Para la misma cantidad de vacantes, en 2018 se presentaron 2005, lo cual son 3,3 por vacante; esta relación en 2019 fue de 3,8 y el año pasado para el año en curso se presentaron 3500 postulantes, con 5,8 de relación entre lugares disponibles y aspirantes a ingresar. Es decir, se venía registrando un incremento, pero este año representó más de 6 veces la cantidad del año anterior.
La relación de postulantes por vacantes ha sido tomada en cuanto a la capacidad de selección y de incorporación. Además, permite evaluaciones de largo plazo hacia el pasado, porque esta relación -cantidad de postulantes por vacantes- siempre se da más allá de los cambios de cantidad de población y de efectivos en las Fuerzas Armadas.
Para la Escuela de Suboficiales se han presentado 19.040 postulantes para 1.100 vacantes: 17,3 aspirantes por cada lugar. La misma tendencia que el caso anterior, aunque algo menor.
Revisando los últimos años, en 2018 se habían presentado 3.177 para la misma cantidad de vacantes, lo que da una relación de 2,8 aspirantes por cada una (en 2019 esta relación fue la misma), mientras que el año pasado fue de 3,5. Nuevamente se observa una tendencia creciente, hasta que este año la relación entre aspirantes y vacantes ha crecido 5 años respecto al pasado.
Planteada así esta situación excepcional respecto a las décadas pasadas, cable plantear distintas hipótesis para tratar de explicarla.
Una de ellas es el rol que tuvieron los militares durante la pandemia en el campo de la asistencia social. Como se evidenció ya en mayo, los sondeos de opinión mostraron un aumento de la imagen de las Fuerzas Armadas. En un promedio de las diferentes encuestas, dos tercios de la población tienen una imagen positiva y confianza en ellas, inmediatamente por debajo de la educación pública. Respecto al pasado, este incremento promediaba aproximadamente 15 puntos respecto a los meses anteriores. También produjo una interacción con diversos sectores de gobierno, una relación cívico-militar más intensa y una visualización de lo militar como actor relevante del estado.
Es claro que este factor ha influido en este marcado incremento de quienes buscan incorporarse a las Fuerzas Armadas, pero no es el único.
En segundo término está la crítica situación socioeconómica y el temor al desempleo. Este problema afecta mucho más a los jóvenes que al promedio: cuando este 14%, en los jóvenes llega al 28%. En una situación económica difícil, las Fuerzas Armadas pueden ser vistas no como una vocación, sino como una ocupación. Pero esto también es una explicación insuficiente: en la crisis de 2001-2002 no se dio el fenómeno de este fuertísimo crecimiento de los postulantes para incorporarse a las Fuerzas Armadas, aunque fue una crisis que, como la de ahora, tuvo un fuerte incremento en la pobreza y el desempleo. Además, cabe señalar que el salario militar promedio -incluyendo a los soldados voluntarios- hoy no cubre el límite de pobreza del INDEC.
Pueden agregarse también otros elementos que se venían dando antes de la pandemia: cierta revitalización de un sentimiento patriótico militar con la reanudación de los desfiles que tienen impacto positivo para la imagen de las Fuerzas Armadas.
También el aumento de la incorporación de mujeres, que ya se acercan al 20% de los postulantes y que respecto a los hombres tienen más postulantes por vacante que ellos.
La distancia del pasado para los jóvenes de hoy, para quienes la temática de la violencia de los años 70 no es ya un problema vivido por sus padres, sino por sus abuelos.
Por último, el cumplimiento del ciclo educativo -un subteniente egresa con título universitario y un suboficial con secundario completo- es otro incentivo más.
Quienes ingresarán al Colegio Militar en 2021 serán los generales del 2055. La carrera militar permite hacer estos análisis de largo plazo, como sucede con las tendencias demográficas. Seguramente para ese año el Ejército seguirá existiendo, aunque muchas cosas habrán cambiado. Por ejemplo, hasta hace pocos años hubiera sido impensable un comando aeroespacial, otro de ciber-defensa y uno operacional en el Estado Mayor Conjunto. Pero esto se da sin que cambie una estructura básica y sin olvidar las tradiciones.
Situaciones similares, aunque con particularidades e intensidades distintas, se dan en la Armada y la Fuerza Aérea. En conclusión, el excepcional incremento de los jóvenes que quieren incorporarse a las Fuerzas Armadas plantea diversas hipótesis y es un fenómeno multicausal, pero que sin duda confirma una revalorización de lo militar en la sociedad.