Bryan J. Mayer ellitoral.com
Mientras toda la familia militar espera ilusionada que el ministro de Defensa – Jorge Taiana – cumpla la promesa que hizo hace más de dos meses de equiparar los salarios militares con los de las Fuerzas de Seguridad, en El Litoral urgió indagar cómo se posicionan los ingresos castrenses argentinos respecto de los países que limitan con Argentina para entender si, quizá, los haberes están en un nivel razonable con la región.
Comparar lo que cobra un Segundo Teniente del Ejército de Estados Unidos sería injusto. Ese gobierno es uno de los que destina mayor PBI a su instrumento militar (alrededor de 4 puntos) en el mundo; contra el nuestro que destina diez veces menos, por debajo de un punto del Producto Bruto Interno argentino. Las realidades económicas financieras y del día a día también son demasiado abismales. Por eso se elige acotar el muestreo a la situación en los Estados vecinos que, si bien tampoco atraviesan por la misma crisis que nosotros, son los más semejantes. De esta manera, logramos evitar el mal momento de comentar que el primer rango de oficial estadounidense percibe U$D 3.500 mensuales de haber básico.
La mayoría de los países tienen un solo tipo de cambio y no padecen la realidad de tener que cotizar en infinidad de tipos de cambio, como ocurre aquí donde hablamos hasta del “dólar Netflix”. Por esto, es necesario aclarar que el cálculo de cada caso se hará en base al valor de cambio al que tiene acceso cada militar relevado. En la situación de los argentinos, a $330 por unidad, que es el valor al momento de redactar. Como parámetro normalizador, se considerará siempre el primer grado de oficiales de las Fuerzas Armadas y su conversión a dólares. Para arrancar, el haber básico de un Subteniente, Alférez o Guardiamarina argentino (según el aumento de julio y que cobrarán en agosto de 2022): es de 272 dólares. Es el peor entre todos los uniformados extranjeros consultados (y quedaría en el mismo puesto si el cálculo fuera considerando el valor oficial del dólar).
El podio de haberes básicos lo encabeza Brasil, donde un Segundo Teniente percibe 7.000 reales, los que significan 1272 dólares (relación: 5.5/1). Es seguido por Chile, donde en el mismo grado reciben 1250 dólares (1.250.000 de pesos chilenos). El tercer lugar es para Uruguay: un Alférez del cuerpo comando cobra U$D 1.116 (47.947 pesos uruguayos con un dólar a 42,95). En cuarta posición de este ranking salarial quedan los militares bolivianos, con un haber básico de 880 dólares, es decir 6.093 pesos bolivianos. Finalmente, antes que Argentina, quedan los paraguayos con un recibo mensual de 780 dólares que es lo que valen los aproximadamente 5.300.000 de guaraníes paraguayos que perciben por sus servicios al servicio de su Patria.
Según las cifras expuestas arriba, a las que El Litoral tuvo acceso tras contactar diversos oficiales, embajadores y agregados de defensa de los países citados, no solamente se concluye que los efectivos de la Armada Argentina, del Ejército Argentino y de la Fuerza Aérea están en la peor situación salarial de la región, sino que incluso están 2.8 veces por debajo del promedio y mil dólares en detrimento que un Segundo Teniente brasileño, el mejor pago en el mismo espectro consultado.
A la hora de hablar del pago salarial a militares es importante destacar que no se trata de un factor más en el gasto público. Esto es en realidad una inversión volcada a hombres y mujeres que, por esa profesión elegida, son de los pocos a los que se les exige dedicación exclusiva a esa labor y pueden ser requeridos en cualquier momento del año y por tiempo indeterminado si una amenaza regular externa o situación de catástrofe natural lo requiere, sin ningún resarcimiento extra que amerite un análisis aparte. En esto último puede verse como pequeño ejemplo la labor de las Fuerzas Armadas argentinas desde la hora cero de la pandemia de coronavirus, cuando aún no se sabía el impacto en el organismo de ese virus, ni mucho menos se vislumbraba una cura.
En la misma línea que el párrafo precedente, no es menor poner en foco el malestar existente entre los uniformados hacia las autoridades militares y políticas que dejaron rezagada la discusión de haberes a promesas aún inconclusas (“¿Llegará el milagro de equiparación en la cena de camaradería?”, se preguntan), mientras la inflación acelerada licua el falso aumento del 60% (prorrateado hasta marzo 2023) y ven abrir una nueva unidad militar (en Catamarca), mientras el resto de la estructura está ya esquelética y sin los recursos suficientes para un funcionamiento normal y cotidiano de alistamiento y adiestramiento acorde a los desafíos del Siglo XXI. Hoy, pese a la activa participación cotidiana, la mayoría de quienes juran ofrendar sus vidas por sus compatriotas si fuese necesario, están por debajo de la línea de pobreza en Argentina.