República Argentina: 8:47:02am

             La respuesta, quizás, esta en los silencios de reflexión, que son la soledad de las cabezas nevadas,  cuando viene como amigable compañero el recuerdo y, dentro de ese cúmulo de ayeres, se repiten, invariablemente, los episodios, los momentos y las situaciones de un tiempo al que siempre se desearían volver, aquel que se integró, en actividad, a esta Fuerza de la Patria, de todas las Fuerzas Hermanas vertebradas en el Castrum, esencia del Espíritu de la Milicia, y al que  se contempla con  amor similar con que se sienten los hijos, que se sabe que son concebidos en ternura  pero que tienen  necesariamente vuelo propio, al ser Hijos de Dios.

Sabe el hombre común que es ser Militar, comprende el Ciudadano que es el Servicio Permanente con las Armas de la Nación, entiende la sociedad la existencia de los Soldados como parte ineludible de ella y, finalmente, ¿la comunidad valora que algunos de sus Miembros estén prestos a ofrendar la vida en su salvaguardia…? Generalmente…Nó.

            Son preguntas que se pueden hacer a otros, pero que ellas merecen, primariamente, encontrar respuesta en nosotros mismos, los que eligieron la Profesión Castrense Militar.

La Carrera Militar, como Policial, es una Profesión distinta a la de Médico, Abogado o Ingeniero, no es ni mejor ni peor, ya que requiere, además de la Vocación, una entrega específica, similar al Sacerdote, y una noción de Servicio que, en este ultimo es Dios y, en el primero, la Patria. 

            El Servicio, tanto Sacerdotal como Militar o Policial, en nuestro caso denominado Castrense, tiene por igualdad el renunciamiento concreto de ciertas libertades, bajo los conceptos de disciplina y subordinación y, lógicamente, dentro de rígidos principios de Honor, Entrega y Dedicación. En el caso del Policía es “Servir y Proteger”.

           A ambos, su actividad les exige e impone normas, disposiciones y modalidades que les son especificas, diferentes y adaptadas a su tarea, responsabilidad e integración al cuerpo (Iglesia, o Fuerzas Hermanas-, respectivamente) del que son parte.

          El deseo de ser Militar nace en una muy temprana edad, lo que lo diferencia del sacerdocio o las profesiones convencionales, ya que, desde niño se siente el hálito de querer ser Soldado, ese “llamado” llega muy temprano a nuestras Vidas.

         Quizás los Uniformes y los Desfiles, posiblemente las Ceremonias Patrias o, factiblemente, la admiración a un pariente o conocido, junto con los juegos que incluyen a los “soldaditos” o los sables de juguete, son los que despiertan en la mente juvenil la idea que relaciona a lo Militar con lo épico, glorioso o triunfante.  

        Se sueña con ser General o Mariscal, vencer batallas y reverenciar al Pabellón Nacional, que es izado al tope de un mástil flameando orgulloso bajo el cielo agitado por una tenue brisa. 

        La gran sorpresa es saber lo dificultoso que es ingresar a la Carrera de las Armas, no tan solo por las exigencias físicas, sino también por las intelectuales y, aun, culturales, que se imponen al Aspirante.

 

       Cuando se venció ingresando, se mezcla la sensación de placer al temor, ya que las formas, los usos y las actividades, junto con las costumbres son más duras que lo esperado y todo parece querer poner a prueba constantemente su voluntad, dedicación y capacidad.

       Superar esta etapa cuasi cruel, al mismo tiempo que esforzarse en los estudios y las pruebas constantes, sin dudas, es una fragua que templa el acero vocacional con el solo objeto de aprender a obedecer, como condición ineludible, para poder cuando llegue el momento, mandar.

      El día sagrado en el que, en medio de la solemnidad de los momentos grandes, se recibe el Sable que lo hace señor Oficial de la Patria, o Suboficial, según el nivel alcanzado. se sabe que lo hecho es solo un paso que tendrá que continuarse año tras año integrando Escuadrones de Frontera, donde la vida es una permanente Milicia Multiforme, formando parte de Estados Mayores, Planas Mayores o teniendo la responsabilidad de Comandar una Unidad de creciente categoría.

     Allí estará dando presencia viva de nuestra Soberanía, custodiando sus Portales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, lejos de comodidades, con Cuarteles construidos las más de las veces con sus manos. Donde es Patria, Ley y Orden.

     En ninguna Profesión sus integrantes son evaluados todos los años por una Junta Especial, después de haber sido Calificados por cada uno de los Superiores respectivos con una batería de 14 ítems para el señor Oficial y 16 para los Suboficiales. Constituye esto un mecanismo de “eliminación” si no se alcanza el mínimum estipulado. Esto no es conocido por el medio civil. La creencia es que se asciende por el sólo hecho de estar y cumplir.

     Los tiempos corren no junto a los nuevos Grados que deberían llegar, en forma inexplicable, me refiero al Cuadro de señores Oficiales, no es posible que sólo se tengan ocho (8) Grados dentro de la Carrera Militar del Soldado-Gendarme junto con diferentes responsabilidades y siempre esta la permanente presión que une la Subordinación con el Mando bajo la figura eterna de la Disciplina. No hay paridad con otras Fuerzas.

     La Disciplina jamás se debe quebrar, porque ahí comienza la destrucción del pilar básico del Castrum. Eso es lo que buscan las doctrinas que abrevan en Gramsci, quebrar esa invisible línea que hace al Militar, un Ser que no debe prestarse a intrigas palaciegas de la política. Negarlo que ha sido así, en la Argentina, es una profunda estulticia.

    Cada amanecer incluye nuevos desafíos en una constante de exigencias que surgen de los Reglamentos y las Normas Reglamentarias y que conforman el cumplimiento del Deber que va más allá de lo escrito ya que se elabora en la propia responsabilidad.

    La Vida Militar y las Obligaciones del Servicio tienen tanta fuerza que se posterga lo que más se quiere como ser humano, dejar que nazcan hijos mientras se está en un lejano Cuartel, alejar a la mujer de su propia Familia, y, en muchas ocasiones, elegir lo que se hace como Soldado contra lo que se tendría que hacer como Marido o Padre.                                      

    Lo gratificante de esta gesta es, que tanto la Esposa como los Hijos, aceptan su cuota de entrega para que el Militar pueda dedicarse a construir lo que el Deber le impone y, pese a su sacrificio, muy pocas veces se les escucha una queja o un reproche.

   Los años de servicio están siempre salpicados de momentos que se conviven con el Camarada hecho amigo, en ocasiones casi hermano, con situaciones de dolor o alegría, con horas de lucha o placer, con la certeza de que cada gesto, acto o actividad, sea cual fuere su efecto, participan integrándose para prestigio del Cuerpo del que se es parte.

   Es por eso que las generaciones de Militares Gendarmes, aun las que cambian sus formas o uniformes, tienen en su médula espiritual, una única permanente invariable expresión. Y no deberían cambiarse las formas y usos y costumbres, porque allí se afirma sólidamente la Tradición de las Armas de la Patria.

El Retiro llega antes de lo que se imagina y, casi siempre, deja trunca una parte de la acción personal que, sin embargo, por una rara metamorfosis, se entronca aliándose con la corriente que, como marejada, forman aquellos que siguen en la pirámide de las jerarquías. 

   El dolor de dejar de ser parte activa de la Fuerza, es casi insoportable, aun para aquellos que han llegado a las más altas jerarquías, ya que, son siempre décadas en las cuales todo se hizo y realizo conforme un orden determinado, en el cual, cada uno era parte concreta de una maquinaria, sabia e inteligente, a la que se servia con diligencia y amor.

   Todo el esfuerzo y el sacrificio del pasado, se diluye en una sensación en la que solo tiene lugar lo bueno, satisfactorio y alegre que se convivió. Hay que asumir que es otra Situación de Revista, el Retiro, no es ser “Pasivo”, como mal se los califica.

En ocasiones, aquellos que integran los Cuadros Permanentes, se preguntan si este mismo espíritu es alcanzado por aquellos que son llamados ante emergencias o crisis para completar los efectivos de las Unidades. 

 Si bien no es posible generalizar, si es factible afirmar que aun en los más reacios surge, como una sensación indominable, las mismas características de la vocación adquiriendo las formas del Espíritu Militar. 

Ello nos lleva a entender las causas por las cuales, en nuestro pasado histórico, ciudadanos convocados al Servicio de las Armas, combatieron, lucharon, vencieron o murieron siendo merecedores del reconocimiento de la Nación y acreedores de los Grados que se les otorgó pues bien lo ganaron al servicio de la Patria.

 El Grado Militar, aquella jerarquía que se recibió a lo largo del Servicio de las Armas, es el título que destaca al Soldado en la comunidad y el que lo ubica como fruto de sus Servicios Militares cumplidos en una sociedad organizada y, el mismo, expresa el sentimiento concreto y material de que quien lo lleva, lo hace porque, a lo largo de los tiempos, tuvo, tiene y tendrá, Vocación Militar y, es por eso, ¡que soy Militar en la Gendarmería!

La Milicia tiene pilares Fundamentales en sus tres Fuerzas Armadas, pero existe otra, que, en Países como Italia, constituyen la llamada Cuarta Fuerza. Allá son los Carabinieri, acá debería ser la Gendarmería Nacional Argentina. Y a su especial SER Militar me estoy refiriendo.

La Gendarmería Nacional Argentina, fue creada a imagen y semejanza de su par la Gendarmería Nacional Francesa, y constituye las llamadas Fuerzas Intermedias, utilizables tanto en la Paz como en la Guerra. Concepto éste concebido por la NATO.

Formación y Componente Militar, con Funciones Auxiliares de la Justicia. Tal cual como la concebía Napoleón Bonaparte, al enunciar en el año de 1814: “La Gendarmería debe ser mitad Militar y mitad Civil, aseguramos un Servicio a Francia completo” y así es, con muy alto rédito para la Nación Argentina.

De hecho, nuestra Gendarmería, por su magnitud, efectivos y armamento, constituye el VI Cuerpo del Ejército Argentino, y su Personal cuando se Retira del Servicio Activo, pasa a ser la Reserva de ese Ejército. Cosa ésta que se ignora generalmente y hace y tiende a un desmembramiento de pensamiento. Esto está regido desde su Ley de creación.

El SER Militar del Gendarme, es la vertebración misma de su fortaleza, a ser empeñado en cualquier escenario. Eso lleva a los políticos a confundir sus específicos roles, dados por la Doctrina y la membresía ineluctable del apego a las Normas y Reglamentos Militares, regidos por el Código de Justicia Militar. Ahora devenido a una especie Norma Coactiva, en la que intervienen, a posteriori no especialistas en el Derecho Militar.

Es así que, desde hace mucho tiempo, los diferentes estadios del Ser de las Fuerzas, a no estar cumpliendo sus roles específicos, confunden a quién desde la política deben tomar decisiones, lo que, unido a un desconocimiento y falta de preparación adecuada, por parte de esos niveles decisorios, hace que la Fuerza se desnaturalice en lo que es su esencia.

Este fenómeno, acaece con todas las Instituciones Uniformadas en la Argentina, y desgraciadamente se agitan en forma permanente, sombras y fantasmas del pasado, triste y ominoso de la Patria, el cual debe ser dejado de lado. Porque también los políticos han sido parte de los mismos. La Historia es soberana, y no puede escribirse sesgada.

Este Personal Uniformado, ha sido formado, educado e instruido en Democracia y los valores de la misma, y sabe muy bien cuáles son sus Deberes, ante todo, pero también cuáles son sus Derechos, como Ciudadanos, lo que normalmente se olvidan los Gobiernos.

El SER Militar del Gendarme Argentino, está imbricado en su médula como su ADN, y a él no renunciará jamás, porque diariamente se retroalimenta en su cotidiana entrega de sacrificio y obediencia. Esto débese tener muy en cuenta por la sociedad argentina.

 

He ahí su imponderable valor, constituyendo su Norte permanente, bajo la sombra de su Numen Tutelar, el señor General Don Martín Miguel de Güemes, Líder indiscutido de ser uno de los fuertes cimientos de la Libertad de Sudamérica.

El Militar, y especialmente el Gendarme, por su formación de Soldado Jurídico recuerda siempre lo dicho por Winston Churchill: “El Soldado paga con sus heridas, sus ayes de dolor, sus mutilaciones, su muerte, los errores de los políticos en la mesa de negociaciones”.

Finalmente, el Soldado Gendarme, como todos los Uniformados de la Patria Argentina, se entrenan, preparan y actuarán de una sola manera:

 Matar por su Patria, o Morir por su Patria. Sólo su Bandera lo cubrirá como Lábaro Bendito, junto a su Dios. Así cuidará a los Ciudadanos que habiten en la República Argentina.

 

• Prof. Graduado en RR II.                                                             Comandante Mayor Aviador del EA ARA GNA PBA.

 

 

 

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