República Argentina: 2:37:34pm



Al ser consultado por el diario Folha de Sao Paulo sobre si los militares van a respetar la autoridad de Lula o de otro presidente, el jefe militar respondió: "Lógico, nosotros somos poder del Estado brasileño. Hacer la venia es un símbolo. Cuando entramos a las Fuerzas Armadas aprendemos a respetar la autoridad. Nosotros reconoceremos a cualquier comandante supremo de las Fuerzas Armadas, siempre".

El brigadier Almeida es considerado por los especialistas como el más bolsonarista de los jefes militares que asumieron el año pasado, en el marco de una inédita modificación de los comandos hechas por el presidente ultraderechista, disconforme con la cúpula castrense porque había adherido a los protocolos de prevención frente al nuevo coronavirus.

De todos modos, el brigadier Almeida tuvo definiciones políticas frente a las elecciones de octubre próximo, en las cuales Lula, del Partido de los Trabajadores (PT), aparece como favorito para derrotar incluso en primera vuelta a Bolsonaro, del Partido Liberal (PL).

"La Fuerza Aérea y las fuerzas en general, estoy seguro, se mantendrán dentro de su objeto constitucional. No tomarán partido, la política no entrará en nuestros cuarteles. No hay ningún incentivo por parte del mando de la Fuerza Aérea. Como ciudadano veo con preocupación lo radicalizados que estamos, esto no es bueno", aseguró.

En ese marco, agregó: "Temo que nuestra sociedad esté muy dividida, muy polarizada y radicalizada. Esto es malo para el futuro, estamos llegando a un nivel de incapacidad de entender una visión diferente y eso se refleja en la disputa política".

Excapitán del Ejército, Bolsonaro lleva designados a más de 6.000 militares en actividad y retirados en lugares clave de la administración pública, empresas estatales, autarquías y ministerios, al punto que su gestión tiene más militares que el período del último dictador del régimen de facto brasileño, el general Joao Baptista Figueiredo.

El jefe de la Fuerza Aérea negó ser un bolsonarista al ser consultado sobre la reacción que tuvo contra la Comisión Parlamentaria de Investigación del Senado, que habló de presencia de "elementos podridos" dentro de las Fuerzas Armadas que participan del negacionismo gubernamental ante la pandemia.

"No (soy bolsonarista), soy comandante de la Fuerza Aérea, represento a una institución", subrayó.

El oficial dijo que no cree que exista un daño a las instituciones militares tras el bolsonarismo.

"Las Fuerzas siempre han sido las instituciones más respetadas. No creo que haya ningún daño como institución, aunque creo que hay un uso de eso de la parte contraria. Los ejemplos que damos son las mejores herramientas que tenemos, aunque a corto plazo esto no se entienda. La sociedad sabe que puede seguir contando con sus Fuerzas Armadas como instituciones apartidistas del Estado", destacó.

Los militares estuvieron directamente vinculados con la prisión y proscripción electoral del expresidente Lula en 2018, año de la elección de Bolsonaro, luego de una amenaza realizada por el entonces jefe del Ejército, el general ultraderechista Eduardo Villas Boas, horas antes de un hábeas corpus que estaba tratando el Supremo Tribunal Federal (STF), la máxima corte de Brasil.

El año pasado Villas Boas reveló que la cúpula militar brasileña articuló una amenaza que fue conocida por un texto en Twitter para que el Supremo Tribunal Federal no aceptara ese recurso legal para liberar a Lula, preso en la Operación Lava Jato por decisión del entonces juez Sérgio Moro.

“El texto fue sometido a mi staff y luego a los jefes militares de área (de todo el país) antes de su publicación. Se trataba de una advertencia, mucho más que una amenaza”, dice en el libro el exgeneral Vilas Boas, quien llegó al cargo máximo en el Gobierno de Dilma Rousseff (2011-2016) y luego, en 2019, tras su retiro, se convirtió en asesor presidencial de Bolsonaro.

El exjefe del Ejército dijo que había preocupación en el empresariado y en sectores de las Fuerzas Armadas por la liberación de Lula y que el mensaje en Twitter fue para intentar descomprimir esa presión.

“Teníamos un aumento de demandas por una intervención militar. Era muy prudente prevenirlas porque después seríamos empleados en contenerlas. Internamente actuamos en razón de la porosidad de nuestro público interno, todo inmerso en la sociedad. Ellos compartían una ansiedad semejante”, dijo Villas Boas.

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