La celebración fue presidida por el titular de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea, y concelebrada por el arzobispo de Mercedes-Luján, Jorge Scheinig y otros obispos de la región.
representación del Gobierno nacional, asistieron a la misa el ministro de Defensa, Jorge Taiana; el secretario de Culto, Guillermo Olivieri; y su par bonaerense, Juan Ignacio Torreiro; y el secretario de Malvinas, Guillermo Carmona.
También estuvieron el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Juan Martín Paleo; y los jefes de la Fuerza Aérea, Xavier Isaac; de la Armada, Horacio Guardia; el subjefe de Estado del Estado Mayor del Ejército, Diego López Blanco; el director nacional de Gendarmería; Andrés Severino; y el jefe de Prefectura, Miguel Ángel Reyes.
Durante la homilía ofrecida desde un atrio que tenía un cartel con la leyenda 'Paz', el arzobispo de Mercedes-Luján sostuvo: "Venimos a hacer memoria de los 40 años de la dolorosa guerra de Malvinas. Nuestro primer compromiso es hacer presente aquí y ahora, el nombre de nuestros hermanos caídos y sepultados en la tierra y en el mar".
Y continuó: "Los recordamos como nuestros héroes de Malvinas, porque han dado la vida por la Patria. Para ellos pedimos que vivan la plenitud de estar junto a nuestro padre Dios, que los abrace en su amor puro y que gocen de la vida en abundancia".
Asimismo, el arzobispo de Luján pidió que "jamás perdamos la memoria porque la sangre derramada de cada uno de ellos es misteriosamente el cimiento en el que debemos seguir construyendo nuestro sueño común: la Patria, la tierra de nuestras madres y de nuestros padres, la Nación".
"Sería un grave pecado de la Patria y una injusticia social olvidar sus nombres y su sangre, como así también, olvidar a aquellos que siguieron muriendo más tarde y por causa de esta guerra", apuntó.
En otro pasaje de la homilía, Scheinig sostuvo que "nuestro país y Nación están en una tensión constante y delicada, hecha de avances y retrocesos, de logros y de fracasos, de luces y de sombras".
"Muchas son las deudas que nos tenemos y posiblemente, la mejor manera de encontrarles una solución, es hacer enormes esfuerzos por cuidarnos y ampararnos los unos a otros", agregó el prelado.
También consideró que "es muy grave saber que muchas pueden ser las personas que hoy cargan con un sentimiento de orfandad, sentimiento que las deja a la deriva, descuidadas y desprotegidas", ya que "ese ha sido el doloroso testimonio que nos han dado los sobrevivientes de Malvinas, lo que han experimentado durante la guerra y luego de ella, la de sentirse abandonados a su suerte".
Al respecto, sentenció: "Esa terrible experiencia humana, ha sido un pecado gravísimo del que muy poco nos hemos arrepentido y del que muy poco hemos aprendido".
En esa línea, Scheinig remarcó: "Todos sabemos que la historia es dinámica, que el camino es siempre desafiante, que son muchas las personas que día a día se entregan y hacen Patria. La Patria está viva y por eso, no comprendo y tampoco considero determinantes los discursos y las actitudes anti-patria, que las hay. Necesitamos trabajar duro para que la Patria no se pierda", destacó.
"El desafío más significativo de este tiempo: hacer realidad una Patria de hermanos. Y para esto, es imprescindible hacernos cargo los unos de los otros y darnos seguridad y hacerlo sin indiferencias ni indolencias, sin pasividad ni improvisación", consideró.
Al finalizar la homilía, el arzobispo señaló: "Ellos (los veteranos y caídos en Malvinas) nos interpelan y nos dejan cada año el legado latente de hacer juntos una Patria que a todos ampare".