República Argentina: 6:45:43am

De esa manera, Cicerón, puso al descubierto la conspiración que preparaba Catilina para hacerse con el poder absoluto y los conjurados tuvieron que huir de la ciudad,  para ser finalmente derrotados por Antonio, al año siguiente, en la batalla de Pistoya.

Las Catilinarias desnudaron magistralmente las intenciones mezquinas y  perversas de quien, amparándose en su condición de senador, preparaba a escondidas una conjura con la finalidad de obtener un rédito político de grandes proporciones.

En pleno siglo XXI , era de la información,  vemos como el manto de sospechas en torno a la política sanitaria adoptada para enfrentar la pandemia Corona Virus Disease – 19 (COVID-19) y sus múltiples variantes hasta ahora conocidas, se descorre lentamente  y deja a la intemperie las motivaciones ideológicas que el Gobierno habría tenido para adquirir determinadas vacunas y rechazar otras. 

En el artículo periodístico del Sr, Carlos Pagni , titulado “La revelación de la encrucijada más desesperante del Gobierno” , publicado en “La Nación” el 22 de julio de 2021 , se exhibe un documento producido el 7 de julio del corriente por la asesora gubernamental Cecilia Nicolini y cuyo destinatario fue Anatoly Braverman , director adjunto del Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF, por sus siglas en inglés). El contenido del documento es más que elocuente y revela,  sin atisbo de duda, lo que para los argentinos era un secreto a voces, es decir,  el fracaso del Gobierno para inmunizar oportunamente a la población con la vacuna Sputnik V porque la administración de la segunda dosis requerida estaría muy lejos de concretarse, que la decisión de elegirla habría tenido una marcada connotación geopolítica y que el oficialismo estaría haciendo una utilización facciosa del plan de vacunación. 

Estas circunstancias, no hacen más que reforzar la creencia de que la compra de otras vacunas desarrolladas en EEUU y cuya eficacia está debidamente acreditada, habría sido desestimada sobre la base de la aplicación de criterios caprichosos. Curiosamente, una de las vacunas, es la única que hasta el momento ofrece la posibilidad de ser inoculada en grupos etarios juveniles con patologías específicas. 

La empresa que la desarrolló se estableció en nuestro país desde hace varias décadas, realizó estudios con voluntarios argentinos mediante el apoyo del Hospital Militar Central y ofreció la provisión inicial de millones de dosis junto con la logística necesaria para las sucesivas entregas. Sin embargo, los poderes Ejecutivo y Legislativo se encargaron de evitar que esa iniciativa se concretara y, tal vez sin saberlo, aunque esto puede ser opinable, habrían aplicado el postulado de la  primera ley del marketing  “es preferible ser el primero que ser el mejor” pero, en vez de lograr el liderazgo  excluyendo a otros oferentes, solamente produjeron efectos devastadores en la salud, la economía y la educación. 

Actualmente, el Gobierno, cual  patético rabdomante, mendiga la segunda dosis de la vacuna rusa,  tal como quedó  en evidencia  en el contenido de la carta que divulgó  “La Nación”. También espera las vacunas que se habrían pagado a ASTRA ZENECA, empresa que , aprecio conveniente recordar , comenzó la provisión de su primera dosis con un considerable atraso  y , respecto de la segunda , aún no se sabe con certeza en que oportunidad estará disponible. Así las cosas, el Gobierno estudia la forma de combinar las vacunas disponibles en un intento que podría asemejarse más a una improvisada  alquimia  que a un plan  que permita  enfrentar , con alguna posibilidad de éxito ,  la gravedad de la situación epidemiológica que padecemos.

Por su parte, el Poder Judicial, inexplicablemente, permanece aletargado y a la espera tal vez, de que se produzcan hechos aún más graves que los acontecidos como  para decidirse a actuar. Aunque, podría considerarse  que,  el no hacer, también es un hacer.

La situación tiende a empeorar con la llegada de la cepa Delta  más virulenta aún que las anteriores  y, a la fecha,  ya superamos los 102.000 muertos como resultado del virus. La amoralidad que se vio reflejada en ciertas conductas que tomaron estado público, sumada a la ineficiencia de ciertos funcionarios y  a una insensibilidad y descaro indisimulables para tratar de justificar el descalabro, han instalado en la sociedad la presunción de que el actual  Gobierno sería el responsable absoluto de las consecuencias ocasionadas por la pandemia  ya sea por acción u omisión.  

Aunque cueste admitirlo, después de más de veinte siglos, la frase inicial de la Primera Catilinaria de Cicerón adquiere una vigencia inesperada y una potencia inusual cuando se parafrasea ésta para convertirla en una interpelación directa hacia el Gobierno nacional al preguntarse, ¿hasta cuándo abusará de nuestra paciencia? 

 

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