“No nos quedaba otra alternativa, la situación de violencia es demasiado grave”. Así describía anoche un integrante del comité político de La Moneda la compleja situación que llevó al Presidente Gabriel Boric a tomar una decisión que nunca quiso tomar: decretar Estado de Excepción -con presencia militar en rutas y caminos- para contener la crisis de seguridad que afecta a la Macrozona Sur, el que fue ingresado vía decreto la mañana de este martes a la Contraloría.
El análisis da cuenta de la sensación de resignación y frustración que se instaló en Palacio y en el oficialismo, y que marcó la determinación del Mandatario. Una definición que implica un giro en el discurso que el propio frenteamplista había hecho antes y después de asumir en el cargo, convirtiéndose así en la derrota política e ideológica más profunda en lo que va de su administración.
Gobierno desecha crear estado de "protección y resguardo" y decide aplicar estado de excepción en la Macrozona Sur
“Nosotros no podemos seguir con las mismas recetas que han profundizado la violencia que hoy día se vive en la Macrozona Sur”, había repetido como mantra el Presidente Boric cada vez que era consultado sobre la opción de aplicar la medida constitucional en la Macrozona Sur, donde en las últimas semanas ha recrudecido la violencia.
Ante la fragilidad del respaldo de su coalición original -Apruebo Dignidad- el jefe de Estado tuvo que dar pie atrás en su estrategia original, la que contemplaba crear una fórmula intermedia a través de una reforma constitucional acotada solo al “resguardo y la protección” de los caminos. Los más duros estuvieron en Revolución Democrática y el Partido Comunista. Las gestiones de todo el comité político -liderado por la ministra del Interior Izkia Siches- no surtieron efecto entre los parlamentarios de esas bancadas, ante quienes se recalcó -en todo momento- que esa figura les permitiría dejar bajo control civil a los militares y, además, acotar su rol sólo al resguardo de las vías de abastecimiento.
El análisis puertas adentro
“Nadie quería tomar esta decisión, pero los votos no daban”, comentan en Palacio. Esta mañana, en una entrevista con la Revista Ya, concedida en la previa de la decisión anunciada anoche por Siches, la ministra de Desarrollo Social, Jeanette Vega, develó el diagnóstico que varios tenían previamente en La Moneda.
“El Estado de Excepción ¿qué significa? Coartar un montón de libertades y, por otro lado, el apoyo de los militares, pero hay que estar dispuesto a que efectivamente haya muertes... y creo que no es la solución para el Wallmapu, un lugar donde ya hay una cultura de violencia y muertes”, dijo Vega a ese medio.
Pero el Presidente Boric estaba presionado. Quienes han conversado con él en los últimos días lo han visto “complicado” ante la escalada de violencia que afecta la zona y que se ha extendido también a la Región Metropolitana. En las últimas horas, el Mandatario entendía que no le quedaba otra opción que cumplir el acuerdo al que arribó con los gremios y representantes de transportistas hace unas semanas atrás, tras una serie de movilizaciones para exigir mayores medidas de seguridad.
Fue por eso, que ante la falta de votos para viabilizar una medida intermedia en el Congreso y la amenaza latente de un nuevo bloqueo de rutas por parte de los camioneros, el Jefe de Estado se vio obligado a optar por el Estado de Excepción. Había que tomar una decisión y había que hacerlo con sentido de urgencia. En la coalición oficialista aseguran que La Moneda maneja cifras “alarmantes” respecto del aumento de los hechos de violencia en la zona, las que fueron detalladas en distintas reuniones.
En esa cita, Siches además planteó que había estado en permanente diálogo con ciudadanos de la zona, quienes les demandaban -sobre todo- “normalidad”. El comité político, dicen en Palacio, siempre estuvo cuadrado con la idea “intermedia” planteada por el Mandatario. Pero todos llegaron al convencimiento -agregan en La Moneda- de que no tendrían otra alternativa que aplicar el Estado de Excepción vigente. La ministra Antonia Orellana (Mujer) y Giorgio Jackson (Segpres) intentaron convencer al Frente Amplio, mientras la ministra Camila Vallejo (Segegob) hizo lo propio con su colectividad, el Partido Comunista, participando de su comité central, el que se extendió durante todo el fin de semana.
Quien nunca estuvo de acuerdo con la idea de un estado intermedio fue la ministra de Defensa, Maya Fernández. Desde un inicio, la socialista alertó a La Moneda de las complejidades que podría tener para las FF.AA aplicar una medida de ese tipo. La idea de aplicar uno de emergencia era vista con mejores ojos por la secretaria de Estado, pero de todas maneras levantó las preocupaciones que el propio Ejército le había transmitido a ella: que no tenían elementos disuasivos y que la Constitución no le daba garantías suficientes para asumir labores de control público.
Pese a eso, el domingo en la noche, dicen en Palacio, ya había meridiana claridad de que el Presidente se inclinaría por el camino del Estado de Emergencia, así quedó en evidencia en el comité político que sostuvo ayer durante parte importante de la mañana con sus ministros, quienes luego comunicarían la decisión a los partidos oficialistas. Antes de tomar una determinación, como es usual, Boric consultó a sus asesores más estrechos, entre ellos, al jefe de gabinete y experto en temas relativos al conflicto mapuche, Matías Meza-Lopehandía; y a su jefa de asesores del Segundo Piso, Lucía Dammert, experta en temas de seguridad.
Asimismo, antes de que la medida se hiciera pública, el Mandatario llamó a senadores de la zona como Jaime Quintana (PPD) para avisarle de la decisión. A su vez, se reunió ayer en Palacio, por más de una hora y media, con el senador DC y exintendente de La Araucanía, Francisco Huenchumilla, con quien también abordó los efectos de un nuevo Estado de Excepción.
El análisis en el oficialismo es que la determinación de Boric viene a desechar por completo la idea con la que él y su coalición llegaron al poder. “Otra cosa es con guitarra”, repiten en el Socialismo Democrático, quienes a diferencia de Apruebo Dignidad, se cuadraron tempranamente con La Moneda y transmitieron al Mandatario que respaldarían cualquier fórmula para contener la crisis de seguridad en la zona.
Las mismas fuentes acusan que el aplicar el Estado de Excepción es un reconocimiento por parte del gobierno de que tenían un error de diagnóstico sobre la escalada de violencia en esos territorios y que, además, no dimensionaban la magnitud de la crisis. De hecho, en Palacio se dieron cuenta tempranamente que su signo político no era una garantía para establecer diálogos y avanzar en una solución del conflicto entre el Estado y el pueblo mapuche. Esa fue la cuenta que sacaron algunos tras la fallida visita de la ministra Siches a Temucuicui.
“Se notó mucho que llegaron con un maximalismo en torno al Wallmapu, pero ahora despertaron y se dieron cuenta que hay gente común y corriente”, sostiene un timonel oficialista, mientras un senador del sector advierte que la decisión del Mandatario demuestra que está entendiendo que “tiene que gobernar más allá de los complejos ideológicos de algunos de sus aliados” y que en La Moneda “abrieron los ojos y asumieron la realidad”.
Pese al pragmatismo del gobierno, de todas formas asumen que la medida les traerá costos. Saben que no será fácil enfrentar las críticas de sectores de izquierda que han respaldado al Mandatario. Anoche, de hecho, eso quedó en evidencia con los cuestionamientos que emitió mediante su Twitter el exencargado de Asuntos Indígenas del Ministerio del Interior Salvador Millaleo, quien renunció a su cargo precisamente por sus desacuerdos con la agenda del Ejecutivo en La Araucanía.
“Luchamos por una solución política y ahora tendremos de nuevo un estado de excepción constitucional: necesitamos otra forma de ver y hacer las cosas. Construir la plurinacionalidad requiere de mayor convicción”, escribió el excolaborador de Boric.
Otro factor que siguen sopesando en Palacio es que las medidas anunciadas ayer por la ministra Siches -que además del Estado de Emergencia contemplan restitución de tierras, la creación de un Ministerio de Pueblos Indígenas y parlamentos territoriales-, son similares al plan que desplegó en su momento el expresidente Sebastián Piñera.
“Esta estrategia es muy similar a la del exMandatario”, dice un senador oficialista. Mientras que la diputada socialista Emilia Nuyado aseguró que “un gobierno de izquierda no puede actuar de forma tan neoliberal”.
Grieta en la coalición
La decisión del gobierno no solo generó una derrota ideológica para Boric, sino que también agudizó las diferencias que existen e