Cada día que pasa la inflación y la devaluación de nuestra moneda le deja menos en su billetera. Ni hablar la escasez de dólares del Banco Central. Acepta lo que sea y bajo cualquier condición. Su desesperación es inocultable. Ni la pandemia lo paró. Intenta revivir sus viejos proyectos con la industria de defensa como mascarón de proa. Todo justificado por la situación de desarme que tiene la defensa argentina.
Abundan las ideas locas para poder llevarse una parte del botín. Hasta la Fuerza de Paz Conjunta y Combinada “Cruz del Sur”, conformada con Chile, es la excusa para comprar cualquier cosa, cuando esta justificación debiera ser el motor para realizar un proceso de estandarización logística y de material con el país trasandino y lograr (a futuro) una compra de armamento combinada entre los dos países para obtener mejores precios y sistemas de armas modernos. La desesperación de Rossi mata una medida de confianza mutua de tercera generación entre Argentina y Chile. Así se perdió otra reunión bilateral más en el marco de esta última visita presidencial a Santiago. En este contexto, el ministro nos sorprende con negociaciones muy activas con China, Rusia y Brasil. ¿Cuál es el mensaje que se quiere dar?
Estando en medio de negociaciones con el FMI y el Club de París para no pagar, habiéndole hecho quitas recientes a bonistas una vez más, con provincias argentinas y hasta YPF al borde del default, negociando para no pagar, Agustín Rossi propone ¿no pagar para poder comprar armas? Martín Guzmán debiera estar preparado para la pregunta obvia. Rossi nos muestra un gabinete de ministros no cohesionado y sin conducción, pero sobre todo le confirma al mundo entero lo poco confiable y lo irresponsable que es el Estado argentino.
Ricardo Runza
INGENIERO AERONÁUTICO, MAGÍSTER EN DEFENSA NACIONAL
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