles del curso. En este momento, el curso queda suspendido y la Escuela de Guerra no va a tener actividad, porque estamos en guerra con Gran Bretaña y han sido invadidas las Malvinas.” Hasta nosotros nos enteramos en ese mismo momento de la guerra. El director de la escuela nombró cuatro o cinco coroneles y les dijo: “Se presentarán de inmediato al Estado Mayor del Ejército, porque van a ir a Malvinas como ministros del gobierno que se va a instalar.” Los alumnos se miraron, me miraron y preguntaron: “¿Ministros de qué?” “Bueno, ahí se les va a informar”, respondió el director. ¿Se da cuenta del grado de improvisación? Todo lo que no debían hacer, se hizo. Eso estaba condenado al fracaso y todo dependía, en la mente de Galtieri y compañía, de que los EE UU los apoyara. Es aterrador de que en ese nivel haya un grado de improvisación así.
–¿Fue convocado para combatir en Malvinas?
–No. Me ofrecí, pero no me convocaron.
–En ese momento, ¿fue consciente de la total improvisación por parte del gobierno militar?
–Fuimos tomando conciencia de a poco. Cuando terminó la guerra fue una sensación de gran frustración y de gran rabia.
–¿Qué opina sobre la política del gobierno argentino frente a este conflicto?
–La estrategia de Cristina es muy clara. La Argentina ha renunciado al uso de la fuerza para reclamar lo que le pertenece legalmente y por derecho. Toda aquella otra aventura del ’82 no tiene nada que ver con la idiosincrasia del pueblo argentino, nada que ver con nuestra forma de proceder. La Argentina es un pueblo amante de la paz, y nuestra estrategia ahora va a ser que nos devuelvan lo que nos arrebataron ilegalmente mediante el uso del razonamiento y el aporte de pruebas que se puedan poner ante un tribunal internacional para determinar quién usurpa y quién no. El papel del elefante en el bazar lo está haciendo Gran Bretaña. Es el mismo papel que hicimos nosotros en el ’82, esa política militarista y absurda. Ahora nosotros decimos: “Vengan a sentarse a conversar.” Es una estrategia diseñada por el gobierno argentino que es magnífica.<
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