- Balza, ¿va a ir al programa de Neustadt?
- Sí.
- ¿Y qué va a decir?
- Todavía no tengo listo el mensaje. Cuando lo tenga terminado se lo doy.
El diálogo entre el por entonces ministro del Interior, Carlos Corach, y el jefe del Ejército Martín Balza forma parte de uno de los capítulos más atrapantes de "Mi historia argentina: violencia, impunidad y justicia". Así se llama el nuevo libro del actual embajador argentino en Colombia donde recuerda el día en que pidió perdón por los crímenes de la dictadura. "No le mandé nunca el mensaje a Corach. Estaba seguro de que si las autoridades políticas lo hubieran conocido, me habrían ordenado -como mínimo- atenuar su contenido, y no estaba decidido a aceptar corrección alguna", rememora Balza. Así, el 25 de abril de 1995 sorprendió al país con la llamada autocrítica de las Fuerzas Armadas. En otras palabras: ese día aceptó públicamente la comisión, por parte de hombres del Ejército, "de actos atroces y crímenes de lesa humanidad".
En su libro, Balza repasa la historia argentina a partir de sus propias vivencias, conversaciones, investigaciones y reflexiones de los hechos más significativos ocurridos en el país. En su análisis, además, queda reflejado de manera rigurosa y detallada el proceso histórico que desembocó en el terrorismo de Estado y su correlato de muerte, tortura y desaparición de personas. "El libro tiene un objetivo claro: generar memoria, es decir, contar el pasado con perspectiva de futuro", explica.
Balza, que se encuentra de vacaciones en Mar del Plata, se muestra distendido y verborrágico a lo largo de la entrevista exclusiva con LA CAPITAL -la primera que concede desde que editó su libro-. Habla de todo: dice que "los indultos y las amnistías nunca sirvieron para nada, salvo para consolidar la impunidad", admite que hubo una "sistematización" en el robo de bebés y elogia a Kirchner ("Terminó con la impunidad").
- ¿Cuál es el objetivo del libro?
- Mi propósito es recordar qué pasó y por qué pasó lo que pasó, desde el comportamiento de un actor no precisamente secundario: el Ejército. Recordar el pasado es un imperativo moral y ético para proyectarnos seriamente sobre el futuro. Estos episodios tienen que ser conocidos en su justa medida. Nada puede justificar los crímenes de lesa humanidad, la desaparición forzada de personas, las torturas, la privación ilegítima de la libertad y el robo de propiedades. Esos delitos fueron cometidos por hombres de uniforme con respaldo de muchos civiles. La última dictadura se caracterizó por marginarse de todo condicionamiento jurídico. Pero también se marginó del condicionamiento ético, moral y religioso.
- ¿Por qué tituló el libro "Violencia, impunidad y justicia"?
- Porque la violencia en nuestro país ocasionó miles de víctimas. A principios del siglo XX empezó a gestarse otro tipo de violencia, ya no aquella propia de la organización nacional. Los golpistas trataron de justificar lo injustificable. Los que atentaron contra el orden constitucional y cometieron crímenes no sólo no fueron condenados ante la Justicia, sino que hasta fueron premiados. En el país se instaló una violencia política a partir del uso intensivo de medios militares sobre objetivos civiles. Y existió una militarización de la lucha política. En otras palabras: se institucionalizó la violencia. Los golpes fueron cívico-militares. Uno de los problemas que hemos tenido los argentinos ha sido nuestra mala relación con la verdad. En el libro trato de exponer una vivencia, mi verdad.
- ¿Cómo maduró su mea culpa de 1995?
- Lo tenía pensado desde antes de ser jefe del Ejército. Pero necesitaba hacer primero una docencia interna, hablar con los oficiales y hacerles ver cuál era la esencia de los derechos del hombre. Es el Estado el que debe ejercer el monopolio legal de la fuerza.
- ¿Por qué decidió hacer la autocrítica en televisión?
- Lo dije en el programa de Neustadt por una cuestión circunstancial. El proceso de reforma y modernización contribuyó para concretar algo largamente postergado: un sentido pedido de perdón institucional a nuestro pueblo. El día elegido era el 29 de mayo, en la conmemoración del Día del Ejército. Un hecho fortuito tuvo gran trascendencia mediática los días 20 y 21 de abril: la denuncia de un ex suboficial del Ejército en que imputaba gravísimos delitos cometidos en un Centro Clandestino de Detención (El Campito) en Campo de Mayo. Los destinatarios de la imputación, entre otros, eran los generales Santiago Riveros y Fernando Verplaetsen. Ello motivó acelerar el mensaje.
- ¿Concertó con Menem su mea culpa?
- Menem no tenía el más mínimo conocimiento del contenido del mensaje. El que me llamó antes del programa fue el ministro de Defensa, Oscar Camilión. Era mi superior jerárquico y le manifesté: ?Señor ministro, antes de ir al canal de televisión, pasaré por su oficina?. Cumplí, pero no le llevé el mensaje. Antes de irme le dije: "Muchas de las cosas que voy a decir ya las ha escuchado en actos del Día del Ejército".
- ¿Usted fue el autor de la mayor autocrítica castrense?
- No fue una autocrítica de Balza, sino una respuesta institucional del Ejército. Me sentí apoyado por el Ejército en actividad y por muchos retirados. El mensaje fue acogido favorablemente y estoy firmemente convencido de que aun siendo un pequeño paso hacia la reconciliación y la concordia, marcó una instancia decisiva en la recuperación de la confianza del pueblo en sus Fuerzas Armadas. De todas maneras, a ninguno de los altos mandos de la última dictadura que tenían poder de decisión les escuché el más mínimo arrepentimiento de los crímenes cometidos. Todo lo contrario: justifican los delitos diciendo que salvaron a la civilización cristiana.
- Dentro del mismo gobierno menemista coexistieron los indultos y su mensaje. Parecen contradictorios.
- Los indultos y las amnistías nunca sirvieron para nada, salvo para consolidar la impunidad. Para mí los indultos eran inconstitucionales.
- ¿Se considera el general más importante de la nueva democracia?
- No creo ser más importante que otros generales. He recibido mucho más de lo que le di al Ejército.
- ¿Cómo hizo para durar ocho años al frente del Ejército?
- No sé. Hay una frase que dice: "El azar es la lógica de Dios". Quizá el azar, el destino o las circunstancias hicieron que las cosas se dieran así.
- ¿Su buen nombre se vio salpicado por el contrabando de armas a Ecuador y Croacia?
- No tuve nada que ver. Cuando me quisieron imputar fui sobreseído de la causa, ni siquiera fui a juicio. Yo tomé conocimiento a través de la prensa de la posible existencia de armas nacionales en Croacia, durante la Guerra de los Balcanes en los noventa, pero jamás vi ninguna. Al Ejército no le faltó ni una bala.
- ¿Hubo sistematización en el robo de bebés?
- Sí. Una sistematización no necesariamente puede responder a una orden escrita, sino verbal.
- ¿Cómo recuerda a Néstor Kirchner?
- Kirchner terminó con la impunidad. Lo hizo sin odio, sin rencor y sin venganza, pero en el marco de la justicia. Los que cometieron los crímenes deben ser juzgados con todas las garantías de la ley. Kirchner marcó una bisagra en el tema de los Derechos Humanos. Recuerdo una frase suya en la asunción como presidente: "Debemos resolver una asignatura pendiente", dijo. Se refería a la impunidad que se había instalado, fundamentalmente con los indultos. Yo asumo la responsabilidad institucional del pasado, pero no la personal porque a mí nadie me acusó de robar ni de matar.
Perfil
Martín Balza nació en Salto, provincia de Buenos Aires, el 13 de junio de 1934. Ingresó al Colegio Militar de la Nación en 1952 y egresó como subteniente de Artillería en 1955. Fue jefe del Ejército entre 1992 y 1999.
Durante la guerra de Malvinas se desempeñó como jefe del grupo de Artillería 3 y como coordinador de apoyo de fuego de la agrupación Ejército Puerto Argentino. Recibió la condecoración al mérito militar y el reconocimiento del Congreso de la Nación a los combatientes de Malvinas por su actuación en el conflicto. Recibió, también, condecoraciones de los gobiernos de Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Honduras e Italia, entre otros países del exterior.
Balza es autor de los libros "Dejo constancia: memorias de un general argentino", "Malvinas: gesta e incompetencia" y "Mi historia argentina: violencia, impunidad y justicia". Además escribió para distintos medios gráficos diversos artículos sobre Derechos Humanos, política internacional e historia. Y participó en simposios, seminarios, congresos y conferencias sobre temas civiles y militares en universidades e institutos del país y del extranjero. Desde 2004 se desempeña como embajador de Argentina en Colombia. (Diario La Capital)