El artículo empieza marcando que las memorias del conflicto bélico comenzaron a desaparecer lentamente en Londres y que lo contrario pasa en Argentina, donde todo sigue más fresco. Como ejemplo de esto, cuentan que por el aniversario de la guerra el Congreso se iluminó de blanco y azul como la bandera y que el lema “Las Malvinas son y serán argentinas” se desparramó por varios carteles, señales de rutas y hasta tatuajes. También hace referencia al discurso de Cristina Kirchner en el cual enfatizó que el Reino Unido ocupa ilegalmente las islas para resaltar el “doble estándar” de las potencias occidentales con respecto a invasiones ya que los grandes países condenan lo hecho por Rusia en Ucrania.
“Un discurso así seguro complació a Moscú, que rápidamente pidió que el Reino Unido reabra las negociaciones por la soberanía de las islas. Pero no hace más que alimentar las suspicacias de los isleños, que se sienten amenazados por la actual constitución, que promete recuperar las Malvinas. Ellos se quejan de que Argentina los ve como una colonia de inmigrantes en vez de respetar su deseo de permanecer británicos”, resume el texto.
Para comenzar a plantear posibles soluciones, Financial Times primero sostiene que “la disputa amenaza con tapar el progreso en otras áreas” y presenta algunos datos que podrían ser optimistas para el futuro: “En los últimos 40 años la economía de Malvinas creció respaldado por la pesca y el turismo, algo que Argentina aceptó sin mostrar resistencia. Esto generó una prosperidad que antes no existía y atrajo una ola de migrantes que hicieron crecer la población de las islas de 2.000 a 3.400 habitantes”.
Como primer punto de colaboración entre las partes, el artículo recuerda que Argentina y Malvinas cooperaron en tareas humanitarias para reconocer a más de 120 soldados caídos en batalla. Pero advierte que “los vuelos directos a Buenos Aires no fueron reestablecidos ni tampoco se puede ir en barco desde algunas islas a la isla central” que queda a 400 millas (640 km). Como consecuencia de esto, explican, “madres con complicaciones para dar a luz tuvieron que viajar en aviones militares a hospitales del Reino Unido”. También marca que alrededor de 1200 militares británicos están en guardia en el territorio.
“Perpetuar esto no es del interés de nadie. Dejar atrás el conflicto por la soberanía podría restablecer la confianza entre Argentina y las Malvinas y crear una relación más normal”, sentencia el editorial.
Por eso, al final del texto propone como un “muy buen primer paso” restablecer los vuelos directos entre las islas y la capital argentina lo que “permitirá a las dos poblaciones conocerse mejor y construir una posibilidad de comercio”. Y agrega: “La cooperación con respecto al turismo ayudará a ambos lados a sacar ventaja del boom de visitantes a la Patagonia y al Antártico”.
Y concluye sugiriendo que “el Reino Unido podría levantar el embargo militar sobre la Argentina” por ser una economía del G20 y una democracia de casi 40 años. En sintonía con esto, sostiene que Londres podría “reducir la militarización en la zona”, lo que sería una poderosa señal para Buenos Aires de que desean una relación más amable.