República Argentina: 5:20:26am

Su adhesión a las palabras del

arzobispo de Buenos Aires y su llamado a superar la

violencia verbal y el odio son indispensables en una

nación herida por la descalificación permanente y el

debilitamiento de los lazos sociales. No obstante,

con el mismo espíritu de unidad y reconstrucción

moral que inspira su mensaje, consideramos

necesario señalar que toda genuina reconciliación

nacional exige prudencia, como icono de la verdad y

la justicia, que conlleve al reconocimiento pleno del

sufrimiento de todas las víctimas. En ese sentido, la

reparación de los ciudadanos que padecieron la

violencia terrorista en nuestro país continúa siendo

una deuda pendiente del Estado argentino. Entre las

décadas de 1960 y 1980, más de 17.000

compatriotas fueron secuestrados, mutilados o

asesinados por organizaciones armadas que

intentaron imponer su ideología mediante el uso de

la fuerza. Muchas de esas víctimas aún permanecen

sin nombre en los registros, sin justicia en los

tribunales y sin un reconocimiento institucional que

repare el daño sufrido. No puede haber una

verdadera unidad nacional si se continúa ignorando

o relativizando su condición de víctimas. Por eso,

reafirmamos que la unión de los argentinos no podrá

 

alcanzarse si se siguen excluyendo memorias y

negando verdades. La reparación de las víctimas del

terrorismo, como lo ha expresado recientemente el

obispo castrense y lo propone el diputado López

Murphy en su proyecto de ley, es una afirmación del

principio de igualdad consagrado por la Constitución.

Reconocer este dolor es también reconocer el valor

de toda vida humana, y recordarnos que las víctimas

no tienen ideología ni pueden ser objeto de

categorías morales. Mucho menos pueden quedar

excluidas de la protección igualitaria de la ley.

 

Sería deseable que referentes de trayectoria

democrática como el diputado Cobos,

comprometidos con la paz y la convivencia, también

acompañen públicamente este proceso de

reparación histórica. La memoria completa no divide:

al contrario, fortalece el tejido social cuando se

asume con honestidad y sin rencores. En este

sentido, el tratamiento del proyecto de ley que

propone el reconocimiento y la reparación a todas

las víctimas del terrorismo nos interpela como

sociedad y debería conducirnos a un debate serio,

sin agravios, donde se expongan argumentos

fundados en la verdad, orientados al cumplimiento

del mandato constitucional de igualdad ante la ley y

a la consecuente obtención de justicia. Su eventual

sanción marcará un antes y un después en el

camino hacia una Argentina reconciliada consigo

misma, donde nadie quede excluido del derecho a la

verdad, la justicia y la dignidad.

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