República Argentina: 6:11:30pm

Todos los recuerdos de María Fernanda Viola (55) son

posteriores a marzo de 1975, momento en el que se

despertó de un coma de cuatro meses. El 1 de

diciembre de 1974, en la ciudad de Tucumán, su

familia fue emboscada por una unidad del Ejército

Revolucionario del Pueblo (ERP). En ese episodio su

padre, el capitán Humberto Viola, de 31 años, y su

hermana bebé, de 3 años, María Cristina, fueron

brutalmente asesinados, a quemarropa.

 

Los Viola tenían una costumbre que repetían casi

religiosamente: cada domingo, iban a comer a casa de

los abuelos paternos de María Fernanda. El domingo 1

de diciembre de ese año fueron en auto. Humberto

Viola iba en el asiento del conductor. María Fernanda

estaba sentada en el asiento trasero, al lado de su

hermana. Adelante, en el asiento del acompañante, iba

su madre, “Maby” (que, al igual que la bebé, se

llamaba María Cristina). Estaba esperando una nueva

hija, Luciana. Llevaba 5 meses de embarazo.

 

Hay datos imposibles de soslayar a la hora de analizar

la historia que María Fernanda describirá en instantes.

El primero: el ataque que sufrió esta familia se produjo

en democracia. Segundo: Viola era un hombre de paz,

estaba dedicado a su trabajo y a su familia, y no había

participado, en ninguna instancia y en ningún

momento, de algún acto represivo. Su único “delito”

fue usar uniforme.

 

“Se meten con nosotros, no con la familia”, nos decía

papá

-María Fernanda, ¿qué recuerda de ese mediodía?

 

-Ya estábamos en Ayacucho al 200, entrando a lo de

mis abuelos. Mi papá paró el auto y mi mamá se bajó

para abrir el portón. Ahí empezaron las estampidas

hacia el auto. Fuimos rodeados por 3 coches con

hombres del ERP que comenzaron a ametrallarnos. Mi

papá, para resguardarnos, se bajó del auto y se alejó,

para atraer los disparos hacia él. Empezó a correr

hacia una esquina, ya con una herida de bala, y ahí lo

remataron con un tiro por la espalda. También mataron

a mi hermanita, María Cristina, que tenía tres años. Yo

recibí un tiro en la cabeza, una bala que se había

colado por la ventanilla. Las esquirlas me dieron en el

nervio óptico. Quedé inconsciente. La única persona

que salió ilesa fue mi mamá. Yo sobreviví gracias a

ella: mi mamá me levantó, yo estaba llena de sangre,

 

pero ella no sabía de dónde me salía... Me palpaba,

pero no encontraba el origen de la hemorragia. Un

vecino nos llevó al hospital de niños. Ahí, mi madre le

movió el pelo a mi hermana bebé y vio que los

disparos le habían sacado la mitad de la cara. A mí me

hicieron unos estudios preliminares, pero los médicos

se dieron cuenta de que necesitaban a un neurólogo,

por la gravedad de mis heridas. Y como ahí no había

ninguno, me pusieron un suero y un amigo de mi tío

me llevó en un Fiat 600, con el suero colgando por la

ventanilla, al hospital Padilla, donde me internaron y

me pusieron en coma.

 

-Un coma de 4 meses, siendo una niña.

 

-Diciembre, enero y febrero. Volví a la vida en marzo

de 1975, con 5 años.

 

-¿Qué le dijeron los médicos cuando se despertó?

 

-Dijeron que era un milagro que estuviera viva, y que a

lo largo de la vida me tendría que hacer una serie de

estudios para ver con qué secuelas había quedado.

La versión del ERP: “Los balines dan de rebote sobre

la hija”

 

En su “parte de guerra”, el Ejército Revolucionario del

Pueblo, responsable de la masacre, describió:

 

“A las 13.13 el automóvil se aproxima hasta la misma

altura que el objetivo, quedando medio auto

adelantado. Siempre en los chequeos el sujeto

descendía, en esta oportunidad la que descendió fue

la esposa, quedando él al volante a la espera. Al frenar

el automóvil disparan el primer escopetazo, que da en

el parante delantero izquierdo del parabrisas, el sujeto

se agacha en ese momento y los balines dan de

rebote sobre la hija de tres años que estaba atrás. El

compañero de la ametralladora desciende y metiendo

el arma por la ventanilla, dispara una ráfaga corta, 4

tiros que dan en el sujeto que alcanza a descender, la

ametralladora se traba, pero los disparos le dan a la

altura de la base del pulmón izquierdo desde atrás, se

adelanta más y dispara con su pistola y remata al

Capitán con un tiro en la cabeza y retoma el auto,

mientras que el camarada de apoyo dispara a

quemarropa con su ametralladora, hiriendo a la hija de

5 años que corre escapando hacia delante”.

 

-¿Cree que el ERP atacó a la familia entera de manera

deliberada?

 

-Hoy sí lo creo. Pero no deja de sorprenderme. En esa

época vivíamos con mucho miedo a ser el blanco de

un ataque terrorista. Mi papá solía decirle a mi mamá:

 

“No tengas miedo. Si [la guerrilla] se mete con alguien,

se mete con nosotros [los militares] no con la familia”.

Pero nosotros vivíamos en Sarmiento, entre 25 de

mayo y Muñecas. Y mi papá trabajaba a la vuelta. Él

iba y volvía caminando solo, todos los días. Si lo

hubiesen querido interceptar solo a él, lo hubiesen

hecho mientras volvía del trabajo. ¿Por qué esperaron

a un domingo para meterse con toda la familia?

-¿Cuántos estudios tuvo que hacerse, durante su vida

y hasta hoy, para monitorear los efectos causados por

el ataque?

 

-Me tuve que hacer 8 cirugías en la cabeza durante los

años siguientes. La última fue en 1981, cuando yo

estaba en sexto grado de primaria. A pesar de todo lo

que ha pasado, yo no he perdido años de escuela.

Hice salita de 5 operada. Tengo foto de mi jardín de 5,

con un pañuelito blanco en la cabeza. Me pelaban en

esa época, por las operaciones.

 

-¿Qué secuelas físicas le quedaron?

 

-Me faltan dos huesos en la cabeza, el parietal y el

occipital. Sabía que iba a poder llevar una vida normal,

aunque con algunas limitaciones. Por ejemplo, no iba a

poder practicar deportes bruscos; tampoco ir a

parques de diversiones y subirme a montañas rusas.

También tengo una limitación visual tremenda que

 

sufro mucho: se llama hemianopsia altitudinal, es una

disminución en el campo visual; de la mitad del ojo

para abajo, no veo, entonces a veces me llevo puestos

los umbrales. Ya me esguincé 5 veces al ir caminando

por la vereda, porque no veo los desniveles... Después

me dijeron que, en caso de tener hijos, no los iba a

poder tener por parto normal... Pero no todo es malo.

Hoy tengo dos: Felicitas María, de 20 años, y César

Agustín, de 18.

 

-¿Usted y su familia siguieron viviendo en la misma

casa después del ataque?

 

-No, porque nosotros vivíamos en edificio militar.

Entonces, después de que lo mataran a mi papá, como

no éramos “de familia militar”, tuvimos que entregar

ese departamento y nos fuimos a vivir con mi abuela

materna. Estuvimos con ella un par de años. Luego, mi

mamá reconstruyó su vida. Se casó con un joven que

había conocido en su adolescencia, se lo encontró en

un taller mecánico. Él es un sol, es como si fuera mi

papá. Vivimos un tiempo en el centro, y luego ellos

compraron una casa juntos.

 

María Fernanda Viola vive en la ciudad de Tucumán.

Cuando los asesinos fueron indultados, tuvo que pasar

por una incómoda situación: uno de ellos vivía muy

cerca de su casa; tenía miedo de encontrárselo. &

mamá me decía que me calmara, que seguramente él

no me iba a poder 

María Fernanda Viola vive en la ciudad de Tucumán.

Cuando los asesinos fueron indultados, tuvo que pasar

por una incómoda situación: uno de ellos vivía muy

cerca de su casa; tenía miedo de encontrárselo. "Mi

mamá me decía que me calmara, que seguramente él

no me iba a poder reconocer".

Siete integrantes del pelotón que emboscó al capitán

Viola fueron capturados. Francisco Antonio Carrizo,

Rubén Jesús Emperador, Fermín Ángel Núñez y José

Martín Paz recibieron cadena perpetua. Florencio

Antonio Nieva, 8 años de prisión; Rolando Oscar

Figueroa no tuvo condena por ser menor de edad, y a

Alberto Vivanco se le declaró extinta la acción penal.

Svante Grände, de nacionalidad sueco-chilena, fue

abatido, en el monte tucumano, integrando la

Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez del ERP,

tiempo después. Mientras que Hugo Irurzun, el jefe del

“pelotón de fusilamiento” de Viola, fue asesinado “en

acción” 6 años después en la “Operación Reptil”, que

constituyó el asesinato del dictador nicaragüense

Anastasio Somoza, en Asunción del Paraguay en

1980.

 

Después, en 1989, los que seguían con vida fueron

indultados, al igual que varios de los militares que

habían ido presos por crímenes de lesa humanidad

cometidos durante el régimen militar.

 

Hace años que la familia Viola demanda que se

cancele el indulto a los responsables de la emboscada,

mientras exige que el crimen sea considerado de lesa

humanidad. “Estuvieron debidamente juzgados. Lo que

pasa es que, si estamos ante un crimen de lesa

humanidad, el indulto no es válido”, argumenta Javier

Vigo Leguizamón, abogado de María Fernanda Viola,

en diálogo con LA NACION. El caso Viola ha pasado

por todas las instancias judiciales en la Argentina,

incluida la Corte Suprema de Justicia. Aunque hasta

ahora, dicen desde la familia, no hubo novedades.

 

Asimismo, la familia Viola quiere que se juzgue no solo

a los autores del crimen, sino también a sus ideólogos,

muchos de ellos integrantes del Buró Político del ERP.

“Nosotros pedimos puntualmente que se juzgue como

autor mediato a Juan Arnold Kremer -alias Luis Mattini-

, que fue quien sucedió a Mario Santucho en el Buró

Político del ERP, y quien en su libro ‘Los Perros’

reconoce cómo participó tanto en la planificación del

operativo como posteriormente en el análisis del

resultado del mismo. Ahí relata la indignación que

tenía Santucho por haber atentado en contra de

niños”, dice Vigo Leguizamón.

 

Hasta ahora, el máximo tribunal ha fallado en contra

de someter a proceso a los autores mediatos del

crimen.

 

Hugo Irurzún murió abatido por la policía paraguaya en

1980 un día después de participar del asesinato del ex

dictador nicaragüense Anastasio Somoza, que se

encontraba en Paraguay. Irurzún era el líder del

pelotón que atacó a la familia Viola.

Hugo Irurzún murió abatido por la policía paraguaya en

1980 un día después de participar del asesinato del ex

dictador nicaragüense Anastasio Somoza, que se

encontraba en Paraguay. Irurzún era el líder del

pelotón que atacó a la familia Viola.

Algunos de los hombres que asesinaron a la familia de

María Fernanda fueron, años después, indemnizados

por el Estado argentino, a raíz de los excesos

cometidos por el gobierno militar entre 1976 y 1983.

Carrizo percibió $61.244.080 (monto actualizado

noviembre 2023); Emperador recibió $61.900.272

(monto actualizado noviembre 2023); Núñez fue

compensado con $64.597.413 (monto actualizado

noviembre 2023), y Paz con $58.095.106 (monto

actualizado a noviembre 2023).

 

En 2016, María Cristina Picón de Viola (la madre de

María Fernanda) presentó la denuncia en la Comisión

Interamericana de Derechos Humanos. Su petición

estuvo fundada en los artículos 8, 24, 25, 44 de la

Convención Americana sobre Derechos Humanos y en

el artículo 3 de las Convenciones de Ginebra de 1949,

que aseguran que “la dignidad de las personas sea

respetada en los conflictos armados” y que “no se

 

puede atacar, ni atentar, contra los civiles inocentes en

ningún tipo de conflicto armado”.

 

En marzo de 2022 la entidad consideró formalmente

cumplidos los requisitos exigibles para dar inicio al

proceso de “admisibilidad” de la denuncia y, en una

decisión transmitida al canciller Santiago Cafiero, dio

un plazo de 3 meses al Estado argentino para que

presentara su descargo. El Estado demoró mucho más

que 3 meses, pero finalmente respondió. “Mantuvo la

hipótesis de que en la Argentina no había existido un

conflicto armado, y que en el momento en que

ocurrieron los hechos el derecho internacional

humanitario no contemplaba que las acciones de la

guerrilla fueran crímenes de lesa humanidad”, dice

Vigo Leguizamón.

 

-¿La familia Viola argumentó contra esa respuesta del

Estado?

 

-Sí. Sostuvo que eso era falso por dos motivos.

Primero, porque la Cámara Federal, cuando juzgó a

los comandantes, concluyó que en la Argentina, en la

década de 1970, se había vivido una guerra

revolucionaria. Quiere decir que sí hubo conflicto

armado interno. En segundo lugar, argumentó que era

aplicable el informe 55/97 de la CIDH sobre el ataque

al regimiento de la Tablada en 1989. En ese informe

 

se determinó que se había desatado un conflicto

armado interno.

 

María Cristina Picón de Viola luchó incansablemente

durante años para que se hiciera justicia. Falleció en

2021.

María Cristina Picón de Viola luchó incansablemente

durante años para que se hiciera justicia. Falleció en

2021.

“EL DOLOR NO TIENE IDEOLOGÍAS”

María Fernanda nunca fue indemnizada. “El dolor no

tiene ideologías. Yo sí sé lo que significa que te violen

los derechos humanos. Yo sí sé lo que significa el

dolor moral, físico y espiritual. Yo sí sé lo que significa

además haber sido ignorada. Yo sí sé lo que implica

ver que a los asesinos de tu familia los elogien e

indemnicen como héroes pero, además, yo sí sé lo

que es buscar la superación y la reconciliación de lo

sucedido. Soy consciente de que gente perteneciente

a otros sectores también han padecido muertos o

desaparecidos y les tiendo la mano para que

construyamos un país juntos”, escribió hace siete

años.

-María Fernanda, a 49 años del asesinato de su padre

y hermana, ¿qué reflexión hace?

 

-Lo que quería mi mamá era resarcimiento moral. Ella

nunca nos fomentó el odio. Perdonó a los asesinos. Mi

 

mamá quería que las muertes de mi papá y de mi

hermanita se declarasen de lesa humanidad. Mi papá

la tenía más jugada porque era militar, y los militares

eran blancos de estas organizaciones, pero nosotras,

con 3 y 5 años y con mi mamá embarazada de 5

meses.... ¿Dónde están nuestros derechos humanos?

¿Dónde están los derechos humanos de mi hermana

Luciana, que nació sin papá? A mí eso me hierve la

sangre. Mi mamá [Maby falleció el 17 de junio de 2021]

nos dijo que nunca tuviéramos venganza. Yo,

personalmente, quizás perdono. Pero no olvido. Me

duele en el alma pensar en todo lo que me ha pasado.

Pero es lo que me ha tocado vivir. He salido adelante,

padeciendo unas veces y otras, pero soy una

agradecida de que soy un milagro. Me queda la cuenta

pendiente de seguir luchando en el nombre de mi

vieja, que debe estar en un lugar privilegiado, debe

estar al lado de mi hermana. Pero, para que descanse

totalmente en paz, es necesario que se haga justicia.

 

Por Mariano Chaluleu

Publicado en www.lanacion.com.ar

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