Los tres astronautas, entre ellos una mujer, toman el relevo de la tripulación de la misión ShenZhou-13, que regresó a la Tierra a mediados de abril, luego de pasar un semestre en la estación espacial. La instalación debería estar en pleno funcionamiento a fin de año. El principal desafío para la tripulación de la Shenzhou-14 será la recepción e instalación de dos módulos del laboratorio, que deberán acoplarse a la estación y serán enviados en julio y octubre. Una vez instalados los últimos dos módulos, la estación tendrá una forma de “T” definitiva, con un tamaño similar al de la antigua estación ruso-soviética MIR y su vida útil sería de al menos 10 años. La misión permanecerá en la estación hasta ser relevada por otra. China se ha visto empujada a construir su propia estación, debido a su exclusión de la ISS (Estación Espacial Internacional), ya que Estados Unidos prohíbe a la NASA trabajar con Beijing. El régimen chino había enviado a su primer astronauta al espacio en 2003. El gigante asiático acumula décadas invirtiendo dinero en su programa espacial. Desde entonces, consiguió algunos logros notables, especialmente en los últimos años, con el aterrizaje de un pequeño robot en Marte en 2021.
Pero en 2022, la guerra entre Rusia y Ucrania ha escalado, alcanzando la carrera espacial. Ya en marzo fue suspendido el programa espacial que desarrollaban en forma conjunta la empresa estatal espacial rusa y la agencia espacial europea. Ahora, el tema ha escalado entre China y Estados Unidos, confirmando en los hechos la nueva visión estratégica de largo plazo de la OTAN, aprobada el 30 de junio. Es así como el director de la NASA, Bill Nelson, denunció que China recibe colaboración de Rusia para construir una base lunar y destacó como “preocupante” el comienzo de una nueva etapa de la “carrera espacial”. Las declaraciones las realizó el 4 de julio, 72 horas después de la nueva doctrina aprobada por la OTAN. El director de la agencia espacial estadounidense ha advertido que Beijing tiene intención de construir esa base lunar como primer paso para “apoderarse del satélite de la Tierra”. Agregó que “debemos estar muy preocupados de que China vaya a aterrizar en la luna para decir: Ahora es nuestra y tú quédate afuera”. Asume que esta nueva etapa de la carrera espacial -la primera en su visión es la que libraron Estados Unidos y Rusia entre los años cincuenta y setenta- es entre Estados Unidos y China. Coincidentemente, ratificó que los astronautas estadounidenses pisarán la luna en 2025 y por primera vez integrará la misión una mujer. También dijo que China recién tendría una base lunar operativa en 2035. Nelson reconoció que se ha desatado ya una carrera por ocupar el Polo Sur Lunar, en el cual hay depósitos de agua que podrían utilizarse para fabricar combustibles para cohetes, convirtiendo esa base en este lugar en un punto intermedio para los viajes a Marte.
El director de la NASA adjudicó una intención claramente hostil a la estación espacial china, argumentando que allí “aprenden a destruir los satélites de otros”. Sostuvo que la potencia asiática hace dos años que investiga tecnología para “atrapar” satélites con brazos robóticos o redes para hacer que se estrellen, supuestamente para limpiar sus propios deshechos espaciales, pero que también “podría utilizarse para atacar a otros países”. Nelson sostuvo que “el programa espacial de China es un programa espacial militar” y denunció que para impulsarlo ha recurrido al robo de tecnología, diciendo “China es buena, pero China también es buena porque roba ideas y tecnologías de otros”. Beijing terminaría de construir este año la mencionada estación espacial, llamada “Tiangong”, que significa “palacio celestial” en mandarín. Pesará 70 toneladas y funcionará entre 10 y 15 años, orbitando a 400 kilómetros de la superficie terrestre. El programa de esta estación tiene por objetivos proveer “un laboratorio espacial para que sirva para largas estancias de astronautas, así como grandes experimentos”. En los últimos años, el programa espacial chino ha conseguido alunizar la sonda Chang’e 4 en la cara oculta de la luna -fue el primer país en arribar a ella- y ha llegado también a Marte -como se mencionó-, con lo cual China se ha convertido en el tercer país en “amartizar” en el planeta rojo después de Estados Unidos y Rusia.
El mismo día, China rechazó la advertencia del director de la NASA de que podría “apoderarse” de la luna como parte de su programa militar. La calificó de “calumnia irresponsable”, afirmando que siempre ha trabajado por la construcción de una comunidad de naciones en el espacio exterior. China realizó su primer alunizaje sin tripulación en 2013 y espera lanzar cohetes suficientemente potentes como para enviar astronautas a la luna hacia finales de esta década. Zhao Lijan, vocero de la Cancillería china, sostuvo que “la parte estadounidense ha construido constantemente una campaña de desprestigio contra los esfuerzos normales y razonables de China en el espacio exterior, y China se opone firmemente a estos comentarios irresponsables”. Agregó que China siempre se ha opuesto a cualquier “carrera armamentística en el espacio”. La NASA, en el marco de su programa Artemis, tiene previsto enviar una misión tripulada a la luna en 2024 y realizar un aterrizaje tripulado cerca del Polo Sur Lunar en 2025. Cabe señalar que dos días después, el 6 de julio, tuvo lugar un hecho inédito: el Jefe del MI6, el servicio de inteligencia británico para el exterior, y el director del FBI, la agencia de seguridad estadounidense, hicieron una presentación pública en conjunto centrada en advertir tanto a los empresarios como a la opinión pública, sobre el riesgo que significaba China por su capacidad de utilizar el ciberespacio para “robar” información y tecnología.
En conclusión: a comienzos de junio partió hacia la estación espacial china que está en construcción, la primera misión que iniciará su presencia humana permanente en el espacio; el director de la NASA denunció que el programa espacial chino tiene objetivos militares y entre ellos está apoderarse de la luna; también dijo que China está ensayando la destrucción de satélites de otros países y que para ello utilizaría la base lunar que desarrollará en los próximos años; por último, el mismo día, el gobierno chino rechazó la denuncia, calificándola de “calumnia irresponsable”, y agregando que siempre se ha opuesto a transformar la carrera espacial en una armamentística.