Es la demostración de que al final triunfa la verdad sobre la mentira. Desde hace más de una década, la ciudadanía padece los efectos de la mentira, no solo respecto de los hechos referidos en el artículo, sino además en todos los que afectan a la ciudadanía y son responsabilidad de quienes nos gobiernan. Lo que no ha sido recordado y permanece aún en el olvido es la nefasta amnistía del 25 de mayo de 1973 y la innegable responsabilidad de nuestra clase política en todo lo sucedido con posterioridad. Ese día recuperaron su libertad casi quinientos terroristas condenados en juicios incuestionables, como que ninguno fue objeto de reproche posterior. De inmediato, se incorporaron a sus respectivas organizaciones y sumieron al país en el baño de sangre sucedido entre 1973/76. Esta amnistía, que significó tirar por la borda la magnífica tarea cumplida por la Cámara Federal en lo Penal de la Nación, disuelta también por “nuestros padres de la patria” ese mismo día, es la explicación a que luego el “juzgamiento” de los terroristas siguiera otros caminos.
Es hora de que nuestra clase política, tan presta a señalar culpas ajenas, reconozca su culpabilidad.
Juan Pablo Chevallier-Boutell
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Publicado en La Nación.