Experiencia de guerra Irak-Afganistán
Más de 280.000 mujeres militares fueron desplegadas en Irak y Afganistán. Unas 200 murieron y más de 800 recibieron la medalla “Corazón Púrpura” por heridas de guerra. La beligerancia terminó, dejando valiosas enseñanzas sobre la presencia de ellas en unidades operativas como combatiente en igualdad con el hombre. La experiencia recogida de numerosas fuentes, es válida para fuerzas militares y de seguridad. Durante 23 años mujeres militares de los EE. UU combatieron en Irak-Afganistán, dejando entre otras, tres importantes experiencias.
Hubo serias limitaciones para su desempeño en Infantería en especial de orden físico y psicológico.
La presencia de mujeres socavaba la unidad entre los hombres que en lugar de centrarse en la misión, competían por la supremacía sexual lo que alteraba la cohesión y disciplina.
La armonía entre sexos trajo graves “abusos” que por ciertas razones solían tolerarse. Al volver de la guerra, muchas veteranas que presentaban importantes secuelas psicológicas, perdieron sus parejas, la tenencia de sus hijos y hasta se suicidaron.
Convivencia en campaña nunca vista
En campaña, si un soldado tiene suerte podrá darse un baño una vez al mes, esto es algo que ninguna mujer puede tolerar. En el campamento y algo alejado existía un zanja larga de no más de 50 Cm de profundidad que hacía las veces de letrina que todos usaban. Pero en otro lugar, las mujeres tenían un pozo propio donde desechaban todo aquello que los hombres no debían ver. En los primeros días de convivencia en el campamento ellas evidenciaron timidez para su intimidad, pero después de un tiempo tanto mujeres como varones (sin pudor) terminaron por cambiarse de ropa a la vista de los demás, hacían sus necesidades, incluso se depilaban las entrepiernas para evitar las garrapatas sin ocultarse demasiado. En nuestra cultura los hombres y las mujeres no comparten vestuarios, dormitorios, duchas o baños. Sin embargo en campaña se mezclan los sexos y la intimidad deja de existir. La experiencia indica que, los jefes que por primera vez estén al mando de un grupo mixto, tienen que ser muy conscientes que la intimidad en campaña no es la misma que en el cuartel, pero la disciplina debe mantenerse intacta.
1. Inconvenientes Físicos y Psicológicos
Quienes se oponen a que las mujeres participen en batalla no se refieren porque ellas sean inferiores a los hombres en inteligencia o bravura cuando hay que “cruzar aceros”, pero hay diferencias entre los sexos que no se pueden modificar. Psicológicamente son diferentes a los hombres y la inclusión de ellas en combate, corroe los lazos que existen entre los soldados masculinos. Es que en la culturalmente los hombres han sido concebidos como responsables de la solución de problemas y toma de decisiones, mientras que las mujeres fueron criadas emocionalmente sensibles con su rol maternal y ello es muy difícil de modificar. Ser mujer y estar cerca del enemigo suele traer algunas complicaciones. Por eso el personal militar femenino en los últimos conflictos armados, llevaban en los amplios bolsillos de sus uniformes decenas de tampones para caso de ser capturadas. Los soldados están sujetos a una intensa disciplina, que les exige obedecer cualquier orden sin preguntas, aún con riesgo para su vida. El mantenimiento de la cohesión entre los miembros del equipo constituye un componente vital para sostener la efectividad del combate. Hasta el más pequeño error puede llevar a la pérdida de vidas o el fracaso de los objetivos. Cuando explotan granadas cerca de mujeres soldados y ven la crudeza de la situación, no suelen reaccionar apropiadamente. Los ingleses y australianos son reacios a llevar mujeres en misiones de reconocimiento, ya que temen que en el caso de un tiroteo la prioridad de los hombres sea la de salvar a las mujeres y no el cumplimiento de la misión, con lo que el caos estará asegurado. Ningún general quiere correr el riesgo que se malogre una operación militar por ese motivo.
“Es en el combate donde la política de sexo se hace realidad, todo lo demás son discursos huecos de principios feministas sin sustento real. Una cosa es Marte el dios de la guerra y otra Venus la verdad biológica verdadera”
Que la guerra es exclusiva de los hombres no es una conspiración masculina, sino un imperativo impuesto por la naturaleza. El objetivo de toda guerra es imponer la voluntad de una nación sobre otra, pero para ello se debe matar en forma brutal y son los hombres quienes pueden llevar a cabo esto, pues las mujeres no están optimizadas para el combate. No tienen la fuerza física necesaria, no son tan agresivas ni propensas a tomar importantes riesgos como los hombres. Tampoco responden a la estampa guerrera masculina. Embarazadas quedan en la pasividad y se emocionan críticamente en ciertas ocasiones. Nos guste o no, el combate es exclusivamente cosa de hombres, no se puede modificar la capacidad natural de las mujeres de ser madres. Los partidarios de la plena integración de género señalan que las mujeres han servido con éxito con los hombres en la policía y los bomberos desde hace décadas, así que ¿por qué no la militar? Ocurre que una patrulla policial o bomberos suelen tener situaciones críticas por períodos muy limitados, pero nunca en la escala y profundidad de un combate de infantería en zonas agrestes, donde el estrés es prolongado e intenso. En este punto, no todas las mujeres reaccionan igual, los hombres se distraen y es justamente el momento donde la cohesión de la unidad es imperativa o llega el desastre.
2. Problemas de coexistencia
La vida en campaña tiene situaciones muy insólitas y suele ser inevitable que algunas mujeres antepongan su condición femenina para obtener ventajas, lo que ocasiona problemas en el mando. Pero lo más destacable es que tienen habilidad innata de relacionarse con los hombres, su actitud mantiene la armonía y hasta evitan riñas, pero otras son completamente ineptas para interactuar con sus pares masculinos y fácilmente pueden destruir la cohesión de la unidad. En las FF. AA de algunos países, se dieron casos de mujeres militares que se vengaron de un superior por ofensas fantaseadas o simplemente para avanzar en sus carreras y emplearon falsas acusaciones como un medio para hacerlo. Eso es “cianuro en el desayuno” para una unidad militar o de una fuerza de seguridad. ¿Qué ocurría si por celos amorosos alguien retrasa la entrega de un parte urgente al comandante de una unidad donde se le comunica un inminente ataque enemigo…?
3.Sobre el falso acoso
La incapacidad de ciertas mujeres es evidente y algunas son muy rápidas para ver de una simple broma algo libidinoso y erróneamente se quejan de “acoso”. La torpeza e intolerancia de ellas para interpretar este tipo de actitud, tiene un efecto devastador sobre la cohesión unidad. Algunos críticos, que nunca han vestido un uniforme ni desean informarse, son partidarios de graves sanciones. Esto es desconocer que uno de los pilares esenciales de la vida en cuartel, donde la unión el papel masculino tiene un gran relieve. Las mujeres pueden deplorar alguna actitud machista, pero si ese rol no es reconocido conducirá al desaliento y se fracturará la unión.
4La cohesión en peligro
Un grupo de combate no es una empresa civil, la fractura emocional causa resquebrajamiento de la cohesión en la estructura afinada de comando y esto puede costar vidas. Algunas escuelas militares tienen las reclutas mujeres separadas de los varones, pues de esa manera se evitan las distracciones en el entrenamiento y se aumenta la eficacia en la formación y preparación militar. Pero una vez integrados en unidades de combate hombres y mujeres, es casi imposible en jóvenes puedan reprimir sus deseos naturales cuando conviven en el cuartel. Los jefes que combatieron en Irak-Afganistán, mencionaron:
“Una vez desplegados en el terreno, soldados mujeres y hombres se buscaban el uno al otro. Ellos competirán por el cuidado de las chicas y ellas por la atención de los hombres y tendrán relaciones sexuales ya sea en un bunker bajo tierra, en la caja de un camión o en cualquier lugar donde haya intimidad. Son jóvenes separados de sus familias a miles de kilómetros, sometidos al estrés de la guerra y la naturaleza humana estalla sin control. Vendrán celos, desconfianza, discusiones, riñas, asaltos sexuales, faltas graves de disciplina y la unidad será menos eficaz”.
“En el 99% de los casos si quieres fusileros y mujeres distraídas, sólo hay que ponerlos juntos en una trinchera en la oscuridad de la noche”.
5. Asaltos Sexuales.
Las violaciones a las mujeres militares de los EE. UU, por sus propios camaradas, fue el tercero y más grave de los problemas. La armonía entre sexos trajo graves “abusos”. Las mujeres soldados del Ejército de los EE. UU en la Guerra contra Irak, tuvieron miles de agresiones sexuales por parte de sus camaradas hombres. Algunas dormían con una bayoneta debajo de la almohada y se abstenían de ir de noche al escusado por miedo de ser violadas. “Se decía que una mujer soldado en Irak tenía más posibilidades de ser violada por un compañero de armas que de morir bajo el fuego enemigo”
“Ninguna orden jamás eliminará el deseo sexual cuando hombres y mujeres jóvenes están próximos”.
Algunas fueron violadas mientras estaban de servicio donde una puerta era lo único que se interponía con su atacante. Pero en las patrullas, ni siquiera hay una puerta para cerrar. Los militares norteamericanos están poniendo ambos sexos juntos como si no existiese la pasión humana. La civilización que durante miles de años estuvo dirigida al cuidado de las mujeres, ha sido destruida por las feministas que ven estas protecciones y normas tradicionales como una opresión. Diferentes estudios basados en cifras del Departamento de Veteranos de Guerra dicen que el 30% de las mujeres habrían sido violadas mientras servían en el Ejército por sus propios compañeros, el 71% han sido agredidas sexualmente y el 90% acosadas. Eso demuestra que ni el entrenamiento, ni la formación, ni el control de los mandos sirvieron para proteger los derechos humanos de las mujeres soldados. Esta es la verdad que las feministas de los EE. UU no quieren que se sepa. Todas las medidas dispuestas por las autoridades militares fueron ineficaces, tal vez porque no había intención de remediarlo. De hecho los mandos militares norteamericanos en la guerra de Irak, preferían ignorar el fenómeno de las agresiones sexuales, a tal punto que de un total de 3038 denuncias, sólo en 329 casos el violador habría sido juzgado por un tribunal militar (10%), los otros sufrieron sanciones leves.
“Si en el ejército con más experiencia en el mundo, las denuncias por acoso no son tenidas en cuenta y cuando interviene un Tribunal Militar, el violador recibe la pena mínima, es porque el problema es de imposible solución”
6. La situación actual
La convivencia en cuarteles trajo aparejado matrimonios mayoritariamente de oficiales hombres casados con suboficiales mujeres (nunca al revés), lo que derivó en prerrogativas hacia las esposas generando situaciones enojosas para la disciplina. Tradicionalmente las mujeres militares estaban separadas de la vida cotidiana con los hombres. Hoy todo está integrado. Cuando los hombres y mujeres entrenan juntos, viven en el mismo cuartel, descansan en las mismas barracas, se duchan en el baño al final del pasillo, comen en el mismo comedor, entrenar juntos y descansan juntos, no hay disciplina en el mundo que impida que tengan sexo, consentido o no, porque es el mismo llamado de la naturaleza. “Sería como acercar un fósforo encendido a un barril de pólvora y pretender que no ocurra nada”.
7. “La fórmula rusa”
Existe sobrada experiencia del excelente desempeño de las jóvenes como combatiente individual, mientras que sumadas a unidades de infantería o de caballería con soldados varones, el resultado fue siempre deplorable y los ejemplos (entre otros) de Irak y Afganistán lo demuestran. Los rusos en la 2GM tenían miles de mujeres en el Ejército, la mayoría en exclusivos batallones femeninos. Es decir, trataban en lo posible que no se integraran con los soldados varones. Para ello, aplicaron una “fórmula” que les evitó muchos problemas que consistía en: “Iguales pero separados”. Es un punto de vista lógico intermedio entre los que se oponen a que las mujeres combatan y los que están de acuerdo. Actualmente sería doctrina en algunos ejércitos que no quieren dificultades graves.
8. La experiencia asiática
Los asiáticos tienen un concepto distinto al Occidental y les resulta porque ¡la disciplina es absoluta al máximo! Jamás a una mujer se le ocurría denunciar a un superior. China posee la fuerza de soldados mujeres más grande del mundo, estimada en 150.000 efectivos y al igual de otros países de la región no interactúan con soldados varones. El ejército de Corea del Sur dispone de una unidad de fuerzas especiales denominada 707, conocida también como “White tiger”. Este grupo de élite cuenta con jóvenes mujeres tan peligrosas como cualquier guerrero, pero algunas tienen un agregado sorprendentemente diferente. Pueden aparentar ser secretarias, enfermeras, traductoras o conductoras de vehículos, para realizar su misión sin despertar sospecha hasta que es demasiado tarde para detenerlas. Su femineidad y arreglo personal se destaca por sobre otra característica castrense. El objetivo de los mandos es que parezcan lo más femeninas posible, evitando la apariencia de soldado para que no se vean peligrosas. El interés de crear “muñecas letales”, constituye un concepto doctrinario nuevo, tan ingenioso como eficaz. Pero una mínima minoría de ellas puede calificar.
Francotiradoras
Ser francotiradora, tal vez sea la única especialidad de guerra donde una mujer se desempeñe con letal eficacia. Actualmente potencias militares como los EE. UU, Rusia, China, Inglaterra, Corea del Norte y Canadá, tienen grupos selectos de tiradoras especiales. También Vietnam, Líbano, Siria, Ucrania y Colombia y nadie duda de su eficiencia. Las mujeres son fáciles de entrenar, tiene un mejor control de las funciones corporales, pueden concentrarse mejor, son prolijas, pacientes y notan los detalles más que los hombres. Piensan diferente por lo que un enfoque femenino puede ser inesperado para un enemigo y eso es una ventaja. También son más astutas y si están motivadas pueden ser más despiadadas que cualquier varón. No se necesitan músculos masculinos y al estar lejos del adversario con una compañera con un arma automática no corre ningún peligro de ser atrapada y violada. Dos mujeres si se trasladan en una moto, pueden sellar un paso fronterizo clandestino y si el arma tiene una mira térmica pueden cumplir con excito una misión nocturna.
CONCLUSIONES
En base a la experiencia de los últimos 23 años donde hubo intensa participación femenina en las guerras, algunos jefes retirados del Ejército de los EE. UU, en distintos medios se manifestaron de la siguiente forma:
Impresiones negativas de la mujer en la guerra:
Carencia de capacidad física suficiente para desempeñarse en cualquier misión de guerra. Un combatiente debe tener la capacidad de cargar a un camarada herido. Eso no puede hacerlo una mujer con un hombre de 120 kilos. A su vez se deshidratan con más facilidad y ni hablar cuando deban abrirse paso en el monte con una mochila, el fusil y 35º C. Ellas tienen menos fuerza en la parte superior del cuerpo que los hombres y menos capacidad aeróbica, lo que le impide realizar ejercicios pesados. Tienen menos de masa muscular y menor densidad de huesos, lo que contribuye a más fracturas y lesiones estructurales.
Son más propensas a ciertos tipos de infecciones urinarias que para los varones es irrelevante y la tasa de evacuación en Irak de mujeres soldados por motivos sanitarios fue ¡tres veces! más alta que la de los hombres. En la vida en campaña durmiendo en el suelo, en edificios abandonados sin agua corriente, la higiene íntima era un problema constante. Durante las operaciones militares, solían estar varias horas sin poder orinar. El estorbo de micción que tenían estando inmóviles echadas cuerpo a tierra, rodeadas de hombres curiosos y sólo pensar que debían bajarse el pantalón las horrorizaba.
Durante el despliegue en zonas de guerra, los síntomas menstruales empeoraron, junto con las dificultades en mantener la higiene íntima en privacidad y la depilación para evitar insectos parásitos no siempre era posible para todas. Generalmente los superiores no entendían o no querían involucrarse en esos problemas y ello les trajo malestares tanto físicos como psicológicos.
Estas circunstancias en Irak-Afganistán, les impidieron actuar en el mismo plano de igualdad con los soldados, lo que generaba disgusto e indisciplina en los hombres.
Según el Ejército Inglés un 1% de las mujeres en campaña pueden estar embarazadas y esto también es motivo de evacuación sanitaria.
Las instalaciones de campaña con acceso a duchas, fueron tratadas como soldados masculinos compartiendo los grifos de lluvia en conjunto con sus camaradas varones. Los chalecos antibalas era otro tema, pues habían sido diseñados para hombres y les producía moretones.
No debe haber mujeres soldados en infantería y caballería, pues cuando una de ellas cae herida, los hombres se distraen, pasando una cantidad excesiva de tiempo atendiéndola y hasta podrían negarse acatar la orden de seguir avanzando. Pero cuando resulta muerta es casi imposible mantener el control emocional entre los soldados. En combate los hombres buscarán protegerlas, la misión pasará a segundo plano y toda la operación puede terminar en un desastre.
Si llegaran a ser capturadas, pueden existir actos espontáneos que intenten su rescate, lo que complicará el comando. Caso “Jessica Lynch” marzo del 2003.
Psicológicamente son diferentes a los hombres y en el fragor de la lucha algunas reaccionan de manera inapropiada, eso puede fracturar la cohesión, con lo que el caos estará asegurado. Tampoco responden con el tipo de “liderazgo guerrero” y se emocionan críticamente en ciertas ocasiones.
Al no haber intimidad en campaña, se corre el peligro que existan abusos sexuales que son imposibles de evitar. A esto se suma que el stress de combate y situaciones conflictivas impulsa a los jóvenes de ambos sexos al consuelo recíproco con lo que se fractura la disciplina.
La mayoría si están bien inspiradas, son hábiles para interactuar con camaradas varones; pueden controlar que la patrulla que integra no cometa desmanes, etc. Pero otras si obran con mala fe, fácilmente pueden ocasionar un grave daño a la unión del equipo y al comando destruyendo la cohesión y sembrando la desconfianza. “Un enemigo no lo haría mejor”.
El 90% de las mujeres compiten entre ellas en el lugar de trabajo y otro tanto busca relaciones importantes, lo que trae aparejado problemas en el mando cuando los jefes son hombres.
Es ¡inevitable! que existan relaciones románticas, esto fractura la capacidad de combate de una unidad y no necesita ser demostrado.
¡No deben ser empeñadas en combate de infantería!
Impresiones positivas:
La naturaleza de guerra moderna hace necesario que las mujeres uniformadas se preparen para tareas en las que están identificadas, como comprometerse con la población, atención de niños y contactarse con la sanidad militar. Otras de una especialidad distinta se desempeñan muy bien como francotiradoras, artilleras, jefas de batería de misiles, radaristas, radio operadoras, conductoras de vehículos, especialistas en guerra electrónica, auxiliares de inteligencia, traductoras, incluso pilotos de combate.
Existe unidad de criterio que su mejor desempeño es cuando están alejadas de zonas de guerra. Pero es difícil de planificar cuando hay embocadas.
En caso necesario, no deben integrarse grupos de hombres y mujeres menores a 12 efectivos, por largos períodos en lugares solitarios. En esas circunstancias los celos, la competencia y los acosos sexuales son inevitables, perdiéndose la atención de la misión.
Consideraciones finales
Los graves problemas de disciplina relatados no son de responsabilidad exclusiva de los mandos militares, sino de decisiones del poder político que deben obedecer. “Por ello estudiar la Historia Militar, nos enseña conducir la guerra con la experiencia ajena, porque la propia cuesta caro y llega tarde”. Balk.
Cuatro opiniones
-El Tte Grl W. Boykin, que fuera comando de las Fuerzas Especiales del Ejército de los EE. UU, mencionó: “La infantería y otras unidades de primera línea no son un lugar para las mujeres y no tiene nada que ver con su valor o capacidades. Las autoridades políticas que toman la decisión de enviar mujeres soldados al frente, lo hacen como parte un experimento social pues nunca han vivido ni combatido en una unidad de infantería y menos en Fuerzas Especiales. Ocasionalmente las operaciones de guerra duran un prolongado período, las condiciones de vida son deplorables y sin privacidad para la higiene personal. La integración de géneros en situación de combate impone cargas adicionales e innecesarias a los comandos de todos los niveles, que deberían concentrarse en la propia operación misma antes que solucionar situaciones inimaginables entre sexos”. Luego Boykin se pregunta “¿Vale la pena agregar esta carga sobre los jefes de unidades? Creo que no”.
- El Almirante Sir Michael Boyce, jefe del Estado Mayor de Defensa de los EE. UU, dijo que: “Permitir a las mujeres en roles de combate de primera línea sería un experimento irresponsable”.
- El General (R) EE. UU. Volney Warner, puso una nota de sentido común cuando dijo: “Estoy convencido de que las mujeres son mejores para dar vida que quitándola. ¿Qué clase de sociedad es la busca poner a sus mujeres, creadoras de vida en peligro...? La respuesta es, que somos país que ya no sabe para qué son las mujeres” ¡Qué lamentable perspectiva!
- General Christian Piquemal, de la Legión Extranjera considera: “Incorporar mujeres pondría en peligro la cohesión, que es la camaradería entre hombres y podría significar el fin de la Legión. Ellos y ellas funcionan mejor en grupos diferentes”
Fuente:
* US. Department of the Army (ARMY).
* Tte Grl US (R) W. Boykin. Fuerzas especiales.
* Cnl USMC (R) William T. Hewes.
* WASHINGTON (Army News Service).
* BBC News.
* J. Bañales. EE. UU.
* Jude Eden. WJ. Wester Journalism y ex marine EE. UU.
* Elaine Donnelly, EE. UU y otras.
* Libro “El Soldado Solitario”. Helen Benedict.
* Otras fuentes se mencionan en este estudio.
Comandante (R) GNA D. Walter A. Martínez
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