República Argentina: 9:49:23am

Una pavada que debió haber quedado ahí, pero que se viralizó y ha sido motivo de burlas, risas, broncas y críticas de todo tipo, a los que, de ningún modo me sumo y, por lo tanto, tampoco cometo la bajeza de reproducir acá el video. No es mi intención sumarme a las críticas hacia el señor jefe del Ejército, pero sí, en cambio, quiero traer a colación algunas reflexiones que me surgen y que me parecen importantes.

Obviamente el señor general dijo lo que dijo en cumplimiento de una orden superior, creo que publicada en un Boletín Oficial, donde se establece el nombre de los grados que ostentan las mujeres que prestan servicios en las Fuerzas Armadas. Un arduo trabajo llevado a cabo, sin dudas, por el Ministerio de las Mujeres, Diversidad y Género, que tendrá que ver con el abultado presupuesto que pagamos entre todos para llevar adelante estas imbecilidades que no tienen pie ni cabeza, ni resisten un análisis medianamente objetivo y serio. Es una pena que un hecho tan insignificante desgaste tan innecesaria como gratuitamente la imagen de la institución.

La primera reflexión que me surge, y es la más importante de todas, es que los militares cumplimos las órdenes que se nos imparten, tal como se nos imparten, porque así fuimos formados. En este caso no es una orden inmoral, según la liviana caracterización impuesta por la doctrina Balza, pero sí es una orden estúpida, sin ningún sentido práctico, que se contradice con lo establecido en las leyes y reglamentos militares vigentes y con el vocabulario aprobado por la Real Academia Española (RAE).

Pero, cumplir las órdenes tal como se nos imparten es le esencia de cualquier organización militar que se precie de tal. “Las órdenes están para ser cumplidas” se me machacó en la cabeza desde el primer día que pisé el Liceo Militar con 12 años recién cumplidos. En 40 años de servicio, nunca se me pasó por la cabeza discutir una orden recibida. 

Imagínese quien lee estas líneas que, si la más alta autoridad del Ejército cumple a rajatablas y con convencimiento, una orden tan absurda, descabellada y hasta ridícula ¿cómo podemos pretender que cabos, sargentos, subtenientes, tenientes o capitanes de la década del 70, en una situación de guerra, no cumplieran las órdenes por las que ahora están siendo juzgados y condenados, como si hubieran tenido una opción distinta. No cumplir una orden implicaba irse automáticamente del Ejército, formador, regulador de nuestras vidas, dueño de nuestros destinos y responsable absoluto del cumplimiento de las órdenes que se nos impartían a través de la cadena de mandos. 

Las órdenes se cumplen siempre, porque esa es la base de la disciplina militar y quienes las imparten asumen la plena responsabilidad de lo que ordenan y de todo lo que sus subordinados hacen en cumplimiento de esas órdenes. El día que los militares cuestionen las órdenes impartidas por el gobierno nacional y por sus superiores, será el fin de las instituciones militares. Por lo menos, así era en esa época.

Dentro de este marco, si algún subordinado se excedía, era el superior quien debía sancionarlo, y si no lo hacía, entonces se transformaba él en el responsable. Así funcionaba la disciplina militar (cuando la hubo). Las leyes y reglamentos militares (ahora tirados a la basura) establecían que un subalterno no podía ser juzgado por un eventual delito cometido en un acto del servicio sin que antes se hubiese juzgado a su superior, ya fuere por haber impartido la orden, por haber avalado lo hecho, por no haberse enterado de lo que su subalterno hacía en el marco de sus órdenes, o por, habiéndose enterado, no haber tomado las medidas disciplinarias correspondientes. El responsable, siempre era el supoerior. La "Obediencia debida" no fue un invento de Alfonsín, ni del Congreso. Es tan vieja como las organizaciones armadas en el mundo, y constituye su piedra basal.

La segunda reflexión, y voy a hablar solamente de los grados del Ejército; con excepción de cabo, sargento, sargento primero y sargento ayudante, que son sustantivos de género masculino, todo el resto de los grados (suboficial principal, suboficial mayor, subteniente, teniente, teniente primero, capitán, mayor, teniente coronel, coronel, general de brigada, general de división y teniente general) son absolutamente neutros y se prestan sin dificultades, para designar tanto a hombres como a mujeres. 

Acepto, con disgusto y serias reservas, que pueda decirse soldada, sargenta o teniente primera, pero decir tenienta, capitana, mayora, coronela o generala, no sólo es una insustancial modificación del grado sin ningún sentido práctico sino que, además, suena para el demonio y linda con el ridículo. Ya el grado de “caba”, si bien puede ser genéricamente muy correcto, suena espantosamente mal y se va a prestar para bromas de mal gusto de todo tipo, que dejo libradas a la imaginación de cada uno. Por otra parte la RAE le da al vocablo soldada un único significado que se refiere exclusivamente a la remuneración que la soldadesca recibe como pago por sus servicios. 

La tercera reflexión es que para la RAE no es correcto decir “todos y todas”, o como en este caso, “soldados y soldadas”. "El buen uso del español", que se publicó en 2014, descarta por completo la utilización de esas fórmulas viciosas para explicitar paridad entre ambos géneros, por constituir una redundancia idiomática innecesaria.

La cuarta y última reflexión. ¿Con la gravedad de los acontecimientos sociales, económicos, políticos, de salud, de justicia, de educación, de seguridad, de desgobierno y de corrupción que asolan a nuestro país?, ¿es necesario perder tiempo para discutir semejante estupidez? No es sólo que estamos mal, sino que cada día que pasa, estamos peor. Nos estamos hundiendo sin remedio y gastamos energías en discutir bobadas sin ningún sentido.

Jorge Tisi Baña

 

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